/ martes 21 de mayo de 2024

Cúpula / ‘Marea rosa’: efecto de la polarización social

Los miles de mexicanos que salieron a marchar en más de 80 ciudades del país evidentemente no comparten el ideario de López Obrador.

En toda nación existe la oposición; es parte inherente al ejercicio democrático. El hecho de que los grupos antagonistas llenen avenidas y plazas es la demostración de una pluralidad viva que late con ímpetu en este momento de la historia.

Incluso para los simpatizantes de Morena debe ser motivo de una profunda reflexión la movilización de sectores que no le son afines.

Sin embargo se deben evaluar la narrativa y el lenguaje social que se expresan en esas concentaciones multitudinarias.

El problema en el México actual es una aguda fractura que se provocó desde hace poco más de cinco años y que con el paso de los días ha agudizado una zanja entre connacionales.

El eje central de la grieta es el discurso que ofende y denuesta a grandes sectores al calificarlos como “fifís, clasistas, racistas, aspiracionistas, conservadores”.

El manejo maniqueo de la realidad nacional solo provocó una fractura innecesaria, inútil, pero sobre todo terriblemente nociva.

Se dividió a los mexicanos como nunca antes en la historia reciente. Se construyó una brecha entre “nosotros los honestos” y “ustedes los corruptos”; aunque los datos de investigaciones demuestran otra realidad.

Y fue precisamente ese discurso maniqueísta el combustible que alimentó el ánimo social del domingo 19 de mayo. Fue la evidente reacción a más de cinco años de descalificaciones y agravios.

Miles de mexicanos salieron a las calles como una respuesta a la polarización y fractura social. Presenciamos la representación viva de aquella frase que reza: “Quien siembra vientos recoge tempestades”.

Desde una perspectiva histórica dividir a los mexicanos representa un recurso primitivo y banal. Y por supuesto está completamente alejado de la grandeza política.

El México actual, de inicios del siglo XXI no es la Guerra de Reforma, ni la Revolución Mexicana. Éstos no son tiempos para fracturar a la población. Recurrir a la polarización es una rupestre herramienta de propaganda.

En décadas recientes los grandes estadistas mostraron una postura radicalmente opuesta a la que vemos en este México.

Cárdenas, Churchill o Mitterrand inspiraron, alentaron la unidad social; motivaron a sus naciones a la más profunda cohesión. De ahí su dimensión histórica; una trascendencia que va más allá de su época y fronteras.

En un mosaico multicultural como México instigar la polarización es -incluso-, una infamia.

En estos momentos y rumbo a la elección presidencial es inapelable que Morena mantiene una hegemonía en la mayoría del país; sin embargo la fractura social está generando muestras de irritación e inconformidad. La ‘marea rosa’, la megamovilización del 19 de mayo fue una prueba inapelable.

Y hay algunos puntos que ya se consideran como rojos para el partido guinda. La elección en la Ciudad de México no es un paseo por jardines, al contrario. Está en riesgo la joya de la corona, el bastión histórico de la izquierda mexicana. Ni remotamente Brugada podrá conseguir el carro completo.

En Veracruz las huestes morenistas ya se preparan para un severo revés. Frente a las pruebas avasalladoras de una corrupción salvaje las tropas de Rocío Nahle saben que es poco lo que pueden hacer.

Conforme pasen los años se podrá dimensionar la polarización social, la profunda división instigada por un discurso maniqueísta.

Como siempre quedo a sus órdenes.

X @CupulaPuebla

cupula99@yahoo.com

Los miles de mexicanos que salieron a marchar en más de 80 ciudades del país evidentemente no comparten el ideario de López Obrador.

En toda nación existe la oposición; es parte inherente al ejercicio democrático. El hecho de que los grupos antagonistas llenen avenidas y plazas es la demostración de una pluralidad viva que late con ímpetu en este momento de la historia.

Incluso para los simpatizantes de Morena debe ser motivo de una profunda reflexión la movilización de sectores que no le son afines.

Sin embargo se deben evaluar la narrativa y el lenguaje social que se expresan en esas concentaciones multitudinarias.

El problema en el México actual es una aguda fractura que se provocó desde hace poco más de cinco años y que con el paso de los días ha agudizado una zanja entre connacionales.

El eje central de la grieta es el discurso que ofende y denuesta a grandes sectores al calificarlos como “fifís, clasistas, racistas, aspiracionistas, conservadores”.

El manejo maniqueo de la realidad nacional solo provocó una fractura innecesaria, inútil, pero sobre todo terriblemente nociva.

Se dividió a los mexicanos como nunca antes en la historia reciente. Se construyó una brecha entre “nosotros los honestos” y “ustedes los corruptos”; aunque los datos de investigaciones demuestran otra realidad.

Y fue precisamente ese discurso maniqueísta el combustible que alimentó el ánimo social del domingo 19 de mayo. Fue la evidente reacción a más de cinco años de descalificaciones y agravios.

Miles de mexicanos salieron a las calles como una respuesta a la polarización y fractura social. Presenciamos la representación viva de aquella frase que reza: “Quien siembra vientos recoge tempestades”.

Desde una perspectiva histórica dividir a los mexicanos representa un recurso primitivo y banal. Y por supuesto está completamente alejado de la grandeza política.

El México actual, de inicios del siglo XXI no es la Guerra de Reforma, ni la Revolución Mexicana. Éstos no son tiempos para fracturar a la población. Recurrir a la polarización es una rupestre herramienta de propaganda.

En décadas recientes los grandes estadistas mostraron una postura radicalmente opuesta a la que vemos en este México.

Cárdenas, Churchill o Mitterrand inspiraron, alentaron la unidad social; motivaron a sus naciones a la más profunda cohesión. De ahí su dimensión histórica; una trascendencia que va más allá de su época y fronteras.

En un mosaico multicultural como México instigar la polarización es -incluso-, una infamia.

En estos momentos y rumbo a la elección presidencial es inapelable que Morena mantiene una hegemonía en la mayoría del país; sin embargo la fractura social está generando muestras de irritación e inconformidad. La ‘marea rosa’, la megamovilización del 19 de mayo fue una prueba inapelable.

Y hay algunos puntos que ya se consideran como rojos para el partido guinda. La elección en la Ciudad de México no es un paseo por jardines, al contrario. Está en riesgo la joya de la corona, el bastión histórico de la izquierda mexicana. Ni remotamente Brugada podrá conseguir el carro completo.

En Veracruz las huestes morenistas ya se preparan para un severo revés. Frente a las pruebas avasalladoras de una corrupción salvaje las tropas de Rocío Nahle saben que es poco lo que pueden hacer.

Conforme pasen los años se podrá dimensionar la polarización social, la profunda división instigada por un discurso maniqueísta.

Como siempre quedo a sus órdenes.

X @CupulaPuebla

cupula99@yahoo.com