Carta dirigida al Ex-Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Posterior a tu incontrovertible triunfo no solo definiste con tu estilo personal de gobernar el ecosistema político, también trazaste el tipo de oposición que te servía. Cual cazador, tu presa fue cuidadosamente escogida. Apresada en el corral de sus prejuicios y limitaciones nunca supo dónde se encontraba arrinconada ni desde cuándo, ni siquiera atinó en saberse extraviada.
Seis años después, los resultados de ese extravío son evidentes, el Poder Judicial de la Federación, desmantelado; el Instituto Nacional Electoral, colonizado; veinticuatro estados de la República, ahora son gobernados por Morena y aliados, así como sus congresos locales, y sin contar sus ayuntamientos.
No conforme con eso, en el pasado proceso electoral, el partido que resultó dominante en el Congreso fue el mismo que te inventaste para llegar al poder, cosa no vista desde hace treinta años, pues ningún presidente de la oposición conoció ni mucho menos consiguió una amalgama similar. Gobiernas como gobernó Díaz Ordaz, Echeverría, De la Madrid y hasta Salinas. Dominas cada espacio de la vida pública del país, eres un verdadero alquimista de tus circunstancias y una singularidad de la democracia.
Hoy que dejas el cargo más alto del sistema político, dejas también una estela de perdurables consecuencias. ¿Quién podrá emular tu influencia sino tú?, ¿Cómo podrá la presidenta implementar medidas necesarias pero impopulares sin tu carisma?, pero sobre todo, ¿Quién lanzará los anzuelos desde la mañanera a una presa arrinconada?
Porque el momento que vivimos no podría entenderse sin ti, pero tampoco sin la oposición que reafirmaste a la imagen y semejanza de sus aspiraciones, tu presa muda, incólume a los sentimientos de la mayoría. Por eso, el México que dejas es una desgraciada dualidad de circunstancias, por un lado, la del pragmático depredador y por otro, la de la premeditada víctima.
Fue en el contexto de la segunda guerra mundial que Winston Churchill decía que nunca tantos le habían debido tanto a tan pocos, yo diría - muy humildemente - que hoy en México, nunca tan pocos le quedaron a deber tanto a todos.
Adiós presidente,
adiós arquitecto de la oposición.