Uno de los grandes retos que nos ha impuesto la pandemia ocasionada por el COVID-19 es trabajar en uno mismo y evolucionar como seres humanos; en diferentes espacios he señalado que, no sabemos cómo entramos a ella, no obstante, tenemos que salir siendo mejores personas.
Derivado de lo anterior, en esta oportunidad, quiero abordar el tema sobre la autoestima y la motivación, como factores que, en la actualidad, favorecen el desarrollo personal y nos permiten superar obstáculos en un contexto complejo.
Para tal fin, tomo como base lo que propone el psicólogo Roberto Colom, autor del libro “Psicología para no volverse loco”, en el sentido de que, la motivación es un tema realmente interesante, pero peligroso. Puede dar la sensación equivocada de que la motivación es una característica psicológica fácil de modificar.
El especialista señala que, la motivación al menos puede dividirse en dos tipos de motivación: la motivación intrínseca, la que va contigo; y la motivación extrínseca, la que viene de fuera.
En cuanto a la autoestima, hace referencia a que es una consecuencia o efecto de algo y no el origen o la causa, como en ciertas ocasiones se entiende. Además, señala que cuando está dando terapia, lo que busca es encontrar esos aspectos internos o externos, que van a incidir en la mejora de esa autoestima o ese nivel de motivación.
El psicólogo puntualiza que, el hecho de que las personas tengan un nivel bajo de autoestima no es positivo individualmente y socialmente. Ello va a entorpecer el comportamiento en distintas circunstancias cotidianas. De igual forma, que se tenga un nivel de motivación muy bajo o muy elevado, ya que funciona mejor cuando se está a un nivel intermedio. Un exceso de motivación o muy poca motivación son igualmente negativos para explicar el comportamiento de los seres humanos.
Adicionalmente, comparte que todos tenemos la necesidad de reconocimiento, ello tiene que ver con que somos individuos únicos e irrepetibles y porque el cómo nos vemos a nosotros mismos, que es nuestra identidad, y cómo nos ven los demás, que es la reputación, tienen consecuencias en la vida de cada uno.
También establece que, un reto magnífico a resolver por cada uno de nosotros es cómo poner en coordinación, cómo me veo a mí mismo, cuál es mi identidad, cómo me ven los demás y cuál es mi reputación. Esa combinación es crucial. Pero si mejoro mi reputación de un modo incongruente en relación con cómo es mi identidad, se llega a un cierto punto donde se va a notar la discrepancia.
Finalmente, hace mención es muy importante que tengamos en consideración esa tensión entre identidad y reputación y nos preguntemos qué puede fallar cuando hay un excesivo peso a la reputación.
Estoy cierto que estos planteamientos nos permiten reflexionar sobre cómo podemos trabajar en nuestra autoestima, la motivación y el conocimiento de uno mismo, de forma que podamos hacerle frente a los retos y oportunidades que se nos presentan en un entorno cambiante e incierto.
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Como mencionó Mark Twain: “Una persona no puede estar cómoda sin su propia aprobación.”
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