El triunfo fue contundente; la generosa ola de Morena impulsó a sus candidatos en todo el país y la ciudad de Puebla no fue la excepción.
Con madurez, pero sobre todo con mesura José Chedraui Budib salió a declarar el triunfo que se vio confirmado con datos oficiales. Luego de una agitada y convulsa contienda el abanderado de Morena tiene un pie en el ‘Charlie Hall’.
En semanas recientes Chedraui anticipó el perfil que busca imprimir a su gestión. Su periodo se habrá de caracterizar por ambiciosos proyectos de urbanismo que no tienen precedente en la historia de Puebla. El alcalde electo sabe que las inversiones ameritan el apoyo de órganos financieros nacionales e incluso internacionales.
Sin embargo, la prioridad, el clamor y gran demanda social es la seguridad pública. Luego de dos trienios desastrosos en la materia, ahora se espera con interés mayúsculo la estrategia de seguridad de José Chedraui.
Puebla no debe continuar como la arena de pugnas entre grupos criminales; la ciudad no puede seguir como un tiradero de cuerpos que aparecen por las madrugadas en colonias y juntas auxiliares; no es posible que en pleno Centro Histórico se perpetren asaltos a mano armada a plena luz del día.
Los ganadores del proceso electoral obtuvieron el índice de votación más alto de las últimas décadas; esto representa un considerable bono social. Los ciudadanos de Puebla entregaron a Chedraui algo más que su voto; le dieron la confianza para levantar una urbe que se encuentra en crisis.
José tiene en las manos todas las posibilidades para corresponder a esa confianza ciudadana.
Polarización: la protagonista de 2024.
Subrayamos: el índice de participación que se registró el domingo 2 de junio fue uno de los más altos que haya visto esta generación.
Sin duda la polarización y el encono social tuvieron un papel medular.
Miles de mexicanos salieron a las urnas con el vehemente deseo de votar por la continuidad de la Cuarta Transformación, en tanto que otros tantos emitieron su sufragio para impedirlo.
Las largas filas de votantes, la copiosa afluencia fue producto de esa polarización.
En todo el país hay sectores que respaldan de manera contundente y apasionada al presidente López Obrador y su ideario. No se trata solamente de los miles de personas beneficiadas por los programas sociales. Hay amplios grupos que consideran a AMLO un líder de estatura histórica. Son los mexicanos que votaron “6 de 6”.
Del otro lado de la calle están los sectores señalados como: “fifís, conservadores, clasemedieros, aspiracionistas”. Grupos que claramente se sintieron agraviados, ofendidos por un discurso que pretende estigmatizarlos. Esos bloques sociales son los que salieron a votar por Xóchitl Gálvez y sus candidatos aliados. Son los que se identificaron con su actitud contestataria.
El tema iba más allá de cruzar una boleta electoral. Se trataba de responder a las descalificaciones lanzadas. Fueron votos que se emitieron en tono de refutar la narrativa del denuesto.
Sobre el domingo 2 de junio se pueden tener dos lecturas; evidentemente vimos la fiesta de la democracia, pero también estamos ante la factura de grupos ofendidos. Fueron votos más cercanos a la revancha que al ánimo festivo.
En este escenario José Chedraui se ha revelado como un hombre conciliador, alejado del encono o la descalificación. Otro de sus grandes retos será eliminar esa zanja y convocar a la unidad de todos los sectores poblanos.
Estaremos atentos.
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