La rectora de la BUAP, Lilia Cedillo Ramírez, todavía no piensa en la reelección. O tal vez un poco, pero todavía no define si participará en ese proceso, que le permitiría continuar por un segundo y último periodo de cuatro años, para ampliar su estadía en el máximo cargo de responsabilidad de la institución hasta el 2029.
Es cierto, el viernes pasado, al finalizar su tercer informe de labores, un sector del público presente en el auditorio del Complejo Cultural Universitario le pidió, al unísono, lanzarse para la reelección el año que viene, muy consciente de que los próximos 12 meses serán los últimos del periodo para el que fue electa en 2021.
Cedillo Ramírez no respondió ese día.
El acto solemne, una sesión ordinaria de los integrantes del Consejo Universitario que se celebra el 4 de octubre de cada año para escuchar la rendición de cuentas de su rector (rectora esta vez), impedía a la responsable de la máxima casa de estudios dar respuesta a ese grupo de estudiantes y académicos que, desde la parte superior derecha del inmueble, le gritaban “reelección”, “reelección”.
Sin embargo, hoy lo hace a través de una entrevista que publica El Sol de Puebla, y es puntual.
El proceso para la sucesión de rectora arrancará hasta agosto de 2025, dentro de 10 meses, por lo que será hasta entonces cuando tomará la decisión de participar o no para buscar la reelección.
Mientras eso no sucede, seguirá concentrada en las tareas que tiene dentro de la BUAP, que son muchas y, varias de ellas, muy complejas.
En pocas palabras: no hay ninguna prisa ni necesidad de adelantarse a los tiempos.
Todos tranquilos estén entonces.
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Echarle la culpa al tesorero Omar Coyopol puede no ser buena idea, a menos él acepte cargar con la crisis financiera y política que se avecina sin decir todo lo que sabe –y debe saber mucho– para salvar el pellejo, o para no ser el único linchado por el responsable de la administración municipal que viene y los diputados locales emanados de Morena y la 4T, que tienen a su cargo la Auditoría Superior del Estado.
Incluso así, Adán Domínguez lo hizo ayer que salió a explicar –sin permitir preguntas de los reporteros– la situación de las finanzas municipales.
El presidente municipal aseguró que no hay un “hoyo financiero”, pues su gestión dejará mil 436 millones 695 mil 656.73 pesos para la administración de José Chedraui Budib.
Sin embargo, reconoció que existe un monto que falta por pagar de 448 millones 241 mil 264.49 pesos por algunas obras y acciones ejecutadas que no se saldaron, de lo que responsabilizó a la Tesorería, por su mal manejo de los recursos.
De paso dijo que el tesorero Omar Coyopol declaró imprecisiones el lunes, al afirmar que había un déficit de 680 millones de pesos, y confesó que ya le había llamado la atención por ello.
¿Esto significa que todo es culpa de Coyopol?
Parece que sí, pues eso asegura su jefe, quien, hay que reiterar, no permitió que los representantes de los medios de comunicación, convocados a una rueda de prensa, hicieran preguntas.
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Quien no podía dejar pasar esta oportunidad para salir y opinar en torno al lío económico que hay en el ayuntamiento de Puebla es Claudia Rivera Vivanco, la alcaldesa que al término de su gestión –en 2021– saldó la deuda total de la Comuna y a la que poco reconocimiento se le dio por ello.
“Es preocupante que al término de la administración municipal no se cuente con el recurso necesario para los gastos corrientes. Es más delicado y riesgoso que se pretenda endeudar a la ciudadanía y provocar un hoyo financiero para generaciones venideras”, expresó a través de un comunicado.
Luego recordó que ella dejó una ciudad sin deuda, con finanzas sanas, y acusó que este gobierno –el de Adán Domínguez– se aprovechó del historial crediticio para hacer de la ciudad un botín.
Rivera Vivanco sabe de lo que habla.
