El ascenso circunstancial de Nadia Navarro Acevedo como presidenta del partido estatal Pacto Social de Integración, ocurrido tras la muerte de su padre, Carlos Navarro Corro, ha metido en un nuevo aprieto político al PRI. Sí, aunque parezca broma, en oootro conflicto interno.
Ya lo dijo ayer el presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, Néstor Camarillo Medina, al anunciar que analizará jurídicamente el caso de Navarro Acevedo, quien, en caso de que las cosas no cambien, será diputada federal del tricolor al mismo tiempo que funja como lideresa del PSI.
¿Es eso correcto?, se preguntó Camarillo.
Quizá sí, pero quizá no, todo depende de las normas, los valores y las intenciones internas del PRI, que tendrá que decidir si quiere tener dentro de su bancada a una dirigente de otro partido político.
Ahora, que sea presidenta del PSI no cambia en realidad las condiciones del ingreso de la legisladora (hoy senadora en funciones) a la extinta coalición Fuerza y Corazón por México, donde cohabitaron PAN, PRI y PRD.
Ella no dejó su militancia en el PSI para ser abanderada de esa alianza, por lo que no tendría nada de raro o irregular que, ahora como presidenta, termine en la bancada en la que ya se asumía antes de ir a la jornada electoral.
Néstor Camarillo, quien es senador electo, dijo a los reporteros que solicitará al equipo jurídico del PRI revisar si Nadia Acevedo puede ostentar ambos cargos simultáneamente, porque están relacionados con dos partidos diferentes, como quien presume que existe por ahí una posibilidad de que no sea así y de que, por ello mismo, se retirada del grupo legislativo.
El PRI podrá sacarla de la bancada, pero no podrá quitarle la diputación, así que tal vez le resulte más conveniente a ese partido mantenerla dentro.
En una de esas Nadia Navarro decide por su cuenta dejar al PRI, el partido que la postuló para competir por una diputación plurinominal, y aliarse con un nuevo partido, como Morena, por ejemplo, ahora que está de moda.
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Antes que ocuparse en saber si es política o legalmente correcto que una integrante de bancada legislativa pertenezca a otro partido, lo que debería preocupar en el PRI es la falta de debate público para hacer un ejercicio de autocrítica y luego encaminarse a la reconstrucción tras la debacle electoral del 2 de junio.
En el PRI nacional Alejandro Moreno Cárdenas no permitió que nadie le levantara la voz, que opinara en sentido contrario a sus intereses y menos que se opusiera a la reforma de los estatutos para garantizar su permanencia hasta el año 2032, pero en Puebla las condiciones no están mejor.
Más allá del propio Néstor Camarillo, que ha opinado respecto del fracaso electoral y lo que tiene que hacerse de cara al futuro, no hay personaje relevante del tricolor, ya sea hombre o mujer, que exprese sus puntos de vista y sugiera emprender una ruta diferente a la que ha marcado la dirigencia nacional.
Esa no es culpa de Néstor Camarillo. O no toda.
Mientras no haya liderazgos que manifiesten sus malestares las cosas seguirán igual en ese partido, tal y como hasta hoy, sin expectativas de recuperar al menos una pequeña parte de lo que alguna vez tuvo.
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La poblana Olivia Salomón Vibaldo siempre no será integrante del gabinete de Claudia Sheinbaum Pardo una vez que arranque la nueva administración federal, al menos no como miembro del equipo de primerísimo nivel, ese que está reservado para los secretarios de Estado.
Ayer que la presidenta electa anunció pre incorporaciones se descartó por completo una posición de ese tamaño para Salomón Vibaldo, que en campaña apoyó a Sheinbaum al fungir como enlace con integrantes del sector empresarial del país.
Se creyó que la Secretaría de Turismo sería para la otrora aspirante al gobierno del estado de Puebla, pero no será así, una vez que se supo que esa cartera será para Josefina Rodríguez Zamora, originaria del vecino estado de Tlaxcala.