/ viernes 28 de mayo de 2021

Carta a mi nieta Fátima en sus Quince Años

Amada princesa:

Llegaste como una bendición promisoria para la familia. En tu camino te habrás cruzado con tu bisabuelo “Mai” y de seguro recibiste sus bendiciones que te cubrieron de amor. Tu padre, desde pequeño, clamaba por “una hermanita”, y ya más grande nos decía que cuando se casara quería tener una niña. Y es que en la familia Jiménez Alonso fuimos solamente dos hombres los que llegamos a este mundo, los otros cinco se regresaron al cielo antes de nacer, y después ya casados, tu tío abuelo Jesús y yo sólo tuvimos varones en nuestros matrimonios, por lo que nunca supimos del privilegio de contar en la familia con una mujer.

Te darás cuenta entonces la alegría que toda la familia sintió cuando tus padres nos anunciaron que venía a la familia la primera niña. Desde que lo supe te empecé a escribir una carta cada mes, manifestándote mi emoción y mis sentimientos por tu llegada promisoria, ya que eras el anhelo de tus padres, la alegría de tus abuelos maternos y paternos y… ¡LA PRIMERA Y ÚNICA MUJER EN LA FAMILIA!

Tu llegada fue fiesta en nuestros corazones y nos abriste una dimensión desconocida de la vida. Yo dije en aquel entonces que venías a dulcificar nuestra vida, ¡y vaya que lo hiciste! A medida que fuiste creciendo a tu padre lo volviste loco de ternura, y tu madre, siempre orgullosa de haberte concebido, fuiste el mejor regalo que Dios y la vida le pudo haber dado, una hija mujer, que tanto anhelaba.

Y arropada de amor y de cariño, creciste, como dice el Evangelio, “en edad y en gracia”, y todos te llamamos “princesa”, no con la idea de vanagloriarte por tu belleza y donaire, que derrochas a raudales, sino concibiendo y presagiando por tu inteligencia fuera de lo común, un liderazgo en tu vida social y profesional a futuro.

Ahora, haciendo una sinopsis de tiempo y circunstancias, llegas plenamente feliz a tus quince primaveras, y acorde con la costumbre social debutas simbólicamente en una sociedad controvertida, en donde, por la acción de una pandemia, todo está cambiando, y tú y los jóvenes de tu generación encontrarán horizontes promisorios en la medida de su inteligencia, fundamentalmente emocional. Nosotros habíamos jugado al mito de la perfección, y hoy estamos –sarcásticamente- de vuelta, por lo que una nueva aventura se abre perentoriamente para nosotros, pero inconmensurablemente para tu generación. En medio de esta crisis de alineación estelar concebimos ya la posibilidad de conciliar la incertidumbre con la libertad, ascendiendo en la escala de la complejidad, a la vez hacia lo nuevo y hacia el origen, reencantando al mundo y apuntando ahora a lo que nos pareció a nosotros, improbable.

Y ahora tus sueños empezarán a hacerse realidad en la medida en que te apliques para lograrlos. Nada es fácil, pero tampoco difícil. Todo es en la justa proporción de nuestra mente abierta y de nuestro corazón anhelante, ¡y vaya que los tienes! Siempre me causó admiración tu natural y convincente lógica. Nunca aceptabas de primera intención y a ello le llamamos rebeldía, solo que no entendíamos que tú ya estabas en otro nivel mental, en donde lo ordinario ya no tenía relevancia y tus cuestionamientos, como lo eran en “El Principito”, solo servían de camino para “ver lo ordinario con otros ojos”.

Amada Fátima, de ahora en adelante tu camino se abrirá inconmensurablemente y el nuestro se irá reduciendo necesariamente. No sé cuántos años de vida me queden para verte realizada, princesa; lo único que sé es lo que hoy veo en ti: advierto una gran inteligencia adornada con una real belleza. Solo quiero darte hoy un consejo, que todo lo que hagas y todo lo que emprendas tenga un solo motivo, SER FELIZ. Si no es así, ¡nada habrá valido la pena!

Con amor, tu “abo”, Jorge.

Amada princesa:

Llegaste como una bendición promisoria para la familia. En tu camino te habrás cruzado con tu bisabuelo “Mai” y de seguro recibiste sus bendiciones que te cubrieron de amor. Tu padre, desde pequeño, clamaba por “una hermanita”, y ya más grande nos decía que cuando se casara quería tener una niña. Y es que en la familia Jiménez Alonso fuimos solamente dos hombres los que llegamos a este mundo, los otros cinco se regresaron al cielo antes de nacer, y después ya casados, tu tío abuelo Jesús y yo sólo tuvimos varones en nuestros matrimonios, por lo que nunca supimos del privilegio de contar en la familia con una mujer.

Te darás cuenta entonces la alegría que toda la familia sintió cuando tus padres nos anunciaron que venía a la familia la primera niña. Desde que lo supe te empecé a escribir una carta cada mes, manifestándote mi emoción y mis sentimientos por tu llegada promisoria, ya que eras el anhelo de tus padres, la alegría de tus abuelos maternos y paternos y… ¡LA PRIMERA Y ÚNICA MUJER EN LA FAMILIA!

Tu llegada fue fiesta en nuestros corazones y nos abriste una dimensión desconocida de la vida. Yo dije en aquel entonces que venías a dulcificar nuestra vida, ¡y vaya que lo hiciste! A medida que fuiste creciendo a tu padre lo volviste loco de ternura, y tu madre, siempre orgullosa de haberte concebido, fuiste el mejor regalo que Dios y la vida le pudo haber dado, una hija mujer, que tanto anhelaba.

Y arropada de amor y de cariño, creciste, como dice el Evangelio, “en edad y en gracia”, y todos te llamamos “princesa”, no con la idea de vanagloriarte por tu belleza y donaire, que derrochas a raudales, sino concibiendo y presagiando por tu inteligencia fuera de lo común, un liderazgo en tu vida social y profesional a futuro.

Ahora, haciendo una sinopsis de tiempo y circunstancias, llegas plenamente feliz a tus quince primaveras, y acorde con la costumbre social debutas simbólicamente en una sociedad controvertida, en donde, por la acción de una pandemia, todo está cambiando, y tú y los jóvenes de tu generación encontrarán horizontes promisorios en la medida de su inteligencia, fundamentalmente emocional. Nosotros habíamos jugado al mito de la perfección, y hoy estamos –sarcásticamente- de vuelta, por lo que una nueva aventura se abre perentoriamente para nosotros, pero inconmensurablemente para tu generación. En medio de esta crisis de alineación estelar concebimos ya la posibilidad de conciliar la incertidumbre con la libertad, ascendiendo en la escala de la complejidad, a la vez hacia lo nuevo y hacia el origen, reencantando al mundo y apuntando ahora a lo que nos pareció a nosotros, improbable.

Y ahora tus sueños empezarán a hacerse realidad en la medida en que te apliques para lograrlos. Nada es fácil, pero tampoco difícil. Todo es en la justa proporción de nuestra mente abierta y de nuestro corazón anhelante, ¡y vaya que los tienes! Siempre me causó admiración tu natural y convincente lógica. Nunca aceptabas de primera intención y a ello le llamamos rebeldía, solo que no entendíamos que tú ya estabas en otro nivel mental, en donde lo ordinario ya no tenía relevancia y tus cuestionamientos, como lo eran en “El Principito”, solo servían de camino para “ver lo ordinario con otros ojos”.

Amada Fátima, de ahora en adelante tu camino se abrirá inconmensurablemente y el nuestro se irá reduciendo necesariamente. No sé cuántos años de vida me queden para verte realizada, princesa; lo único que sé es lo que hoy veo en ti: advierto una gran inteligencia adornada con una real belleza. Solo quiero darte hoy un consejo, que todo lo que hagas y todo lo que emprendas tenga un solo motivo, SER FELIZ. Si no es así, ¡nada habrá valido la pena!

Con amor, tu “abo”, Jorge.