/ martes 13 de agosto de 2024

El marinismo ya no existe

La excarcelación de Mario Marín Torres no tiene ninguna incidencia en la dinámica del poder político en Puebla. Quienes hablan de una aglutinación del marinismo lo hacen de mala fe y para fortalecer una narrativa opositora que busca desprestigiar al gobernador electo, Alejandro Armenta Mier.

La oposición de la Cuarta Transformación en Puebla sabía que no tenía un perfil competitivo para ganar la gubernatura, pues la ciudadanía en general manifestaba un anhelo por continuar con el cambio del viejo régimen, por uno de bienestar, justicia y paz. Además, hay satisfacción con los resultados de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, así como con la estabilización política y administrativa que emprendió desde diciembre de 2022 el gobernador sustituto, Sergio Salomón Cespedes Peregrina. Por ello, la oposición emprendió una línea narrativa para desprestigiar al puntero en la elección, tratando de vincularlo con el exgobernador poblano Mario Marín Torres.

Pensar que el cambio de medidas cautelares de prisión a arraigo domiciliario son una oportunidad para el viejo grupo del ex gobernador es desproporcionado y malicioso. El único operador que le quedaba también está en prisión aunque esté por otro ilícito: el feminicidio de Cecilia Monzón.

Por si fuera poco lo detestable de esta historia, debemos agregar un razonamiento estrictamente político ¿Quién en su buen juicio permitiría retratarse, ser visto en público, o ingresar a visitar a Marín en privado en su domicilio de Xilotzingo? Incluso aquellos que aún se consideren amigos o que cuenten con algún tipo de afinidad familiar evitarán a toda costa ser asociados con el exgobernador para evitar cualquier linchamiento mediático, más aún si se es cercano al gobernador electo.

El poder no se comparte y por lo menos en Puebla el gobernador en turno es el líder político por excelencia, más aún si es un gobernador electo con la fortaleza, liderazgo y legitimidad con el que cuenta Alejandro Armenra Mier un político profesional con más de 30 años de experiencia en el servicio público, una carrera propia y de mérito.

Los muertos políticos sí existen. Esto es así cuando ante los ojos de la cosa pública se encuentran desprestigiados por su actuar. El caso de Marín, Zavala y compañía es el de servidores públicos que le fallaron a Puebla y que hoy son detestados por sus fechorías, se encuentran más que en el ostracismo, se encuentran en el sepulcro político.

El sabadazo de Marín es otro caso de impunidad que hace imperativa una reforma integral al Poder Judicial, su encarcelamiento se debió a la lucha jurídica y mediática de Lydia Cacho, así como al repudio de la sociedad.

La excarcelación de Mario Marín Torres no tiene ninguna incidencia en la dinámica del poder político en Puebla. Quienes hablan de una aglutinación del marinismo lo hacen de mala fe y para fortalecer una narrativa opositora que busca desprestigiar al gobernador electo, Alejandro Armenta Mier.

La oposición de la Cuarta Transformación en Puebla sabía que no tenía un perfil competitivo para ganar la gubernatura, pues la ciudadanía en general manifestaba un anhelo por continuar con el cambio del viejo régimen, por uno de bienestar, justicia y paz. Además, hay satisfacción con los resultados de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, así como con la estabilización política y administrativa que emprendió desde diciembre de 2022 el gobernador sustituto, Sergio Salomón Cespedes Peregrina. Por ello, la oposición emprendió una línea narrativa para desprestigiar al puntero en la elección, tratando de vincularlo con el exgobernador poblano Mario Marín Torres.

Pensar que el cambio de medidas cautelares de prisión a arraigo domiciliario son una oportunidad para el viejo grupo del ex gobernador es desproporcionado y malicioso. El único operador que le quedaba también está en prisión aunque esté por otro ilícito: el feminicidio de Cecilia Monzón.

Por si fuera poco lo detestable de esta historia, debemos agregar un razonamiento estrictamente político ¿Quién en su buen juicio permitiría retratarse, ser visto en público, o ingresar a visitar a Marín en privado en su domicilio de Xilotzingo? Incluso aquellos que aún se consideren amigos o que cuenten con algún tipo de afinidad familiar evitarán a toda costa ser asociados con el exgobernador para evitar cualquier linchamiento mediático, más aún si se es cercano al gobernador electo.

El poder no se comparte y por lo menos en Puebla el gobernador en turno es el líder político por excelencia, más aún si es un gobernador electo con la fortaleza, liderazgo y legitimidad con el que cuenta Alejandro Armenra Mier un político profesional con más de 30 años de experiencia en el servicio público, una carrera propia y de mérito.

Los muertos políticos sí existen. Esto es así cuando ante los ojos de la cosa pública se encuentran desprestigiados por su actuar. El caso de Marín, Zavala y compañía es el de servidores públicos que le fallaron a Puebla y que hoy son detestados por sus fechorías, se encuentran más que en el ostracismo, se encuentran en el sepulcro político.

El sabadazo de Marín es otro caso de impunidad que hace imperativa una reforma integral al Poder Judicial, su encarcelamiento se debió a la lucha jurídica y mediática de Lydia Cacho, así como al repudio de la sociedad.