/ viernes 2 de agosto de 2024

Educar para la vida 2ª parte

La educación no solo requiere del compromiso personal, sino que debe estructurarse e impulsarse mediante un proceso multifactorial, debido a que, en ella deben participar y contribuir estudiantes, padres de familia, actores educativos y los gobiernos, en sus tres niveles. En el entendido que, la educación para la vida comienza en el hogar y desde la niñez.

Así, para alcanzar un alto desarrollo, los estudiantes deben contar con docentes comprometidos y capacitados, para que trasmitan sus conocimientos y enseñanzas, pero para ello, deben tener los instrumentos y materiales didácticos, que a su vez estén a disposición de los estudiantes para impulsar su aprendizaje, el cual les permita desarrollarse en su vida futura.

Se debe impulsar un modelo educativo, el cual responda a un proyecto de nación, sí, pero que debe estar condicionado y sustentado en la calidad y la competitividad; al tiempo que garantice la equidad educativa y el desarrollo de las comunidades, mediante la implementación de estrategias transversales de políticas sociales para apoyar a quienes verdaderamente más lo requieran.

Es decir, que debamos partir y tener claro que los mexicanos tenemos que vivir en un país menos injusto y a la vez más desarrollado, desterrando los niveles de pobreza y desempleo que nos aquejan, instaurando una sociedad del conocimiento que nos ubique y posicione en el contexto internacional.

Pues en la era del desarrollo tecnológico, digital etc., en nuestro país se debe luchar por tener estudiantes que tengan una formación integral para la vida, e impulsarla con una cultura que tenga la capacidad y los medios para adherirse a los avances científicos y con competitividad a la economía y a la sociedad en la esfera global, las cuales permitan a los estudiantes alcanzar un desarrollo pleno.

Ante ello la gran apuesta de la educación para la vida, es que todos los estudiantes deban recibir una educación de calidad, más aún los niños, para que tengan un desarrollo mental más amplio, con bases sólidas, las cuales serán las herramientas que les permitan enfrentar y tener la certeza de que contaran con un futuro más promisorio.

Por otra parte, siempre que distintos gobiernos han presentado una reforma educativa, no establecen con claridad la forma de como involucrar de manera activa a los padres de familia y; que decir de los actores educativos que no cuentan con un adecuado acompañamiento pedagógico ya sea para mejorar los objetivos de enseñanza-aprendizaje o para la gestión escolar de los planteles, al tiempo de instrumentar políticas para que todos los miembros de la comunidad se involucren activamente en su mejora continua.

Por otra parte, en una gran mayoría de planteles escolares de los diversos niveles educativos, utilizan de manera ineficiente el tiempo de enseñanza. “Estudios y expertos internacionales sugieren que al menos 85 por ciento del tiempo frente al grupo se utilice efectivamente en actividades de aprendizaje. En México, se destina en promedio el 56 por ciento”.

Ante estas acciones, es claro que la mayoría de los mexicanos deseamos que, con proyectos de gran visión, se apunte a atender las necesidades en cada ámbito territorial, en consecuencia, la política educativa debe orientarse a la comprensión de los procesos estructurales, de atender conflictos institucionales y desde la acción e ideología de las comunidades.

Pero que a su vez la política educativa deba fortalecer la identidad, las tradiciones sociales y culturales y, apuntar a una misma lógica que justifique e impulse el desarrollo de todos los niveles educativos.

En síntesis, cualquier acción que realmente se quiera convertir en transformadora de la sociedad y en particular la educativa, deba ante todo incluir la formación en valores, en el entendido que ello reforzara la educación para la vida e impulsara el desarrollo integral de los estudiantes y de una mejor sociedad.

Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.com

La educación no solo requiere del compromiso personal, sino que debe estructurarse e impulsarse mediante un proceso multifactorial, debido a que, en ella deben participar y contribuir estudiantes, padres de familia, actores educativos y los gobiernos, en sus tres niveles. En el entendido que, la educación para la vida comienza en el hogar y desde la niñez.

Así, para alcanzar un alto desarrollo, los estudiantes deben contar con docentes comprometidos y capacitados, para que trasmitan sus conocimientos y enseñanzas, pero para ello, deben tener los instrumentos y materiales didácticos, que a su vez estén a disposición de los estudiantes para impulsar su aprendizaje, el cual les permita desarrollarse en su vida futura.

Se debe impulsar un modelo educativo, el cual responda a un proyecto de nación, sí, pero que debe estar condicionado y sustentado en la calidad y la competitividad; al tiempo que garantice la equidad educativa y el desarrollo de las comunidades, mediante la implementación de estrategias transversales de políticas sociales para apoyar a quienes verdaderamente más lo requieran.

Es decir, que debamos partir y tener claro que los mexicanos tenemos que vivir en un país menos injusto y a la vez más desarrollado, desterrando los niveles de pobreza y desempleo que nos aquejan, instaurando una sociedad del conocimiento que nos ubique y posicione en el contexto internacional.

Pues en la era del desarrollo tecnológico, digital etc., en nuestro país se debe luchar por tener estudiantes que tengan una formación integral para la vida, e impulsarla con una cultura que tenga la capacidad y los medios para adherirse a los avances científicos y con competitividad a la economía y a la sociedad en la esfera global, las cuales permitan a los estudiantes alcanzar un desarrollo pleno.

Ante ello la gran apuesta de la educación para la vida, es que todos los estudiantes deban recibir una educación de calidad, más aún los niños, para que tengan un desarrollo mental más amplio, con bases sólidas, las cuales serán las herramientas que les permitan enfrentar y tener la certeza de que contaran con un futuro más promisorio.

Por otra parte, siempre que distintos gobiernos han presentado una reforma educativa, no establecen con claridad la forma de como involucrar de manera activa a los padres de familia y; que decir de los actores educativos que no cuentan con un adecuado acompañamiento pedagógico ya sea para mejorar los objetivos de enseñanza-aprendizaje o para la gestión escolar de los planteles, al tiempo de instrumentar políticas para que todos los miembros de la comunidad se involucren activamente en su mejora continua.

Por otra parte, en una gran mayoría de planteles escolares de los diversos niveles educativos, utilizan de manera ineficiente el tiempo de enseñanza. “Estudios y expertos internacionales sugieren que al menos 85 por ciento del tiempo frente al grupo se utilice efectivamente en actividades de aprendizaje. En México, se destina en promedio el 56 por ciento”.

Ante estas acciones, es claro que la mayoría de los mexicanos deseamos que, con proyectos de gran visión, se apunte a atender las necesidades en cada ámbito territorial, en consecuencia, la política educativa debe orientarse a la comprensión de los procesos estructurales, de atender conflictos institucionales y desde la acción e ideología de las comunidades.

Pero que a su vez la política educativa deba fortalecer la identidad, las tradiciones sociales y culturales y, apuntar a una misma lógica que justifique e impulse el desarrollo de todos los niveles educativos.

En síntesis, cualquier acción que realmente se quiera convertir en transformadora de la sociedad y en particular la educativa, deba ante todo incluir la formación en valores, en el entendido que ello reforzara la educación para la vida e impulsara el desarrollo integral de los estudiantes y de una mejor sociedad.

Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.com