Los glaciares se están derritiendo, el nivel del mar aumenta, las selvas se están secando y la fauna y la flora lucha para seguir este ritmo. Cada vez es más evidente que los humanos han causado la mayor parte del calentamiento del siglo pasado, mediante la emisión de gases que retienen el calor, para potenciar nuestra vida moderna.
Además, se habla de muchos fenómenos meteorológicos, el del niño, el de la niña, el de la reducción del ozono; sin duda algo está cambiando en la tierra para que ahora los cambios de clima sean tan drásticos y estemos viviendo una crisis ambiental a nivel global.
De acuerdo a datos de la OMS la contaminación ambiental es la causa de muerte de 7 millones de personas anualmente, es decir 1 de cada 8 en el mundo; sin embargo, en nuestro país a pesar de que sufrimos fuertes estragos por la contaminación, hay una escasa educación ambiental y conciencia ecológica.
Según estadísticas de INEGI y Semarnat en 60% de los hogares mexicanos no se separan la basura que generan; en el 25% de las viviendas no cuidan el agua; en el 15% tiran al drenaje o aire libre desechos químicos y en el 12% no ahorran energía eléctrica; mientras que 20% de las familias queman o dejan al aire libre los muebles desechados.
Estos datos reflejan la irresponsabilidad de la ciudadanía en temas ecológicos, pero en momentos de crisis, como el que se vive actualmente, surge el desafío de cambiar la forma de entender y relacionarnos con nuestro entorno.
En este contexto, es de suma importancia promover la educación ambiental, no sólo para entender los fenómenos que afectan el medio ambiente y el equilibrio ecológico, sino también para prevenir y solucionar problemas ambientales.
El calentamiento global supone cambios graves en el planeta, como el aumento del nivel del mar, fenómenos atmosféricos extremos, deforestación y desaparición de especies, entre otros; pero como individuos podemos poner en marcha pequeñas acciones más sostenibles dentro de nuestra comunidad que ayuden a frenarlo y a cuidar el medio ambiente.
Por ejemplo, usar menos el coche y en la medida de lo posible, utilizar medios de transporte sostenibles, como la bicicleta, o usar más el transporte público.
Sería ideal que en las escuelas de todos los niveles se valore la importancia de contar con una materia de educación ambiental para concientizar a las nuevas generaciones sobre el respeto a la naturaleza, al entorno y a los seres vivos, pero mientras eso no suceda es necesario hacer conciencia sobre la ecología, empezar a actuar de manera responsable con acciones sencillas como separar la basura, ahorrar el agua cuando nos bañamos nos lavamos los dientes, y evitar acciones que puedan generar incendios forestales.
Potenciar la reforestación a nivel mundial de zonas arrasadas por la tala es otra solución. Los árboles absorben CO2 y producen oxígeno. A lo largo de un año, una hectárea de árboles elimina la misma cantidad de dióxido de carbono que producen cuatro familias en ese mismo tiempo. Plantar árboles en las ciudades y crear más parques en entornos urbanos ayuda a disminuir el efecto invernadero.
Asimismo, es urgente que el gobierno en todos sus niveles aplique políticas públicas encaminadas a la gestión sostenible a largo plazo de los recursos naturales, así como acciones que permitan promover las energías renovables, regular medidas como un correcto etiquetado de productos, promover un transporte público más sostenible, motivar el uso de la bicicleta y otros transportes no contaminantes en ciudad, gestionar correctamente los residuos al reciclar-reusar, etc.
Es necesario generar un estilo de vida más responsable ante la naturaleza, pero se requiere la participación de toda la sociedad ya que es una tarea muy compleja, en la medida en que mejoremos la forma en que nos relacionamos con nuestro medio ambiente los beneficios serán para todos.
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