La bomba estalló justo este lunes. Con excepción del presidente municipal de Puebla, Adán Domínguez Sánchez, los principales actores políticos del estado hablaron acerca de la pretendida deuda por 600 millones de pesos que el panista requiere para el final de su administración.
Tanto Sergio Salomón Céspedes, gobernador en funciones, como Alejandro Armenta Mier, mandatario electo, fijaron una posición al respecto y conminaron al alcalde a reconsiderar la línea de crédito como única medida para salir del hoyo financiero en que se encuentra.
Lo curioso es que nada oficial hay del tema, salvo por una cascada de trascendidos que comenzó el fin de semana y las expresiones poco entendibles que hizo el tesorero municipal Omar Coyopol Solís en la sede del ayuntamiento de Puebla. Eso sí, ya reconoció, por lo menos, que hay un déficit superior a 600 millones de pesos.
Adán Domínguez no ha salido a dar la cara.
Lo que se sabe es que muy temprano acudió al Congreso del estado para cabildear la solicitud del crédito con los diputados locales de amplia mayoría morenista.
Pero incluso esa parte de la historia está incompleta, porque unas cuantas horas después la presidenta del poder legislativo, Laura Artemisa García, negó haberse reunido en privado con el alcalde para tratar ese espinoso y grave problema.
Hay que ser un poco comprensibles con Adán Domínguez.
Debe ser muy difícil para él salir y dar explicaciones, incluso mostrar la cara sin miedo a la vergüenza, después de solo una semana atrás dictó un informe de labores en el que dibujó un gobierno municipal pujante, en el que lo último en que se podía pensar era en la existencia de un hoyo financiero que ha puesto en riesgo el pago a decenas de proveedores y el arranque de la nueva administración municipal, que empezará el próximo martes.
Adán Domínguez mintió en su informe y lo hizo también en las entrevistas que dio a los medios de comunicación de manera posterior.
Por eso se entiende que, aunque sea un poco, debe albergar temores para dar la cara.
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Ya es demasiado tarde, pero bien habrían hecho en el ayuntamiento de Adán Domínguez en escuchar las opiniones más experimentadas. La sola capacidad de tomar en cuenta puntos de vista ajenos a los emanados de “amigos” y “cómplices” podría haberles ahorrado muchos descalabros. Tal como sucedió con el penoso caso del intento de endeudamiento de la ciudad de Puebla. Porque hasta ahora el deseo ha quedado única y exclusivamente en intento.
En el gabinete municipal existieron voces que advirtieron a tiempo sobre el desbalance financiero que se registraba. Sin embargo, la disputa entre el tesorero, Omar Coyopol, y la actual Gerente de la Ciudad, María Isabel García Ramos, evitó tomar en cuenta los avisos que pedían analizar bien las ampliaciones de contrato antes de autorizarlas, debido a que ya se presumían impagables.
Si los servidores públicos municipales hoy metidos hasta el cuello en esta crisis preguntan, sabrán que hubo miembros del gabinete, por supuesto con más experiencia, que lo advirtieron hace meses. Desarrollo Urbano, por ejemplo, además de anticipar el desastre, hizo un esfuerzo excepcional recaudatorio, siendo la única área que superó la previsión de sus ingresos propios.
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Y aunque usted no lo crea, pese al desastre financiero, el edil que ya se va autorizó la entrega de bonos económicos a los funcionarios de primer nivel.
Ayer mismo, en medio de la crisis, Omar Coyopol confirmó que ya fueron otorgados los bonos para los funcionarios municipales por fin de trienio, no obstante, no especificó la cantidad de estos.
En entrevista comentó que la Secretaría de Administración solicitó un monto para el pago de este beneficio que se acostumbra otorgar al final de cada administración, aunque dijo desconocer la cifra.
“No tengo las fechas y seguramente sí hubo bono, no te puedo decir exactamente las fechas porque las quincenas continúan”, dijo a reporteros.
Increíble lo que sucede allá adentro, en palacio municipal.
