El invierno es apagado; la primavera es loca; el verano es alegre y el otoño es sabio
Mehmet Murat ildan
Llegó otoño, es el período del año en que día y noche tienen una misma duración; doce horas de día y doce de noche.
Ahora, más allá del cambio visual que experimentaremos y del significado etimológico de la palabra otoño (que según proviene de un vocablo etrusco, que era la lengua hablada en Etrucia, la actual Toscana en Italia), es un periodo diferente a las otras estaciones que, además del clima, tiene que ver con la acepción filosófica de atravesar del tiempo.
Desde la interpretación filosófica propia, otoño es el turno que marca un alto en el camino para deliberar sobre lo hecho; y la naturaleza -como en cada una de las estaciones- nos permite este tiempo, que en su discurso nos dice qué hacer.
De manera específica, otoño nos expresa que hay cambios oportunos e ineludibles que descubrir, pero también para proceder. Que ha llegado el momento de ganar perdiendo porque se logra la maduración necesaria para alcanzar beneficios.
Es lo que sucede por ejemplo con los árboles que pierden las hojas pero que, al caer, aunque se pudren, nutren la tierra para fortalecer las raíces que mantiene a los árboles de pie y productivos.
Por lo que el cosechar en otoño -en un sentido metafórico- es recoger aprendizajes cultivados a lo largo del andar; en consecuencia, se cuenta con pensamientos más maduros, lo que implica que desde el conocimiento como desde lo físico y desde lo energético se es más proclive a resultados más racionales que emocionales.
Aunque no soy ni astrónomo ni astrólogo, estoy convencido que todo fenómeno tiene una causa energética y hace que las personas actuemos de una u otra forma. Es por ello, que se desarrollan y cultivan pensamientos más racionales que emocionales o la inversa.
De acuerdo a la interpretación que hago de este discurso de la naturaleza, como cada estación y circunstancia, en otoño hay tanto factores positivos como negativos que atravesamos de forma irremediable, pero que, requerimos ser suficientemente prudentes para lo uno u otro.
Si lo vemos desde en un mensaje positivo, otoño lo podemos disponer como un regalo de vida en el sinfín de condiciones propias de la temporada, que tienen que ver desde el disfrutar de mayor descanso físico hasta equilibrar mejor el espíritu.
El fenómeno de la naturaleza que produce el cambio de hermosos colores amarillos, rojos y ocres en las hojas de los árboles es a causa de su madurez y vejez que lleva a cumplir ciclos. Esto mismo se puede producirse en almas y espíritus más sensibles al cumplir el ciclo se la vida.
Por otro lado, en el sentido racional, otoño se ha caracterizado por sucesos importantes a lo largo de la historia. Para dar tan solo tres ejemplos relevantes en el mundo, está el 12 de octubre de 1492, día en que Cristóbal Colón “descubre” América; el 27 de septiembre de 1821 se consuma la independencia de México; 9 de noviembre de 1989 cae el Muro de Berlín…
Pero, desde el punto de vista “negativo” -por decirlo de alguna manera- otoño, es el momento en que la naturaleza se despoja de lo viejo para dar vida a lo nuevo -indican los biólogos- el ambiente se carga de bacterias que se propagan mucho más rápido y fáciles las infecciones.
Recuerde que la temperatura empieza a bajar, se despliegan vientos más fuertes, esto permite enfermedades respiratorias por el aumento de humedad porque bajan las defensas.
Cierto es que no terminamos de entender que hay una pandemia que ha matado a miles y miles de personas. El Bicho-Feo, el COVID-19, en otoño, puede tener un rebote mayúsculo. ¿Le suena?