/ jueves 26 de septiembre de 2024

Ayotzinapa: ¿Estudiantes víctimas de sí mismos?

Han pasado diez años y no hay una certeza clara de lo que pasó ese día, los intereses políticos y electoreros han contaminado las interpretaciones de un hecho que resulta trágico, no solo por las vidas humanas, sino por todo el contexto que rodeó y rodea este asesinato colectivo.

Tratar de culpar a un partido político o a una sola persona no es del todo acertado, debemos entender que desde hace varios sexenios la violencia ha permeado en nuestro país y el que está por culminar la próxima semana no fue diferente.

Desde hace años, el número de homicidios dolosos ha ido en aumento, sin que se vea un viso claro de reducción, espero equivocarme, pero parece que el nuevo sexenio no tendrá una variación porque los elementos que propician la violencia siguen estando allí, incrustados en una realidad que cada vez resulta más incómoda o insoportable para los que la padecen.

Siempre he tomado la idea de Hemingway de que la muerte de cualquier persona es lamentable, lo cual obviamente aplica a los muertos y seguramente a los 43 desaparecidos normalistas. Me gustaría saber que el reclamo que reza “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” tuviera efecto y un buen día regresaran los estudiantes de la escuela Raúl Isidro Burgos, pero no pecaré de ingenuidad al esperar esto.

También pienso en todos los civiles inocentes, policías y militares que fallecen a diario sin culpa alguna, parte de ellos defendiendo una legalidad que cada vez se diluye más en el río de la impunidad, la simulación de procesos y la complicidad que tienen algunas autoridades con el crimen organizado.

El dolor de los familiares de las víctimas de aquella noche es enorme, tanto como el de los muertos hoy en Sinaloa o los desplazados en Chiapas, pero no puedo dejar de señalar que esos estudiantes no iban a hacer una obra altruista o de trabajo social, ellos se dirigían a boicotear el mitin de la esposa del alcalde Andrés Abarca, al estilo de esa normal rural, es decir, secuestrando camiones, inclusive prendiendo fuego a alguna gasolinería, lo cual también cobra la integridad y la vida de gente ajena a las manifestaciones políticas.

En nuestro país hace mucha falta hablar con argumentos científicos, desgraciadamente buena parte de la población cree que se ignorancia vale lo mismo que el conocimiento, situación que se presta mucho a la manipulación. En ese tenor tengo que mencionar argumentos de criminología y afirmar que los 43 desaparecidos se pusieron en “posición de víctimas”, es decir, la culpa del delito no es de ellos, pero las acciones tomadas los ponen en mayor riesgo y el resultado es igualmente fatal.

Esto también aplicaría a quienes hacen negocios con los criminales organizados, como el joven asesinado que fue dejado a un lado de un vehículo en llamas, enfrente del C5 de Cuautlancingo, Puebla, en claro desafío a la legalidad.

El día de hoy hay protestas ante esta administración federal que no satisfizo las peticiones de los padres o familiares de los desaparecidos. Desde luego que Ayotzinapa es importante, pero igualmente lo son todos los lugares donde existe un estado fallido, así que debe haber atención a los problemas y no solo peticiones a los criminales para que se porten bien, eso me parece una falta de respeto a quienes sufren la violencia.

Espero que todos los culpables de esa noche de hace una década sean sancionados, pero eso no significa que haya que tomar a los 43 desaparecidos como héroes o personas ejemplares a quienes rendirle culto, son seres humanos, cuya vida debe ser respetada como la de cualquier otro; personas con conductas reprochables que fueron víctimas de toda una serie de factores nocivos y también víctimas de ellos mismos que deben ser recordados en función de que ese hecho no debe replicarse, sin embargo, la realidad nos muestra que diariamente suceden varios Ayotzinapas de diversos modos. Hasta la próxima.

@vicente_aven

Han pasado diez años y no hay una certeza clara de lo que pasó ese día, los intereses políticos y electoreros han contaminado las interpretaciones de un hecho que resulta trágico, no solo por las vidas humanas, sino por todo el contexto que rodeó y rodea este asesinato colectivo.

Tratar de culpar a un partido político o a una sola persona no es del todo acertado, debemos entender que desde hace varios sexenios la violencia ha permeado en nuestro país y el que está por culminar la próxima semana no fue diferente.

Desde hace años, el número de homicidios dolosos ha ido en aumento, sin que se vea un viso claro de reducción, espero equivocarme, pero parece que el nuevo sexenio no tendrá una variación porque los elementos que propician la violencia siguen estando allí, incrustados en una realidad que cada vez resulta más incómoda o insoportable para los que la padecen.

Siempre he tomado la idea de Hemingway de que la muerte de cualquier persona es lamentable, lo cual obviamente aplica a los muertos y seguramente a los 43 desaparecidos normalistas. Me gustaría saber que el reclamo que reza “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” tuviera efecto y un buen día regresaran los estudiantes de la escuela Raúl Isidro Burgos, pero no pecaré de ingenuidad al esperar esto.

También pienso en todos los civiles inocentes, policías y militares que fallecen a diario sin culpa alguna, parte de ellos defendiendo una legalidad que cada vez se diluye más en el río de la impunidad, la simulación de procesos y la complicidad que tienen algunas autoridades con el crimen organizado.

El dolor de los familiares de las víctimas de aquella noche es enorme, tanto como el de los muertos hoy en Sinaloa o los desplazados en Chiapas, pero no puedo dejar de señalar que esos estudiantes no iban a hacer una obra altruista o de trabajo social, ellos se dirigían a boicotear el mitin de la esposa del alcalde Andrés Abarca, al estilo de esa normal rural, es decir, secuestrando camiones, inclusive prendiendo fuego a alguna gasolinería, lo cual también cobra la integridad y la vida de gente ajena a las manifestaciones políticas.

En nuestro país hace mucha falta hablar con argumentos científicos, desgraciadamente buena parte de la población cree que se ignorancia vale lo mismo que el conocimiento, situación que se presta mucho a la manipulación. En ese tenor tengo que mencionar argumentos de criminología y afirmar que los 43 desaparecidos se pusieron en “posición de víctimas”, es decir, la culpa del delito no es de ellos, pero las acciones tomadas los ponen en mayor riesgo y el resultado es igualmente fatal.

Esto también aplicaría a quienes hacen negocios con los criminales organizados, como el joven asesinado que fue dejado a un lado de un vehículo en llamas, enfrente del C5 de Cuautlancingo, Puebla, en claro desafío a la legalidad.

El día de hoy hay protestas ante esta administración federal que no satisfizo las peticiones de los padres o familiares de los desaparecidos. Desde luego que Ayotzinapa es importante, pero igualmente lo son todos los lugares donde existe un estado fallido, así que debe haber atención a los problemas y no solo peticiones a los criminales para que se porten bien, eso me parece una falta de respeto a quienes sufren la violencia.

Espero que todos los culpables de esa noche de hace una década sean sancionados, pero eso no significa que haya que tomar a los 43 desaparecidos como héroes o personas ejemplares a quienes rendirle culto, son seres humanos, cuya vida debe ser respetada como la de cualquier otro; personas con conductas reprochables que fueron víctimas de toda una serie de factores nocivos y también víctimas de ellos mismos que deben ser recordados en función de que ese hecho no debe replicarse, sin embargo, la realidad nos muestra que diariamente suceden varios Ayotzinapas de diversos modos. Hasta la próxima.

@vicente_aven