La Plaza de la Victoria resultó una vez más el mejor escenario para rendir cuentas al pueblo. El segundo informe de Sergio Salomón Céspedes Peregrina resultó un éxito por sus incuestionables números, por su mensaje político a los poblanos, por el cobijo público de la presidenta Sheinbaum, por el nivel de respuesta a los más recientes reproches y también, por el importante nivel de convocatoria.
Por más de tres horas, los mal llamados “chairos” y “fifís” coexistieron y aplaudieron al gobernador oriundo de Tepeaca quien logra una despedida notable dados los desafiantes y complejos tiempos de este México aún dividido.
Las múltiples obras y acciones en infraestructura, educación, salud, apoyo al campo, a las familias más necesitadas, al sano esparcimiento y a la correcta administración de las finanzas del estado dieron forma a ese puente de unidad y reconciliación al que evocó el mandatario como analogía de lo también alcanzado en el ánimo social.
Sin embargo, también fue notorio que la intensidad de los aplausos no fue la misma cuando irremediablemente, el gobernador abordó el cada vez más delicado tema de la seguridad oficial o la inseguridad colectiva que inquieta a la sociedad de este estado. “Que Dios los tenga en su gloria”, pidió el ejecutivo al rendir una especie de homenaje a las y los policías muertos en cumplimiento de su deber.
En este capítulo, los números presentados en el informe no son nada despreciables; el incremento al salario de los uniformados en el estado es sobresaliente, como destacado lo es también el equipamiento a los elementos estatales y a las policías municipales, sin embargo, todo el recurso aplicado, toda la estrategia implementada, toda la coordinación impulsada parecen estar llegando tarde ante una marea delincuencial que sigue subiendo en presencia y nivel de violencia con tal de alcanzar sus objetivos.
Con base en datos oficiales, a las autoridades han llegado alrededor de 1 mil 500 denuncias por robo a negocios en los últimos 10 meses, sin embargo en las últimas semanas esta cifra ha venido mostrando un incremento en la periodicidad y en el nivel de agresividad.
Lo mismo centros de distribución para telefonía celular, que tiendas de ropa, calzado y hasta centros de empeño son blanco de una horda de delincuentes que intoxicados o no, atacan, someten, lastiman y atracan a una población en estado de indefensión. Es la expresión fiel de una delincuencia muy bien organizada y unas autoridades desorganizadas.
Las justificaciones poco ayudan, cuando de dar resultados se trata. Las declaraciones de la realidad aunque sean ciertas, deben ser reflexionadas para evitar una critica que recrudece el momento nada sencillo en el que pareciera que cualquiera puede agraviar y arrebatar sus bienes a la sociedad.
Esto último quedó grabado y exhibido en un video viral tomado sobre la autopista Puebla Orizaba, donde tres jóvenes armados someten y asaltan a vecinos de La Resurrección que esperaban el transporte público a plena luz de la mañana, los tres delincuentes después de arrebatar, se marchan caminando con asombrosa facilidad en sentido opuesto al flujo vehicular. No hubo denuncia ni tampoco castigo, solo un testimonio crudo que circula en las redes sociales.
Y con esa misma impunidad la capital ha experimentado días complejos, las taquerías y otros centros de consumo han comenzado a ser blanco de los agresores que lo mismo llegan en auto o en motocicletas con armas cortas y largas para en segundos, atacar y despojar a decenas de comensales de sus propiedades.
El atraco más comentado y reciente (hasta este domingo) ocurrió en la tienda de autoservicio Bodega Aurrera de San José Xilotzingo, también en esta capital; 5 sujetos armados amagaron a clientes y personal del establecimiento a media tarde para robar con notable facilidad dinero y mercancías.
Según testimonios de las víctimas, dos maleantes sometieron, otros dos saquearon las cajas registradoras y uno más destruyó el exhibidor de telefonía celular para llevarse aparatos telefónicos, esto último también quedo grabado en video.
Sobre este nuevo golpe a la tranquilidad de los poblanos es de llamar la atención la facilidad con la que ingresaron y dominaron a todos los presentes incautos, el tipo de armas con las que se presentaron y reprimieron, la despreocupación por atacar sin los rostros cubiertos para no ser identificados, el tiempo en el que lograron su objetivo y la manera, también despreocupada, con la que se dieron a la fuga.
Como en otros asaltos violentos y no, la policía llegó, pero lo hizo a destiempo. Se presentaron tarde para poder impedir este golpe, pero a tiempo para evitar un enfrentamiento que les puede quitar la vida y dejar desamparadas a sus familia, una preocupación legítima.
No obstante, esa tardanza o estrategia ya la tienen bien medida los criminales y por eso golpean cada vez mas frecuencia y con mayor fuerza; saben que la probabilidad de ser detenidos es minúscula porque el ánimo de las fuerzas policiales se ha diezmado.
Los delincuentes han leído con mucha precisión el momento de “oportunidad” que tienen enfrente y por eso con cada atraco, con cada irrupción, con cada golpe a la sociedad mandan un desafiante mensaje a las autoridades: están empoderados y están decididos a escalar el nivel de violencia hasta donde puedan o hasta donde se les permita.