/ martes 13 de agosto de 2024

Círculo de amparo y el apostolado por la justicia

El 13 de agosto de 1849 se resolvió por vez primera un juicio de amparo en México y fue a favor de un hacendado y revolucionario de nombre Manuel Verástegui, por el que combatía la orden de destierro decretada en su contra sin ninguna formalidad jurisdiccional por el gobernador de San Luis Potosí.

Dicho acontecimiento está circunscrito a una de las épocas más traumáticas para nuestra historia nacional, provocada por la firma y ratificación del “Tratado Guadalupe Hidalgo” por el que el gobierno de México de aquel entonces, cede a los Estados Unidos más de la mitad de nuestro territorio. Era por lo tanto, un momento en el que no hubo un espacio en el territorio, ni un nivel en el gobierno sin debate político.

Paradójica y desgraciadamente el debate sobre la centralidad en el ejercicio del poder cobra vigencia una y otra vez. El amparo en esos años es la novedad de los nuestros, sobre todo, por el efecto más reprochable para quienes encabezan el sistema político ¿Con qué legitimidad una autoridad que no fue electa popularmente impugna determinaciones de autoridades cuyo origen está en las elecciones?

En ese contexto y en el nuestro, la respuesta solamente puede ser dada por los espíritus democráticos, generalmente los más jóvenes, porque al final de cuentas resultan ser, los que no han visto ni sentido lo suficiente para renunciar al cambio.

Fue así como hace dos años, nació Círculo de Amparo, una singularidad de la comunidad universitaria de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) convocada por David Vázquez Maldonado, profesor de la Facultad de Derecho.

Una nueva generación de amparistas atendieron el llamado histórico de poner al servicio de las causas sociales su convicción. Así, Circulo de Amparo ha radicado en el activismo jurídico desde los conocimientos para reivindicar derechos fundamentales sobre leyes que suspenden la plenitud de su ejercicio.

Es el caso de las sentencias contra corridas de toros en Zacatlán, San Martín Texmelucan y Teziutlán, en las que directamente se impugna la Ley de Bienestar Animal, o de la sentencia relativa a la prohibición de la pirotecnia en Tehuacán que le ha valido el reconocimiento nacional como un colectivo de vanguardia.

Larga vida para los apóstoles de la justicia.

El 13 de agosto de 1849 se resolvió por vez primera un juicio de amparo en México y fue a favor de un hacendado y revolucionario de nombre Manuel Verástegui, por el que combatía la orden de destierro decretada en su contra sin ninguna formalidad jurisdiccional por el gobernador de San Luis Potosí.

Dicho acontecimiento está circunscrito a una de las épocas más traumáticas para nuestra historia nacional, provocada por la firma y ratificación del “Tratado Guadalupe Hidalgo” por el que el gobierno de México de aquel entonces, cede a los Estados Unidos más de la mitad de nuestro territorio. Era por lo tanto, un momento en el que no hubo un espacio en el territorio, ni un nivel en el gobierno sin debate político.

Paradójica y desgraciadamente el debate sobre la centralidad en el ejercicio del poder cobra vigencia una y otra vez. El amparo en esos años es la novedad de los nuestros, sobre todo, por el efecto más reprochable para quienes encabezan el sistema político ¿Con qué legitimidad una autoridad que no fue electa popularmente impugna determinaciones de autoridades cuyo origen está en las elecciones?

En ese contexto y en el nuestro, la respuesta solamente puede ser dada por los espíritus democráticos, generalmente los más jóvenes, porque al final de cuentas resultan ser, los que no han visto ni sentido lo suficiente para renunciar al cambio.

Fue así como hace dos años, nació Círculo de Amparo, una singularidad de la comunidad universitaria de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) convocada por David Vázquez Maldonado, profesor de la Facultad de Derecho.

Una nueva generación de amparistas atendieron el llamado histórico de poner al servicio de las causas sociales su convicción. Así, Circulo de Amparo ha radicado en el activismo jurídico desde los conocimientos para reivindicar derechos fundamentales sobre leyes que suspenden la plenitud de su ejercicio.

Es el caso de las sentencias contra corridas de toros en Zacatlán, San Martín Texmelucan y Teziutlán, en las que directamente se impugna la Ley de Bienestar Animal, o de la sentencia relativa a la prohibición de la pirotecnia en Tehuacán que le ha valido el reconocimiento nacional como un colectivo de vanguardia.

Larga vida para los apóstoles de la justicia.