Genoveva Huerta Villegas y Jorge Aguilar Chedraui dieron la nota en el PAN poblano durante el fin de semana. Después de que ambos anunciaron en redes sociales su apoyo a la precandidatura de Mario Riestra Piña, quien, él mismo ha dicho, se registrará en la contienda para presidir el Comité Directivo Estatal del partido, se desataron las pasiones.
Ya se esperaba que Genoveva Huerta decidiera participar en este proceso de renovación de dirigencia a través de una alianza con Mario Riestra. Si bien no se tenía la certeza en torno a las posiciones que ocuparían tanto uno como otro, hoy existe claridad en ello.
Riestra Piña será candidato a presidente y Huerta Villegas a secretaria general. Evidentemente, en la misma planilla. Los desencuentros documentados y públicos que la diputada federal tuvo con Eduardo Rivera Pérez hacían imposible una alianza con el expresidente municipal de Puebla y su personero en esta guerra: José Felipe Velázquez Gutiérrez.
Huerta Villegas tiene un capital importante en el Consejo Estatal por haber sido presidenta del partido antes que Augusta Díaz de Rivera, por lo que la suma de su gente a las aspiraciones de Mario Riestra incrementa las posibilidades del exdiputado federal de hacerse con la victoria.
Quien sí dio la sorpresa fue Jorge Aguilar Chedraui, el otrora colaborador morenovallista que por decisión propia se hallaba exiliado de la vida política del estado.
¿Aparecerá Aguilar Chedraui en la planilla de Riestra?
Se dice que no, pero se asegura que es uno de los principales arquitectos (y colaboradores) del aspirante en este proyecto de ascenso a la dirigencia estatal del PAN.
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Quien ha tenido que empezar a remar contra corriente por culpa de esa incómoda etiqueta de ser el “candidato oficial” en la pugna panista es Felipe Velázquez.
El candidato de Eduardo Rivera ha tenido que sortear dificultades no previstas al interior del partido blanquiazul. Resulta que su postulación causó muchas críticas y malestar, pero al interior del propio grupo del exalcalde de Puebla.
Uno de los principales motivos tiene que ver con las diferencias protagonizadas por su esposa, María del Pilar Vargas Morán, secretaria de Promoción Política de la Mujer del CDE, con varios de los integrantes de la cúpula partidista.
Se cuenta que, en los acercamientos que Velázquez ha sostenido con consejeros panistas para pedirles su respaldo (y su voto), el aspirante ha insistido en marcar distancia con los miembros del grupo hegemónico actual.
Ha hablado de tres personajes en concreto, de quienes dice que no permitirá que le sean impuestos como candidatos para llevarlos en su planilla: Marcos Castro Martínez, Pilar Aguilar Nájera y Rafael von Raesfeld Porras, a quienes acusa de tratarlo mal no solo a él, sino a otros militantes. Como ejemplo cita una comida pagada por él, para el actual líder de los diputados locales panistas y sus colaboradores, en la que fue objeto de no pocas críticas.
Otro elemento que ha venido a enturbiar la precandidatura de Velázquez Gutiérrez es la solicitud hecha recientemente por “Pily” Morán a la Tesorería del CDE para conocer la nómina completa de los colaboradores, con el objetivo de palomear, de una buena vez, quiénes merecen su continuidad y quiénes no.
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¿Qué tan compleja estuvo la definición de presidente del Comité Ejecutivo Estatal de Morena, o el margen para influir en su designación, que los integrantes del nuevo régimen tuvieron que decantarse por el continuismo de Olga Romero Garci-Crespo?
Ante la imposibilidad de poner en ese cargo de dirigencia partidista a Pavel Gaspar Ramírez tuvieron que conformarse con la exdiputada local. “Mejor ella que David Rivera Vivanco”, debieron expresar. Y actuaron en consecuencia.
Los militantes del partido oficial ahora saben que no mejorarán las condiciones del instituto político, que no tendrá vida interna para adquirir fuerza propia, más allá del gobierno y los periodos electorales, y que el manejo (muchas veces intrascendente) será el mismo de los últimos dos años.