/ jueves 8 de agosto de 2024

Después de 79 años, ¿habrá otro ataque nuclear?

Si estudiamos el estado que guardan hoy las ciudades de Hiroshima y Nagazaki, nos daremos cuenta que son unas urbes dinámicas, totalmente recuperadas y dignas de pertenecer al Primer Mundo; en cambio, veamos a Acapulco, que algún día fue la mejor playa del mundo y que hoy es custodiada como si fuera zona de ocupación. Evidentemente la corrupción y la delincuencia hacen más daño que una bomba atómica.

Esta semana se cumplen casi 8 décadas del bombardeo que dio fin a la Segunda Guerra Mundial, en el cual fueron calcinadas miles de personas inocentes. No hay una justificación éticamente aceptable respecto a ese ataque, el cual no fue muy diferente a matar judíos en los campos de concentración, simplemente recordemos que la historia es un relato cruel, sin un sentido y donde los seres humanos se han enfrentado inmisericordemente unos contra otros, así que pensar en que hay un bando bueno y otro malo es tonto y hasta absurdo.

Después de ese ataque, ordenado por el presidente Harry S. Truman, jamás se ha vuelto a disparar un arma de esa naturaleza, obviamente nos referimos a acciones de combate, porque pruebas han existido muchas. Recuerdo claramente cuando Erika Vexler, transmitiendo en vivo la primera guerra del Golfo, afirmó rotundamente una frase que a todos nos causó una sorpresa combinada con miedo: “nuclear, Jacobo”, cuando hablaba para el noticiero más importante del país de esos ayeres. Evidentemente la transmisión televisiva de esa llamada despertó todos los temores que surgieron de las películas, series, noticias y todo ese imaginario que creó la Guerra Fría.

Pasados estos 79 años, el poder atómico es poseído por países de occidente y enemigos del mismo bloque: Estados Unidos, Francia, Reino Unido, India, China, Rusia, Pakistán, Corea del Norte e Israel tienen capacidad de disparar una ojiva de dimensiones apocalípticas, recordando que un ataque podría desencadenar una respuesta letal para el planeta entero.

Evidentemente hay diferencias notables y amenazas claras, es más, sabemos que la guerra de Ucrania pone en riesgo al planeta entero, todo surgido de una expansión de la Otan que es inaceptable para Moscú, también la historia es clara y nos dice que cualquier acción es válida si ésta ayuda a derrotar al enemigo, pero todos los países saben que lanzar un misil nuclear puede significar la propia destrucción del país. Por ejemplo, si hubiera un ataque de Rusia a Estados Unidos o viceversa, la respuesta, desde los muchos submarinos nucleares, sería imparable, dando como resultado una destrucción total, esto refiriéndonos a las grandes potencias. En el caso de que Corea del Norte se atreviese a disparar en contra de un grande de occidente, seguramente su territorio podría ser incinerado en cuestión de minutos y los misiles de Pionyang podrían ser interceptados por los sistemas defensivos, efectivos ante un bombardeo pequeño, pero vulnerables ante un ataque a gran escala.

Es entonces que el uso de las armas nucleares está fuera de lo razonable, para quien sea, el problema es que precisamente en este mundo contemporáneo nos estamos enfrentando a lo inimaginable, lleno de ignorancia, superstición y nacionalismos que pueden rayar en la locura o megalomanía de un líder o militar que dispare sin recordar la tragedia global que significa eso. Desgraciadamente cuando escucho los discursos de los dictadores, las opiniones de internet, los negacionistas del covid o de la redondez de la tierra, creo que estamos ante un gran peligro, porque puede haber algún loco o ignorante, en el poder, que pueda comprometer al mundo mediante un ataque. Creo que el riesgo actualmente es mayor, no por las ambiciones de siempre, sino por la ignorancia, el fanatismo y la estupidez que se han proliferado en el planeta actualmente. Espero que los grandes dirigentes guarden la cordura y jamás se vuelva a escindir un átomo con fines bélicos.

Hasta la próxima.


@vicente_aven


Si estudiamos el estado que guardan hoy las ciudades de Hiroshima y Nagazaki, nos daremos cuenta que son unas urbes dinámicas, totalmente recuperadas y dignas de pertenecer al Primer Mundo; en cambio, veamos a Acapulco, que algún día fue la mejor playa del mundo y que hoy es custodiada como si fuera zona de ocupación. Evidentemente la corrupción y la delincuencia hacen más daño que una bomba atómica.

Esta semana se cumplen casi 8 décadas del bombardeo que dio fin a la Segunda Guerra Mundial, en el cual fueron calcinadas miles de personas inocentes. No hay una justificación éticamente aceptable respecto a ese ataque, el cual no fue muy diferente a matar judíos en los campos de concentración, simplemente recordemos que la historia es un relato cruel, sin un sentido y donde los seres humanos se han enfrentado inmisericordemente unos contra otros, así que pensar en que hay un bando bueno y otro malo es tonto y hasta absurdo.

Después de ese ataque, ordenado por el presidente Harry S. Truman, jamás se ha vuelto a disparar un arma de esa naturaleza, obviamente nos referimos a acciones de combate, porque pruebas han existido muchas. Recuerdo claramente cuando Erika Vexler, transmitiendo en vivo la primera guerra del Golfo, afirmó rotundamente una frase que a todos nos causó una sorpresa combinada con miedo: “nuclear, Jacobo”, cuando hablaba para el noticiero más importante del país de esos ayeres. Evidentemente la transmisión televisiva de esa llamada despertó todos los temores que surgieron de las películas, series, noticias y todo ese imaginario que creó la Guerra Fría.

Pasados estos 79 años, el poder atómico es poseído por países de occidente y enemigos del mismo bloque: Estados Unidos, Francia, Reino Unido, India, China, Rusia, Pakistán, Corea del Norte e Israel tienen capacidad de disparar una ojiva de dimensiones apocalípticas, recordando que un ataque podría desencadenar una respuesta letal para el planeta entero.

Evidentemente hay diferencias notables y amenazas claras, es más, sabemos que la guerra de Ucrania pone en riesgo al planeta entero, todo surgido de una expansión de la Otan que es inaceptable para Moscú, también la historia es clara y nos dice que cualquier acción es válida si ésta ayuda a derrotar al enemigo, pero todos los países saben que lanzar un misil nuclear puede significar la propia destrucción del país. Por ejemplo, si hubiera un ataque de Rusia a Estados Unidos o viceversa, la respuesta, desde los muchos submarinos nucleares, sería imparable, dando como resultado una destrucción total, esto refiriéndonos a las grandes potencias. En el caso de que Corea del Norte se atreviese a disparar en contra de un grande de occidente, seguramente su territorio podría ser incinerado en cuestión de minutos y los misiles de Pionyang podrían ser interceptados por los sistemas defensivos, efectivos ante un bombardeo pequeño, pero vulnerables ante un ataque a gran escala.

Es entonces que el uso de las armas nucleares está fuera de lo razonable, para quien sea, el problema es que precisamente en este mundo contemporáneo nos estamos enfrentando a lo inimaginable, lleno de ignorancia, superstición y nacionalismos que pueden rayar en la locura o megalomanía de un líder o militar que dispare sin recordar la tragedia global que significa eso. Desgraciadamente cuando escucho los discursos de los dictadores, las opiniones de internet, los negacionistas del covid o de la redondez de la tierra, creo que estamos ante un gran peligro, porque puede haber algún loco o ignorante, en el poder, que pueda comprometer al mundo mediante un ataque. Creo que el riesgo actualmente es mayor, no por las ambiciones de siempre, sino por la ignorancia, el fanatismo y la estupidez que se han proliferado en el planeta actualmente. Espero que los grandes dirigentes guarden la cordura y jamás se vuelva a escindir un átomo con fines bélicos.

Hasta la próxima.


@vicente_aven