Más allá de que si el caso de Tania N, la candidata a diputada suplente del PRIANRD-PSI, fue parte de una estrategia política en medio del proceso electoral 2024, lo que ha quedado demostrado es que los partidos y sus métodos de selección de abanderados son muy simples, por lo que pareciera que siguen pesando los criterios del amiguismo, el compadrazgo y el dinero para hacerse de una candidatura.
Aunque los familiares de la hoy vinculada a proceso por al menos seis delitos advirtieron que Tania estaba siendo sobre expuesta y utilizada con fines de golpeteo político, lo cierto es que hasta los mismos partidos que la postularon también usaron la imagen de la priista para tratar de vincularla a sus oponentes.
Las redes sociales y hasta el pasado debate dominical entre los candidatos a la gubernatura de Puebla, fueron los escaparates para tratar de “quemar” a los políticos que en su momento posaron con una joven mujer que más allá de sus presuntos vínculos con el crimen, buscaba los reflectores que la vida en la política suele dar a los protagonistas.
La chica que posó con personajes de colores azules, rojos, verdes, guindas y hasta arcoíris, hoy está en cárcel mientras espera los tiempos para enfrentar las acusaciones en su contra. Pero lo peor de todo, es que parece que aquellos políticos que la abrazaron, hoy la han abandonado.
El proceso electoral que vivimos ha exhibido que algunos de los candidatos a los cargos de elección popular tienen dudosas reputaciones y aun así, pese a ello, los partidos y sus dirigentes los postulan. Los líderes de los partidos hacen oídos sordos –no se sabe si porque les compraron la candidatura o porque son sus amigos o compadres- pero ignoran los dudosos historiales y los impulsan.
Ejemplos hay varios. De Tania, los partidos no pudieron investigar si ella tenía un historial limpio y solo la acomodaron por su corta pero ascendente trayectoria en el partido y en cargos públicos medianos. Otro caso es el de Inés Saturnino López Ponce, candidato a presidente municipal de Tecamachalco por el PSI, quien pese a su historial de violencia contras las mujeres, hoy es abanderado y busca repetir en el puesto. Otro más es el candidato a la presidencia municipal de Amozoc por el PT-PVEM y Fuerza por México, José Cruz Sánchez Rojas, quien tiene señalamientos de abuso sexual.
Los casos expuestos son solo algunos pero sirven como ejemplo de que partidos políticos tienen una forma muy laxa de elegir a sus candidatos. Lo único que les importa es ganar la contienda y para ello echan mano de los personajes populares y con money sin importarles su reputación. Por lo que los verdaderos “defensores del pueblo” que llegarán a ser legisladores deberían de traer en su agenda legislativa cómo hacer que sus partidos sean más estrictos para seleccionar a sus candidatos e impulsar solo a gente honorable, aunque entrando en la política esa cualidad sí está cañón encontrarla.
Post-debate
Del debate dominical del pasado fin de semana solo apunto que:
El formato fue más práctico y atractivo que los ejercicios presidenciables.
Los candidatos a la gubernatura contribuyeron -por mucho- a que el debate fuera más atrayente que los federales.
Lástima que las autoridades electorales no promovieran el debate.
Tras el ejercicio los números de las preferencias electorales no se van a mover.
Alejandro Armenta mantuvo el primer lugar al proponer y responder ataques.
Eduardo Rivera mostró carácter y le hubiera ayudado si lo muestra antes.
Fernando Morales logró que lo conocieran como el “chavo-ruco”
Hubo un cuarto protagonista en el debate: Mario Marín
Los tres candidatos confirmaron que todo mexicano tiene un PRI en su pasado.
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