/ lunes 23 de septiembre de 2024

Del militarismo al fascismo, solo hay un toque de clarín

Qué difícil debe ser haber apoyado a López Obrador y vivir en su sexenio, pues sin lugar a dudas pareciera tratarse de dos personas disímbolas una de otra, ya que desde iniciada la guerra contra el narco de Felipe Calderón, durante más de 10 años el actual presidente hizo campaña bajo el lema de “Regresar al ejército a los cuarteles”, sin embargo, el país todavía no se sacudía la reforma al Poder Judicial aprobada la semana pasada, cuando la aplanadora morenista y sus aliados aprobaron en el congreso, la reforma que aprueba la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, es decir, la militarización de México.

Esto bajo el discurso de que el ejército no podía ni debía llevar a cabo tareas de seguridad, las más recalcitrantes figuras Lopezobradoristas como Gerardo Fernández Noroña, Citlali Hernández o Mario Delgado, posaban con cartulinas que decían no a la militarización, pero paradójicamente una vez llegaron al poder, hicieron posible la creación de la Guardia Nacional, y para apaciguar las inquietudes que advertían sobre una posible militarización, se hizo una promesa, que el mando de la Guardia Nacional sería civil y no militar.

Sin embargo la Cámara de Diputados con 362 votos a favor y 133 en contra, aprobó en lo general esta polémica reforma propuesta por el ejecutivo, que transforma a la Guardia Nacional en una fuerza armada integrada por personal de origen y formación castrense, esto a pesar de las constantes advertencias que instituciones y organismos internacionales nos han hecho, como la emitida por la oficina del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que afirmó en un escrito que esta reforma profundiza en la militarización de nuestro país, no garantiza una baja en los índices delictivos y aumenta la posibilidad de que se violen los derechos humanos de la ciudadanía.

Una situación que sin duda terminará siendo otro foco rojo en los mensajes que estamos mandando al mundo, que observa con preocupación como México poco a poco se fue quedando con un poder ejecutivo hegemónico, una oposición pulverizada, un congreso a modo, un Poder Judicial destruido y ahora también, una nación militarizada, lo que podría disminuir la inversión externa que llega a nuestro país, cosa que de hecho ya ha ido a la baja durante estos años.

No obstante todo lo relatado con anterioridad, la aprobación de esta reforma nos dice de fondo algo más, y es que desde el oficialismo se está aceptando indirectamente algo que ya todo el país padece, el rotundo fracaso que representó la estrategia de “Abrazos no balazos” establecida durante este sexenio, evidenciando que el gobierno, ya sea por contubernio o por incapacidad, se encuentra total y absolutamente rebasado por la violencia que impera en el país, y en muchos lugares ya, superado táctica y armamentísticamente.

Quien quiera creer la fantasía de que no hay más violencia solo más homicidios, formará parte del problema, pero para quien no, solo hace falta vernos en el espejo de Culiacán Sinaloa, entidad que desde la fragmentación del Cártel de Sinaloa por la captura de "El Mayo Zambada", ha padecido una ola de enfrentamientos que agravan la situación de una entidad que ha estado históricamente caliente con respecto a la criminalidad, y para quien pudiera pensar que justamente por eso es que se necesita una Guardia Nacional de mando militar, la respuesta de uno de ellos respecto a Culiacán no resultó ser un buen augurio, pues cuando el Comandante de la Tercera Región Militar, Francisco Jesús Leana fue cuestionado sobre cuándo se pronostica que pare la violencia en Culiacán, este dijo que no depende de ellos, sino de los grupos delictivos que se enfrentan.

Lo anterior sumado a que la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum, en contra de la realidad ha sostenido que seguirá con la política de seguridad actual, representa prácticamente la claudicación por parte del gobierno y el ejército para defender a la ciudadanía y pone en entredicho a una de las instituciones que más confianza le tiene el pueblo de México, aunque eso sí hay que mencionar, el ejército mexicano ha formado parte de muchos de los episodios más oscuros de nuestra historia reciente, como Tlatelolco, Tlatlaya o Ayotzinapa, y que sobre todo durante esta administración, ha sido muy opaco con respecto al dinero que manejan y como se ha utilizado en las obras que se les ordenó construir a pesar de que esa no fuera su función, condenando al país de los abrazos, con más balazos.

Qué difícil debe ser haber apoyado a López Obrador y vivir en su sexenio, pues sin lugar a dudas pareciera tratarse de dos personas disímbolas una de otra, ya que desde iniciada la guerra contra el narco de Felipe Calderón, durante más de 10 años el actual presidente hizo campaña bajo el lema de “Regresar al ejército a los cuarteles”, sin embargo, el país todavía no se sacudía la reforma al Poder Judicial aprobada la semana pasada, cuando la aplanadora morenista y sus aliados aprobaron en el congreso, la reforma que aprueba la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, es decir, la militarización de México.

Esto bajo el discurso de que el ejército no podía ni debía llevar a cabo tareas de seguridad, las más recalcitrantes figuras Lopezobradoristas como Gerardo Fernández Noroña, Citlali Hernández o Mario Delgado, posaban con cartulinas que decían no a la militarización, pero paradójicamente una vez llegaron al poder, hicieron posible la creación de la Guardia Nacional, y para apaciguar las inquietudes que advertían sobre una posible militarización, se hizo una promesa, que el mando de la Guardia Nacional sería civil y no militar.

Sin embargo la Cámara de Diputados con 362 votos a favor y 133 en contra, aprobó en lo general esta polémica reforma propuesta por el ejecutivo, que transforma a la Guardia Nacional en una fuerza armada integrada por personal de origen y formación castrense, esto a pesar de las constantes advertencias que instituciones y organismos internacionales nos han hecho, como la emitida por la oficina del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que afirmó en un escrito que esta reforma profundiza en la militarización de nuestro país, no garantiza una baja en los índices delictivos y aumenta la posibilidad de que se violen los derechos humanos de la ciudadanía.

Una situación que sin duda terminará siendo otro foco rojo en los mensajes que estamos mandando al mundo, que observa con preocupación como México poco a poco se fue quedando con un poder ejecutivo hegemónico, una oposición pulverizada, un congreso a modo, un Poder Judicial destruido y ahora también, una nación militarizada, lo que podría disminuir la inversión externa que llega a nuestro país, cosa que de hecho ya ha ido a la baja durante estos años.

No obstante todo lo relatado con anterioridad, la aprobación de esta reforma nos dice de fondo algo más, y es que desde el oficialismo se está aceptando indirectamente algo que ya todo el país padece, el rotundo fracaso que representó la estrategia de “Abrazos no balazos” establecida durante este sexenio, evidenciando que el gobierno, ya sea por contubernio o por incapacidad, se encuentra total y absolutamente rebasado por la violencia que impera en el país, y en muchos lugares ya, superado táctica y armamentísticamente.

Quien quiera creer la fantasía de que no hay más violencia solo más homicidios, formará parte del problema, pero para quien no, solo hace falta vernos en el espejo de Culiacán Sinaloa, entidad que desde la fragmentación del Cártel de Sinaloa por la captura de "El Mayo Zambada", ha padecido una ola de enfrentamientos que agravan la situación de una entidad que ha estado históricamente caliente con respecto a la criminalidad, y para quien pudiera pensar que justamente por eso es que se necesita una Guardia Nacional de mando militar, la respuesta de uno de ellos respecto a Culiacán no resultó ser un buen augurio, pues cuando el Comandante de la Tercera Región Militar, Francisco Jesús Leana fue cuestionado sobre cuándo se pronostica que pare la violencia en Culiacán, este dijo que no depende de ellos, sino de los grupos delictivos que se enfrentan.

Lo anterior sumado a que la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum, en contra de la realidad ha sostenido que seguirá con la política de seguridad actual, representa prácticamente la claudicación por parte del gobierno y el ejército para defender a la ciudadanía y pone en entredicho a una de las instituciones que más confianza le tiene el pueblo de México, aunque eso sí hay que mencionar, el ejército mexicano ha formado parte de muchos de los episodios más oscuros de nuestra historia reciente, como Tlatelolco, Tlatlaya o Ayotzinapa, y que sobre todo durante esta administración, ha sido muy opaco con respecto al dinero que manejan y como se ha utilizado en las obras que se les ordenó construir a pesar de que esa no fuera su función, condenando al país de los abrazos, con más balazos.