México es un país que alberga dentro de sí las cualidades para poder convertirse algún día en una potencia mundial, sin embargo, es también un país que parece haberse estancado en el tiempo como la eterna promesa, debido a los tan diversos y complejos problemas que padece, pero al margen de la pobreza, el desarrollo económico, la contaminación, los servicios de salud o la educación pública, sin lugar a dudas la principal amenaza para nuestro país ha sido y desde hace tiempo la inseguridad.
Al respecto no hay que olvidar una nota que debió de haber prendido las alarmas de las autoridades mexicanas a inicios de este año, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal difundió de nueva cuenta su listado anual sobre las ciudades más peligrosas en todo el mundo, y México vergonzosamente ocupa 7 posiciones del top 10, con entidades como Colima, Ciudad Obregón, Zamora, Manzanillo, Tijuana, Zacatecas y Ciudad Juárez, lo anterior es solo un reflejo de lo lejos que estamos de la paz, y del terror con el que diario debe vivir nuestra ciudadanía.
Bajo el marco de la crisis de seguridad que padecemos como nación, y que sin importar qué partido gobierne las cifras de homicidios dolosos aumentan cada sexenio, un debate se ha llevado a cabo en el país respecto a cuál es el origen de esta ola de violencia, y los ojos parecen indicar hacia un solo camino, el sexenio del expresidente Felipe Calderón, cuyo Jefe de Seguridad, el encargado de velar por la paz de nuestro país, Genaro García Luna, fue condenado a prisión el pasado miércoles por una corte de Brooklyn.
El también conocido en ese entonces como superpolicía fue quien estuvo detrás de la guerra contra el narco, la cual podría resumirse simplonamente como patear el avispero, pero sin estrategia ni planeación. La consecuencia fue que capturaron o eliminaron a los cabecillas de los únicos 4 carteles fuertes que había en ese entonces, el de Sinaloa “supuestamente”, el de Juárez, el del Golfo y la Familia Michoacana, pero eso generó un vacío de poder, un vacío que quienes quedaban dentro de esos carteles querían, y estaban dispuestos a hacer lo que fuera por obtenerlo, esto derivó en que se crearan nuevas células delictivas todavía más violentas para ganar esos espacios de poder. Si usted quiere saber por qué es tan difícil combatir al crimen organizado hoy en día, es porque del 2006 a la fecha pasamos de 4 a 155 carteles que operan en territorio nacional.
Así pues, lo más grave no fue que la estrategia de Felipe Calderón no diera soluciones, sino que resultó que su mano derecha Genaro García Luna era un aliado fundamental para las operaciones del Cártel de Sinaloa, no solo no combatiéndolo, sino ayudándolo a volverse uno de los grupos delictivos más poderosos en el mundo, y todo esto a pesar de trabajar cercano a los Estados Unidos, país que de hecho y paradójicamente lo condecoró hasta en 30 ocasiones, pero dos sexenios después, García Luna fue condenado a 38 años de prisión por sus vínculos con el crimen organizado, por lo que considerando sus 56 años de edad, saldría a los 94 si es que llega, a menos que busque hacer un trato para otorgar información a cambio de que le reduzcan su sentencia. Esta posibilidad fue confirmada por su abogado César de Castro.
Pero derivado de todo esto, ¿qué dijo Felipe Calderón? El expresidente se lavó las manos, afirmando que nunca tuvo evidencia verificable que involucrara a García Luna con actividades ilícitas, y que tampoco recibió información durante su sexenio, ni por parte del gobierno mexicano o el estadounidense, que lo alertaran sobre su secretario de seguridad, una versión difícil de creer sobre todo si consideramos su cercanía, pues desde una óptica imparcial y sin sesgos políticos, así como López Obrador no podía no saber sobre las ligas con dinero de René Bejarano, y Claudia Sheinbaum sobre los portafolios con dinero entregados a su exmarido Carlos Imaz, resulta muy complicado imaginar sobre el expresidente, que su mano izquierda Luis Cárdenas Palomino y su mano derecha Genaro García Luna hoy estén purgando sentencias por su colusión con grupos del narcotráfico, y que su jefe directo Felipe Calderón Hinojosa no supiera nada.
Pero regresando a García Luna. Durante su juicio a pesar de saber que sería condenado se veía confiado y sereno, de hecho aprovechó la ocasión que tuvo para hablar en la corte para afirmar que él era inocente y no había hecho nunca nada malo, versión que fue rebatida por la fiscal encargada del caso, quien en un momento hollywoodense después de la defensa de García Luna, miró al juez Brian Cogan y le dijo “Sr. juez, nos están viendo del otro lado de la frontera, debemos mandar el mensaje correcto”. Después de eso el juez le dijo de frente a García Luna que el Cártel de Sinaloa no pudo haber crecido de la manera en que creció sin su ayuda, que tal vez no jaló el gatillo, pero tiene las manos manchadas de sangre y que él era peor que el Chapo Guzmán, porque lo dejó existir.
La condena de García Luna representa también un triunfo ideológico en la línea discursiva del Lopezobradorato, pues es innegable ante la evidencia sobre aquel al que en el sexenio de Felipe Calderón se le encomendó la tarea de protegernos del crimen, resultó al final un criminal, aquel que justificó el baño de sangre en ese entonces porque era el precio a pagar por combatir a los carteles, resultó que ayudó a consolidar el imperio del terror del Cártel de Sinaloa, pero hay algo que el gobierno que continúa con Claudia Sheinbaum quizá no comprende, que no puede vivir este momento por siempre sin hacerse responsables también de sus acciones e inacciones, pues básicamente a García Luna se le condenó por dar abrazos a un cartel, mientras repartía los balazos hacia donde más le convenía ¿No les suena esa historia?
Para quien piense que esto ha terminado, el pasado viernes inició el juicio en contra de “El Mayo Zambada”. ¿Qué otro funcionario de alto rango caerá? Veremos, pero esta historia está muy lejos de terminar.