/ viernes 10 de noviembre de 2023

A Puerta Cerrada | Competitividad y lazos afectivos, los factores en Morena

La definición del candidato a gobernador en Morena se convirtió en uno de los acontecimientos políticos más expectantes de los tiempos modernos en Puebla, de mayor tensión y curiosidad, debido a la característica más peculiar del proceso: la imposibilidad de acceder a las entrañas afectivas y emocionales del presidente Andrés Manuel López Obrador para saber, por anticipado, a quién elegirá.

Esta reflexión se ha hecho muchas veces y de distintas maneras, en esta columna y en otras tantas, pero resulta importante retomarla el día que este partido ha establecido para anunciar el nombre del precandidato a gobernador de Puebla y de otras ocho entidades federativas del país.

Las reglas formales de Morena indican que serán candidatos a gobernador aquellos aspirantes que ganen la “encuesta madre”, como le llaman a la encuesta oficial.

Pero también apuntan que recurrirán al análisis de una serie de factores periféricos para postular candidatas mujeres, aunque no resulten ganadoras de las encuestas, para cumplir con la regla de paridad impuesta por el INE.

Serán elegidas mujeres, se añade en esas reglas, en las entidades donde estén en condiciones de ganarle a la oposición, lo que será verificado, nuevamente, a través de las mediciones de intención de voto de los estudios de opinión.

Las encuestas son entonces una referencia importante, prioritaria según las normas de competencia delineadas por la Comisión Nacional de Elecciones de ese partido, pero la decisión, tanto la de Puebla como la de las otras ocho entidades donde habrá elección de gobernador y jefe de Gobierno, será política.

Aquí fue donde ese ejercicio habitual de análisis de contextos y circunstancias para hacer prospectiva se complicó.

Los observadores tienen claro que en ese partido hay un solo gran elector y que ese gran elector toma sus decisiones basado no solo en la competitividad, sino en sus filias y sus fobias, las que despliega a placer gracias al poder unipersonal que ostenta en la administración pública federal y, por ende, en su partido.

Combinar el factor de competencia electoral con los lazos afectivos del mandatario con los aspirantes al gobierno del estado fue complejo y obligó a los observadores a revisar otros aspectos de la contienda, como cercanía, si no con el propio mandatario, sí con los actores que lo acompañan en el primer círculo de poder.

Tratar de medir esta variable, sin embargo, conlleva un problema: que siempre conducirá a resultados subjetivos (que pueden ser equivocados).

Si se agrega el factor Claudia Sheinbaum las dificultades crecen, porque por supuesto que la virtual candidata presidencial ha querido opinar y ha opinado para ser tomada en cuenta en las decisiones, como demuestra la disputa por la candidatura de la Ciudad de México entre Omar García Harfuch y Clara Brugada Molina.

Por todo lo anterior es que Morena, para el caso de Puebla, llega a este día al esperado destape con dos aspirantes punteros en el terreno de la percepción pública.

Uno, Alejandro Armenta Mier, por haber sido cabeza de las encuestas durante la mayor parte del proceso informal de selección de candidato a gobernador.

Otro, Ignacio Mier Velazco, por haber desempeñado un rol político y legislativo de trascendencia para el presidente López Obrador a través de su posición en la cámara de diputados.

Armenta, conocido y popular, careció de cercanía.

Mier, cercano y fuerte en su vínculo con el inquilino de Palacio Nacional, se metió en la competencia hasta principios de este año, después de la muerte de Miguel Barbosa.

El senador hizo lo que pudo para tratar de ganarse la confianza del mandatario.

Y el diputado desplegó una muy visible estrategia de promoción personal por aire y tierra para tratar de meterse en el ánimo de los electores, para crecer en intención de voto hasta niveles que le permitieran igualar o superar al senador.

Por eso llegan como punteros en percepción.

Quién va a ganar de ellos dos, o de los otros cinco aspirantes, lo que podría ocurrir en un escenario que también hay que esperar, es una incógnita que se resolverá en unas cuantas horas.

X: @jorgerdzc

La definición del candidato a gobernador en Morena se convirtió en uno de los acontecimientos políticos más expectantes de los tiempos modernos en Puebla, de mayor tensión y curiosidad, debido a la característica más peculiar del proceso: la imposibilidad de acceder a las entrañas afectivas y emocionales del presidente Andrés Manuel López Obrador para saber, por anticipado, a quién elegirá.

Esta reflexión se ha hecho muchas veces y de distintas maneras, en esta columna y en otras tantas, pero resulta importante retomarla el día que este partido ha establecido para anunciar el nombre del precandidato a gobernador de Puebla y de otras ocho entidades federativas del país.

Las reglas formales de Morena indican que serán candidatos a gobernador aquellos aspirantes que ganen la “encuesta madre”, como le llaman a la encuesta oficial.

Pero también apuntan que recurrirán al análisis de una serie de factores periféricos para postular candidatas mujeres, aunque no resulten ganadoras de las encuestas, para cumplir con la regla de paridad impuesta por el INE.

Serán elegidas mujeres, se añade en esas reglas, en las entidades donde estén en condiciones de ganarle a la oposición, lo que será verificado, nuevamente, a través de las mediciones de intención de voto de los estudios de opinión.

Las encuestas son entonces una referencia importante, prioritaria según las normas de competencia delineadas por la Comisión Nacional de Elecciones de ese partido, pero la decisión, tanto la de Puebla como la de las otras ocho entidades donde habrá elección de gobernador y jefe de Gobierno, será política.

Aquí fue donde ese ejercicio habitual de análisis de contextos y circunstancias para hacer prospectiva se complicó.

Los observadores tienen claro que en ese partido hay un solo gran elector y que ese gran elector toma sus decisiones basado no solo en la competitividad, sino en sus filias y sus fobias, las que despliega a placer gracias al poder unipersonal que ostenta en la administración pública federal y, por ende, en su partido.

Combinar el factor de competencia electoral con los lazos afectivos del mandatario con los aspirantes al gobierno del estado fue complejo y obligó a los observadores a revisar otros aspectos de la contienda, como cercanía, si no con el propio mandatario, sí con los actores que lo acompañan en el primer círculo de poder.

Tratar de medir esta variable, sin embargo, conlleva un problema: que siempre conducirá a resultados subjetivos (que pueden ser equivocados).

Si se agrega el factor Claudia Sheinbaum las dificultades crecen, porque por supuesto que la virtual candidata presidencial ha querido opinar y ha opinado para ser tomada en cuenta en las decisiones, como demuestra la disputa por la candidatura de la Ciudad de México entre Omar García Harfuch y Clara Brugada Molina.

Por todo lo anterior es que Morena, para el caso de Puebla, llega a este día al esperado destape con dos aspirantes punteros en el terreno de la percepción pública.

Uno, Alejandro Armenta Mier, por haber sido cabeza de las encuestas durante la mayor parte del proceso informal de selección de candidato a gobernador.

Otro, Ignacio Mier Velazco, por haber desempeñado un rol político y legislativo de trascendencia para el presidente López Obrador a través de su posición en la cámara de diputados.

Armenta, conocido y popular, careció de cercanía.

Mier, cercano y fuerte en su vínculo con el inquilino de Palacio Nacional, se metió en la competencia hasta principios de este año, después de la muerte de Miguel Barbosa.

El senador hizo lo que pudo para tratar de ganarse la confianza del mandatario.

Y el diputado desplegó una muy visible estrategia de promoción personal por aire y tierra para tratar de meterse en el ánimo de los electores, para crecer en intención de voto hasta niveles que le permitieran igualar o superar al senador.

Por eso llegan como punteros en percepción.

Quién va a ganar de ellos dos, o de los otros cinco aspirantes, lo que podría ocurrir en un escenario que también hay que esperar, es una incógnita que se resolverá en unas cuantas horas.

X: @jorgerdzc