¿Qué será peor, que cuatro de cinco supuestos candidatos a la gubernatura se negaran a participar en el encuentro que se tenía previsto para esta noche de lunes en la Universidad Iberoamericana o que, después de la negativa, no vaya a haber ningún tipo de condena o reacción relevante por parte de la sociedad civil, presunta organizadora del evento?
La historia ya la conoce usted.
Martha Érika Alonso, de la coalición Por Puebla al Frente, rechazó la invitación de los convocantes, el Consorcio Universitario, el Consejo Coordinador Empresarial y el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia, por la visita del dirigente nacional del PAN, Damián Zepeda Vidales, a tierras poblanas.
Luis Miguel Barbosa, de la alianza Juntos Haremos Historia, que ya había dado el “sí”, dijo que “siempre no” cuando supo que su contrincante del panismo había declinado.
Michel Chaín, del Partido Verde, se declaró indispuesto por una salida a la Ciudad de México para entrevistarse con colaboradores de José Antonio Meade, su (¿en serio?) candidato presidencial.
Y Alejandro Romero Carreto respondió que no por la realización de un viaje a Estados Unidos para reunirse con migrantes.
Solo Enrique Doger Guerrero, del PRI, contestó de manera positiva y se mantuvo así hasta el final, hasta que le dieron a conocer que se cancelaría el evento, denominado Encuentro con candidatos 2018: Desafíos y Compromisos, por la falta, precisamente... ¡de candidatos!
Los inconvenientes de agenda externados por tres de los presuntos abanderados (una es real, Martha Érika, y dos son falsos, Chaín y Romero) no son creíbles.
La negativa responde en realidad a decisiones de estrategia electoral, de esas que se toman en los “cuartos de guerra” de los candidatos con base en análisis que permiten establecer posibles riesgos y consecuencias.
Aquí hay que incluir a Barbosa.
Desde que la iniciativa fue presentada, los organizadores subrayaron que no se trataba de un debate, con cabida para descalificaciones y confrontaciones entre aspirantes, sino de un encuentro con la sociedad en el que se privilegiarían propuestas y compromisos con base en una agenda de cinco temas: seguridad y procuración de justicia; competitividad y desarrollo económico; educación y prosperidad; transparencia y anticorrupción, y sustentabilidad y medio ambiente.
Si el formato del encuentro no daría pie a la confrontación, ¿qué ocurrió entonces?
La respuesta parece hallarse en el sitio elegido como sede.
La Ibero, en el rectorado de Fernando Fernández Font, ha sido la institución educativa más crítica del sexenio de Rafael Moreno Valle, por lo que no era difícil esperar que sus académicos y algunos estudiantes adoptaran esa misma actitud con Martha Érika en el pódium, reprochándole o cuestionándole las acciones de su esposo, frente a miles de espectadores que podrían haber seguido el encuentro a través de las redes sociales.
Por supuesto que nadie en esa universidad se iba a prestar a controlar las expresiones de su auditorio, pese a la insinuación o sugerencia de los organizadores, en caso de que hubiese existido.
“¿Para qué ir entonces a un escenario altamente riesgoso?”, se habrán preguntado los operadores de la ex secretaria general del PAN.
Chaín y Romero, ya sabe usted, recibieron la instrucción de sus respectivos mandos y actuaron en consecuencia.
Si acudían al llamado de la cúpula empresarial y las universidades privadas habrían dejado sola a la candidata del partido blanquiazul, algo que no se podían permitir, dado su papel de aliados y comparsas del morenovallismo en esta elección.
Barbosa, por su parte, terminó por aniquilar el frustrado encuentro cuando decidió no acudir, basado también en sus intereses políticos.
El candidato a gobernador de Morena, PT y PES quería en la arena a su rival más fuerte, Alonso, y evitó subirse al ring, en un duelo de dos, con Doger.
El senador con licencia no recurrió a “inconvenientes de agenda” para disculparse.
Fue explícito en su negativa pero menospreció con ello al público que se había preparado para escucharle y conocerle esta noche en esa universidad.
En síntesis, la iniciativa “ciudadana” fue un fracaso.
¿Qué pasará ahora con la elección de gobernador?
¿Habrá alguna consecuencia en el resultado de los comicios por el desaire de los candidatos a la iniciativa?
Seguramente no.
Por desgracia, ni la cúpula empresarial, personificada por Carlos Montiel Solana y el CCE; ni universidades como la Ibero, la UPAEP, la Anáhuac y la Madero, ni mucho menos el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia, han cumplido ese papel que se adjudican de verdaderos representantes de la sociedad civil.
Si en verdad fuesen voceros ciudadanos ningún aspirante les habría dicho que no.
Ese es un problema que deben reconocer, reflexionar y, si quieren y pueden, corregir.
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