El futbol es una pasión que suele transmitirse de padres a hijos. El papá de Ángel jugaba de defensa central y cargaba con su hijo de un año a los partidos, lo que sin duda explica por qué el niño se aficionó al futbol y al deporte en general.
Ángel desea tanto ser portero que, una Navidad, les pide a los Reyes Magos el uniforme completo de guardameta. Con los años, aparece el talento que definirá su carrera, que es ocupar con igual habilidad las distintas posiciones en el campo, lo cual consigue gracias a que le pega bien al balón con ambos perfiles.
En un partido de los famosos “torneos de barrios”, el legendario Raúl Cárdenas queda sorprendido con el talento del muchacho y lo invita a jugar al Cruz Azul. Sin embargo, el presidente del Toluca se cruza en el camino y le ofrece probarse con los choriceros. El 21 de noviembre de 1973, Ángel se presenta a los entrenamientos, al día siguiente le anota dos goles al primer equipo en un interescuadras y el domingo firma su contrato: ¡tres días para pasar de amateur a profesional en primera división, a los 19 años!
Juega ocho años en Toluca, donde es campeón en la temporada 1974-1975 y donde cumple el sueño de todo niño: conocer a Pelé. “El Rey” se lo quiere llevar a Brasil para que entrene dos años con el Santos, pero Ángel aporta tanto al Toluca que se queda en México. Eso sí, conserva como un tesoro la foto Polaroid que se tomó con el astro brasileño.
En 1981, Manuel Lapuente, entonces directivo del Puebla, lo invita a unirse a la Franja, que pasa por momentos de inestabilidad, los cuales derivan en la venta del equipo y en la salida de los extranjeros (jugadores y técnico). El propio Lapuente asume la dirección técnica y, con una escuadra compuesta de jugadores muy experimentados y muy jóvenes, consigue el primer campeonato de liga del club (el segundo para Ángel).
Esa temporada, Ángel juega en todos y cada uno de los 44 partidos de los camoteros, una proeza que refleja su constancia, disciplina, entrega y sacrificio. Su mayor virtud, además de saber desempeñar todas las posiciones (ocupa dos veces la portería), es dar el cien por ciento en la cancha y saber cuándo decir “hasta aquí, no puedo más, cámbienme”.
La temporada siguiente llega el histórico Enrique López Zarza a jugar justo en la posición de Ángel (extremo izquierdo), quien no toma muy bien la noticia. Lapuente lo tranquiliza diciéndole que confía tanto en él que se va a convertir en el “comodín de lujo” del equipo, la pieza que va a permitir ajustar y equilibrar el parado táctico cuando ocurra una eventualidad (expulsión, lesión, gol en contra).
Ángel deja la Franja en 1988, no sin antes alzar otro título (campeón de Copa). Una vez retirado, se abre la posibilidad de regresar a Toluca, pero decide quedarse en Puebla por lo bien que lo han tratado, la calidez de la afición, la confianza de la gente y porque es una ciudad bonita. No podía ser de otro modo para una leyenda enfranjada que ya es poblana por adopción.