Creer que seríamos una potencia mundial si no fuera por la intervención de España o Estados Unidos es absurdo, ya en anteriores colaboraciones me he sostenido que odiar la hispanidad es odiar a México como tal, sin embargo, este argumento es todavía muy usado debido a la ignorancia y complejos que tiene buena parte de los mexicanos, pero hoy hablaré respecto a lo que sucede con nuestros vecinos del norte.
Recuerdo alguna clase de historia, donde amargamente se nos contaba que las tropas malvadas de Winfield Scott y Zachary Tylor avanzaron sobre nuestro país, el cual fue defendido en última instancia por unos grandes héroes en el Castillo de Chapultepec, creando así un falso imaginario que sigue vigente hasta hoy. Lo cierto es que en 1846 el norte mexicano estaba muy despoblado y el país estaba muy dividido, cada bando quería tener el poder total y era capaz de hacer lo que fuera para alcanzarlo, en un escenario no muy distinto al actual. Esa guerra se perdió porque no todas las entidades federativas participaron en ella, entre otros factores, lo cual se toma como una tragedia, pero no se menciona con exactitud que Benito Juárez entregó toda la soberanía a los vecinos del norte, con tal de ganar la guerra de Reforma; o que Francisco Madero fue apoyado por Washington para iniciar la Revolución, situaciones que pueden tener diversas interpretaciones y consecuencias que deben verse actualmente, sin patrioterismos y con un pragmatismo en pro de salvaguardar la civilidad y el orden.
La hegemonía de EU, alcanzada después de la Segunda Guerra Mundial, se muestra en los aspectos económico, cultural, militar e ideológico, en ese sentido simplemente hay que mirar el estilo de vida que tenemos la mayoría de los mexicanos: netamente occidental o que aspira a ser occidental, para muestra la coca cola, el cine, los jeans y las canciones en inglés.
En cuestiones de dinero, simplemente hay que recordar que los norteamericanos son nuestros mayores socios, el libre comercio ha traído beneficios manifiestos. Yo recuerdo la variedad de mercancías y los precios antes del Gatt y lo que sucedió después, entonces hay que dejar esas ideas obsoletas de que un país puede ser autosuficiente en cuanto a sus satisfactores y entender que sólo en bloque se pueden alcanzar beneficios conjuntos.
Qué decir de las remesas, esos miles de millones de dólares que son enviados a nuestro territorio, los cuales son fundamentales y necesarios para las muchísimas familias que dependen de esos recursos.
En cuanto a publicidad, cultura y hasta deportes, recordemos cuántos negocios, propiedad de mexicanos, operan bajo franquicias de origen estadounidense, haciéndose parte de la rutina, por mencionar un ejemplo tenemos lo muy normal que resulta comerse un Mc Trío o tomarse una “coquita”, prueba de ello es Chiapas, donde la población indígena ha hecho de la coca-cola una bebida obligada para las tres comidas del día.
Podemos señalar los préstamos hechos a nuestro país, especialmente el posterior al “error de diciembre”, que consistió en decenas de milesde millones de dólares para estabilizar la situación, sin los cuales esa crisis hubiera durado décadas.
Desde luego que hay episodios cuestionables, pero debemos asumir que a los norteamericanos no les conviene que exista un caos en nuestro país, por lo cual han sido un factor que busca la estabilidad y el orden, elementos sumamente necesarios y que hoy hacen mucha falta en nuestro país, víctima del crimen organizado, la corrupción y malos manejos gubernamentales, además de problemas recientes que ponen en peligro nuestro estado de derecho.
Personalmente espero que el recién electo Donald Trump pueda “hacer grande a América de nuevo”, en un sentido donde haya progreso y legalidad para los habitantes de nuestro vecino y los miembros del T-Mec, acuerdo que jamás debe abandonar nuestro país para el beneficio propio y de las generaciones próximas.
@vicente_aven