/ viernes 14 de junio de 2024

Desinformación el mal de la era digital


En las campañas electorales, a pesar de que los medios tradicionales son ocupados todavía como importantes instrumentos para entrar en contacto con el electorado, cada vez más los medios digitales ganan espacio en la comunicación política entre candidatos, partidos y electores. En el caso del Estado de Puebla, los ciudadanos se informaron sobre las actividades y propuestas de Alejandro Armenta, en primer lugar, a través de Facebook con un 21% de menciones, seguido por los volantes y contacto personal con 12% respectivamente, y con espectaculares y Tik-Tok con 11% cada uno, entre otras respuestas.

Medios como la radio y televisión quedaron relegados en séptimo y décimo lugar en el ranking de medios según las respuestas de los electores.

Este cambio, en los medios informativos que son usados por las audiencias para conocer el mundo de la política, tiene importantes implicaciones, pues más allá de ser un simple cambio al medio informativo en boga para informarnos, es la forma en que operan estos medios digitales en comparación a los medios tradicionales. Para empezar, a diferencia de los medios tradicionales, los usuarios de plataformas digitales son tanto emisores como receptores de mensajes. Además, no hay filtros editoriales que revisen la veracidad de los mensajes, lo cual hace de estos medios un terreno fértil para la difusión de desinformación, imitando el formato de las noticias de los medios tradicionales, se difunden datos falsos con toda la intención de desprestigiar a las distintos actores políticos y sociales que se encuentran en el debate público.

Durante la reciente pandemia de Covid 19, un importante sector de la población, según estimaciones a partir de encuestas realizadas, alrededor del 20% de los mexicanos, creían que las vacunas contra el virus sars cov 2 eran parte de una conspiración internacional que buscaban la muerte de una parte de la población, por razones de sobrepoblación y eugenesia.

El problema de la desinformación es más grave que el de la ignorancia, debido a que los desinformados creen estar verdaderamente informados y, por lo tanto, estar en competencia de defender su postura, alejada de la verdad, con argumentos falases y datos falsos.

Este fenómeno ocurre principalmente en la política, basada en realidades mediatizadas, es decir, conocida principalmente a través de medios de comunicación, ante la imposibilidad de conocerla de manera directa. Esta situación hace a los electores muy vulnerables a la desinformación, que al depender de ellos termina adoptando falsas creencias sobre el sistema político, y esto se hizo evidente especialmente en un proceso electoral como el que vivimos el pasado 2 de junio.

El INE afectado por una campaña de desinformación

El resultado electoral en la elección presidencial, a pesar de su contundencia, ya que Claudia Sheinbaum se impuso claramente en una proporción de más de 2 a 1 sobre su competidora más cercana, Xóchitl Gálvez, ha sido aprovechado para una campaña de desinformación en redes sociales, señalando una supuesta disparidad entre los resultados del PREP y las actas de escrutinio en las casillas. La supuesta disparidad aprovecha la no información de los electores mexicanos, es decir el desconocimiento de cómo funciona el sistema electoral, para decir que el PREP sobrestima los votos que recibió Sheinbaum y al mismo tiempo que le quitó votos a Xóchitl Gálvez.

Diversos amigos, simpatizantes de la oposición, me compartieron la supuesta disparidad, diciendo por ejemplo que Claudia Sheinbaum recibió en el PREP 128 mil votos en Huauchinango, cuando este municipio tiene sólo 103 mil habitantes. Esta supuesta inconsistencia es falsa, pues el PREP no dio resultados por municipio, sino por distrito electoral federal, en este caso el distrito Federal 1 con cabecera en el municipio de Huauchinango. El problema es que esta información tergiversada, al ser compartida por los usuarios de plataformas digitales, que en su mayoría no distingue la diferencia entre municipio y distrito, generan una erosión en la credibilidad de las instituciones electorales, en este caso el Instituto Nacional Electoral (INE).

Una encuesta telefónica levantada en el estado de Puebla por Indicadores SC, entre el 7 y 8 de junio, mostró cómo los poblanos le dan una calificación de 6.9 al INE en su capacidad para organizar elecciones transparentes e imparciales, la cuál es significativamente más baja al 8.2 que le habían otorgado anteriormente al Instituto Electoral del Estado de Puebla (IEE). La menor calificación recibida por el INE es consecuencia de la campaña de desinformación que se dio para cuestionar la contundencia del resultado electoral, alegando un súper fraude que operó a través del PREP.


Quienes promueven esta campaña de desinformación, al no cumplir sus objetivos electorales, probablemente busquen ahora manchar el sistema electoral, lo que acarrearía consecuencias que aún no podemos vislumbrar, pero probablemente pueda significar la pérdida del INE como un organismo con credibilidad en un futuro.