¿Puede Eduardo Rivera Pérez hacer temblar a Morena como candidato a gobernador de la oposición, como dijo el domingo desde un informe convertido en acto de destape?
“Si estamos unidos en este alto propósito, si este ánimo contagia a millones allá afuera, estoy seguro que lo vamos a lograr, porque van a temblar nuestros adversarios con esta fuerza y con esta pasión, porque vamos a vencer, porque vienen mejores tiempos para Puebla”, lanzó desde el auditorio GNP, habitualmente utilizado para eventos de entretenimiento.
Al día siguiente Sergio Salomón Céspedes Peregrina le respondió con un sarcástico “uy qué mello” y dio por terminada la brevísima polémica.
La retadora manifestación del presidente municipal de Puebla se diluyó en medio de un contexto nacional que ubica a Morena en niveles de supremacía política irrebatibles y al PAN y sus partidos aliados en condiciones de inferioridad imposibles de revertir, por lo que fue desechada pronto del debate público, en menos de 24 horas, con todo y que provino del principal representante de la oposición partidista en el estado.
Fuera del inmueble ubicado en la zona de los estadios, nadie tomó en serio al alcalde.
Ni sus eventuales adversarios ni el propio gobernador, quien, como máximo líder político de Morena en Puebla, contestó ironizando con el título de una canción del extinto músico popular chilango Chico Che.
El problema de la falta de credibilidad a un hipotético triunfo opositor no tiene relación directa con Eduardo Rivera, o no del todo, sino a la avalancha de encuestas nacionales y locales que se han difundido en los últimos meses y que evidencian la altísima aprobación social del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su partido, Morena, que se aproxima a la contienda electoral del 2024 como gran favorito.
Ese es el escenario preelectoral que, más que sustos y temblores, provocó risas entre los aludidos adversarios, quienes en estos momentos están más ocupados en resolver su proceso de selección de candidato a gobernador que en atender las provocaciones del edil.
Aun así, con las muy escasas posibilidades de éxito que le otorga un sector mayoritario de la clase política a Eduardo Rivera y al PAN, como cabeza de la coalición opositora, vale la pena revisar esa parte del discurso del panista para hacer un ejercicio de prospectiva electoral, porque bien se dice que en política nada está escrito.
Volvamos al principio:
¿Puede el virtual candidato opositor hacer temblar a Morena?
La respuesta está en su discurso.
Eduardo Rivera dijo primero que no es el momento de miedos, sino de certezas y de valentía, para después hablar de contagiar a millones con el ánimo y el propósito de ganar.
El alcalde tiene un diagnóstico claro de lo que ocurre en el estado.
Sabe que hay una población que se declara mayoritariamente simpatizante de Morena, pero también conoce que hay un porcentaje importante de ciudadanos que quiere a este partido fuera del poder.
Para Rivera Pérez, las encuestas ocultan un deseo de cambio que se refleja a través de los indecisos, quienes en promedio suman más o menos 20 puntos porcentuales, suficientes, considera, para llevar la sucesión a una reñida competencia, con probabilidades de ganar.
Eso puede ser cierto.
La clave está en asumir la candidatura con valentía (esa de la que él mismo habló) para contagiar a esos millones de electores y llevarlos a las urnas.
Para conseguir eso tendrá que hacer un cambio radical en su estilo.
Deberá dejar de lado la corrección política y los buenos modales que emplea en público como sello personal para meterse en el rol de auténtico candidato opositor, el único capaz de atraer a las multitudes inconformes con el partido en el poder.
Que con eso alcance o no para ser gobernador será otra historia.
Pero sin eso será imposible.
Entonces la pregunta cambia:
¿Podrá Eduardo Rivera hacer esa transmutación para ser el líder que la oposición requiera?
Se reciben pronósticos en el buzón de esta columna.
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