Un día antes del anuncio efectuado por Morena para dar a conocer a sus precandidatos a gobernador y jefe de Gobierno de la Ciudad de México en nueve entidades del país, Alejandro Armenta Mier compartió con representantes de los medios de comunicación que se encontraba sereno y en paz, con la tranquilidad de quien sabe que ha hecho la tarea que le corresponde hacer y no puede más que esperar el veredicto de los jueces para conocer si ha sido recompensado por su dedicación y esfuerzo.
La confesión realizada el jueves en Casareyna mostraba a un político dubitativo ante la imposibilidad de adivinar lo que pasaría el viernes en el Camino Real de la capital del país, pero prudentemente confiado en las estadísticas que cargaba bajo el brazo y esperanzado en la trascendencia del factor competitividad para definir al coordinador estatal de los comités de defensa de la 4T.
El desenlace del proceso es ampliamente conocido:
El senador ganó tres de tres encuestas posibles: la de Morena, por 10 puntos contra cero, de todos sus rivales; la de Mendoza Blanco, también por 10 puntos contra cero, y la de Covarrubias y Asociados, por siete puntos contra tres de Ignacio Mier, y cero de los otros cinco contendientes. Luego libró el obligado cruce de resultados en las nueve entidades, por regla de paridad, y se hizo de la precandidatura que hoy tiene en sus manos.
No obstante, hay un punto que se desconoce más allá de su grupo de colaboradores y este tiene que ver con aquello que lo condujo a la serenidad manifestada el jueves en el restaurante del Paseo de San Francisco, aquí en la ciudad de Puebla.
Durante ocho meses, de abril a noviembre del año en curso, Alejandro Armenta contó con acceso a un tracking semanal de posicionamiento que lo mantuvo siempre en primer lugar de las preferencias en Morena, hecho que le proporcionó la seguridad requerida para saber que se conducía por la ruta correcta.
La empresa encargada de hacer las mediciones ininterrumpidas para el aspirante a gobernador fue Indicadores S.C., de Elías Aguilar García.
Indicadores determinó realizar una encuesta semanal con una base de mil 200 entrevistas que por mes sumaron 4 mil 800 ejercicios en una muestra rotatoria.
Esto permitió efectuar 28 estudios de opinión.
En ningún momento se registró el acercamiento de los contendientes participantes con el primer lugar que, invariablemente, fue para el senador.
Ante la pregunta principal, a la que el método de evaluación morenista le otorgó tres puntos en su presentación del viernes en el hotel de la Ciudad de México: “¿A quién prefiere como candidato de Morena?”, las respuestas mayoritarias fueron siempre para Armenta.
El único movimiento que llamó la atención en el war room del precandidato sucedió en octubre, cuando Julio Huerta Gómez superó la barrera de los dos dígitos y llegó al segundo lugar e Ignacio Mier Velazco cayó al tercero.
Las mediciones empezaron en abril con Armenta en primer lugar, con 29.5 por ciento de las preferencias; Mier en segundo, con 23.4 por ciento; Rivera en tercero, con 7.3 por ciento, y Huerta en cuarto, con 6 por ciento.
En agosto iban igual Armenta y Mier, con 26.2 y 18.5 por ciento de las preferencias, respectivamente, pero Huerta había escalado al tercer sitio con 7 por ciento y Rivera se había rezagado al cuarto con 4.2 por ciento.
La última encuesta fue hecha el 5 de noviembre.
Armenta ratificó su primer lugar, con 26.7 por ciento; Huerta ascendió al segundo, con 19.3 por ciento; Mier bajó al tercero, con 15.2 por ciento, y Rivera quedó cuarto, con 7.3 por ciento de las preferencias.
Estos datos explican la elección de Alejandro Armenta como el más competitivo de los hombres y de Claudia Rivera como la más competitiva de las mujeres.
Pero también muestran el motivo de la serenidad del virtual candidato a gobernador.
El senador había hecho la tarea.
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¿Qué lecturas deja esa maratónica jornada de viernes alargada hasta la madrugada del sábado en el inmueble de la calzada Mariano Escobedo, allá en la Ciudad de México?
Que los dirigentes de Morena y el presidente Andrés Manuel López Obrador taparon la boca a todos esos observadores (incluido el autor de esta columna) que pensaron que podían pesar más los afectos que la competitividad. La competitividad lo fue todo y por eso ganó quien ganó.
Que Ignacio Mier no era el “tapado” del mandatario. Luchó y se esforzó para ubicarse entre los primeros sitios de posicionamiento, pero no lo suficiente como para encabezar las preferencias y ganar la postulación.
Que Claudia Rivera es la mujer morenista con mejores expectativas de crecimiento en el estado. La expresidenta municipal de Puebla usó menos dinero que todos los demás para promoverse y estuvo cerca de lograr la hazaña. Quizá el futuro le dé una nueva oportunidad para demostrar que no solo es buena oradora y activista.
Que Eduardo Rivera Pérez, el PAN y el resto de los partidos de oposición enfrentarán el peor de sus escenarios posibles.
Que, salvo el caso de Ignacio Mier, los perdedores del proceso se aglutinaron pronto en torno al ganador y mostraron con ello los síntomas de unidad que demandan los dirigentes del partido para ir a la contienda electoral. No hubo fractura.
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La actuación del gobernador requiere mención aparte.
Sergio Salomón Céspedes Peregrina fue un factor de unidad en el desarrollo de todo este proceso.
El mandatario publicó un mensaje en las horas cruciales del anuncio de los resultados de las encuestas y al día siguiente, muy temprano en sábado, felicitó a los dirigentes del partido por el desenlace de la contienda en las nueve entidades federativas y elogió el triunfo del senador Alejandro Armenta en Puebla.
En ambos casos convocó a la cohesión de todos los morenistas y pidió anteponer los objetivos de la 4T, ahora liderada por Claudia Sheinbaum, a los intereses personales.
Céspedes intervino como militante de Morena.
El gobernador entregará la estafeta dentro de 13 meses y se prepara desde el primer día de su gestión para hacerlo de la mejor manera política posible, sin deudas pendientes ni facturas por pagar una vez que se vaya a emprender una nueva aventura en el servicio público.
Viene el último reto, acaso el más difícil: liderar desde la silla principal del Poder Ejecutivo y despojado de la camiseta partidista la contienda electoral constitucional, con el fin de garantizar desde su ámbito de competencia condiciones de transparencia, equidad y respeto.
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El aspirante a la presidencia municipal de Puebla José Chedraui Budib fue visto el miércoles 8 de noviembre en el Hotel St Regis de la Ciudad de México dando de vueltas alrededor del salón donde se llevaba a cabo una reunión de empresarios con Alfonso Ramírez Cuéllar, coordinador de la red Con Claudia (Sheinbaum) 2024.
Cuentan que el empresario poblano se asomó en más de una ocasión al sitio donde se desarrollaba la plática como quien tiene el deseo de incorporarse a la conversación, pero que finalmente no lo hizo y optó por ir a otro lugar del inmueble para desayunar por su cuenta.
La anécdota sorprendió a priistas y panistas, sobre todo después de las advertencias expresadas el jueves por el diputado local del tricolor Jorge Estefan Chidiac, quien dijo que si la alianza opositora no le permite a Chedraui competir por la alcaldía, este se irá a Morena.
“¿Cómo que ‘podría’ partir a Morena si ya busca enlaces con Sheinbaum para ser su candidato en Puebla? ¡Más bien ya tiene un pie y medio allá!”, expresan en el virtual frente opositor.
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A propósito de la contienda de presidente municipal en la ciudad de Puebla.
Uno de los aspirantes a ese cargo de elección popular mandó a hacer un estudio de opinión para conocer sus niveles de posicionamiento.
Aquí le van las primeras cinco ubicaciones que aparecieron en ese trabajo, en orden descendente:
José Chedraui,
Mario Riestra,
Olivia Salomón,
Ana Teresa Aranda y
Alejandro Carvajal.
Lo interesante es que el solicitante de la estadística no quedó en primer lugar.
Tampoco es panista.
X: @jorgerdzc