El gobernador Miguel Barbosa está consciente de las limitaciones que tienen sus colaboradores para ganarse la candidatura de Morena al gobierno del estado, en el proceso de sucesión de 2024, por cuestiones de tiempo. En 18 meses resultará complicado, por no decir imposible, alcanzar un nivel de conocimiento público igual al de aquellos que llevan años de recorriendo el estado en busca de construir una imagen que les permita alcanzar la postulación.
Sin embargo, el mismo gobernador subraya que la popularidad o el conocimiento social no garantizan el éxito de un aspirante, debido a que, para hacerse de la candidatura, intervendrán muchos otros factores que habrá que tomar en cuenta.
Con ese argumento respondió Barbosa la pregunta que este reportero le hizo en una entrevista publicada el lunes en El Sol de Puebla, acerca de las posibilidades de sus aliados para conseguir la candidatura del partido presidencial al gobierno del estado, y que me parece oportuno rescatar.
La pregunta fue la siguiente:
“¿Cree que los personajes a quienes invitó el 4 de julio a hacer públicas sus aspiraciones tengan tiempo para construir una candidatura o precandidatura exitosa?”
Y esta fue su respuesta:
“No lo sé, realmente no lo sé, pero yo no veo que la política se resuelva solamente con posiciones de aceptación social. Hay muchos factores. Los negativos también determinan el éxito de una posible candidatura o no. Y la capital del estado no le gana al resto del estado. Y que se vea también que en la capital del estado las fuerzas políticas están muy equilibradas. Porque quien diga que porque la capital la ganó el PAN (en 2021), otra vez va a ganar la capital y el estado, se equivoca. Acuérdate que en Puebla hay siete distritos locales, Morena ganó cuatro y perdió un quinto por cincuenta y tantos votos. ¿Por qué no ganó Morena la capital?, pues por la candidata. Y en el tema del interior del estado es un aplastón el que puede poner Morena.”
Al margen del tono optimista expresado en esas palabras, hay que poner énfasis en el punto de la aceptación social, porque ese es justamente el asunto que ha provocado airadas discusiones en ese partido a partir de postulaciones que no siempre han privilegiado al perfil más popular.
Miguel Barbosa tiene razón, no necesariamente el más conocido será el candidato a gobernador.
La reflexión aplica para ese grupo de aspirantes integrado, ya sabe usted, por Olivia Salomón Vibaldo, Melitón Lozano Pérez y Sergio Salomón Céspedes Peregrina, entre otros, pero también, y ponga atención en esto, para Ignacio Mier Velazco.
Por su cuenta, el diputado federal emplea el mismo razonamiento que Barbosa para tratar de convencer a ciertos grupos de poder acerca del sentido de sus aspiraciones, para contrastarse, como ya habrá imaginado, con el senador Alejandro Armenta Mier, quien les lleva kilómetros y kilómetros de recorrido a los demás.
Para Mier Velazco, lo mismo que para Barbosa, el ganador de la candidatura basará el éxito de su aspiración en condiciones ajenas a la popularidad. Curioso, dada la animadversión que existe entre los dos, pero en eso coinciden.
Donde discrepan es en el factor que mayor peso tendrá a la hora de analizar la definición.
Barbosa le apuesta a la importancia de un perfil alineado con él, para no aplicarle el presumible derecho de veto, mientras que Mier se recarga, por completo, en el presidente López Obrador.
Falta año y medio para saber cuál de los dos fue más eficiente en su ruta.
O si los dos se equivocaron por restarle mérito, indirectamente, al senador.
Twitter: @jorgerdzc