El fiscal Gilberto Higuera Bernal y la ola de nuevos gobernantes que entrarán en funciones en la recta final del año debe poner mucha atención y no hacer como que el problema no existe ante las acusaciones y denuncias (la gran mayoría informales por temor a sufrir represalias) que existen por parte de empresarios y comerciantes por haber sido víctimas del delito de extorsión o “cobro de piso”.
Hasta hace unos pocos años se aseguraba con cierta resignación que el “cobro de piso” se daba en los negocios establecidos del estado solo en aquellas zonas colindantes con entidades como Veracruz, Morelos y Guerrero, y se aseguraba de manera ingenua que el fenómeno no llegaría –o tardaría mucho en hacerlo– a los municipios del centro de Puebla.
Resulta que el tiempo voló, los criminales se apresuraron y esa práctica delincuencial ya se asoma en la zona metropolitana del estado.
La extorsión a comerciantes minoristas es una realidad.
Los que saben de este tema aseguran que cuando ciertos grupos delictivos acuden a locales comerciales pequeños para asaltar a su clientela, una clientela que en realidad lleva poco dinero debido a la naturaleza del producto o servicio que va a comprar, lo que en realidad hacen es preparar el camino para retornar después a “venderle” seguridad al dueño del negocio, a cambio de una cuota mensual fija.
Hace más o menos un mes, por ejemplo, los habitantes de la colonia Villa Floresta, en San Andrés Cholula, se sorprendieron por una serie de asaltos a locales comerciales ocurridos en las avenidas Orión Sur y Norte.
No entendieron cómo un grupo delictivo optaba por asaltar a los compradores de esquites, algunos de ellos estudiantes, si podía hacerlo en establecimientos de otro giro, con expectativas de lograr un mejor botín, mucho más jugoso.
Desde fuentes policiales se asegura que ese es el modo de operación previo al “cobro de piso”: crear pánico para luego “justificar” la extorsión.
La tarea por venir es dura.
De momento corresponde en primera instancia al titular de la Fiscalía General del Estado, Gilberto Higuera, pero pronto tocará también al virtual gobernador, Alejandro Armenta Mier, y a todos los presidentes municipales que entren en funciones dentro de un mes.
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El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) desechó la queja promovida por la perredista Roxana Luna Porquillo en contra de la presidenta municipal electa de San Pedro Cholula, la morenista Tonantzin Fernández Díaz, respecto a los gastos de campaña efectuados en el reciente proceso electoral.
Pero eso no significa que el conflicto poselectoral existente en esa demarcación haya concluido, que la perredista haya sido enviada definitivamente a la lona y que la morenista ya tenga un camino de terciopelo para llegar sin sobresaltos a la presidencia municipal.
Luna Porquillo presentó al menos tres denuncias para tratar de echar abajo el triunfo de Fernández Díaz. Una por el supuesto empleo de recursos públicos, otra por la presunta utilización de imágenes religiosas durante la campaña y una más por la sustitución de funcionarios electorales.
El fallo en su contra, y que indirectamente resultó en un golpe favorable para su rival, tiene que ver solo con la primera de las tres denuncias.
Eso significa que mientras no se resuelvan las otras dos, no puede darse por cerrado el pleito poselectoral.
Y cuidado, tampoco significa que los magistrados electorales le vayan a dar la razón a la denunciante y que la elección se vaya a anular, solo quiere decir que la pelea en tribunales continúa.
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Hasta Alemania, donde anda de misión comercial el presidente municipal electo de Puebla, José Chedraui Budib, causó sorpresa la inversión de 20 millones de pesos hecha por el edil en funciones Adán Domínguez Sánchez para la compra de 9 drones que apoyarán las acciones de seguridad pública.
“¿Para qué hacerlo cuando ya se van?”, se preguntaron los poblanos de viaje por ese país europeo.
“¿Qué necesidad de seguir empleando los recursos públicos en la recta final del gobierno, a poco más de un mes de su extinción?”, agregaron, sí, con cejas arqueadas.
Minucias de la transición.
