Tonantzin Fernández Díaz y Guadalupe Cuautle Torres tienen muchos retos como presidentas municipales de San Pedro y San Andrés Cholula, respectivamente. Pero tienen uno en común, sumamente importante: la preservación de la zona arqueológica del pueblo mágico para bien de los futuros habitantes no solo de esas dos demarcaciones, sino de todo el estado e, incluso, del país.
A través de una valiosa investigación periodística, especialistas exponen hoy en las páginas de El Sol de Puebla los riesgos que enfrenta esa zona del área metropolitana de Puebla por problemas derivados de la saturación urbana y humana.
Toda esa área, que comprende 154 hectáreas y que contiene en su núcleo a la Gran Pirámide de Cholula, se ha vuelto un polo de eventos masivos –que nada tienen que ver con la cultura–, un tianguis colmado de vendedores informales y un imán para miles de turistas que conduce apresuradamente a la gentrificación.
Si a todo esto se le suma la añeja disputa silenciosa que han sostenido ambos municipios (y sus ayuntamientos) por la definición de los límites territoriales y las diferencias políticas de una alcaldesa y otra (la primera emanada de Morena y la segunda del PAN) que existen en la actualidad, el problema parece agravarse.
Por eso se trata de un reto quizá sin precedentes en las responsabilidades públicas de las autoridades en funciones, tanto las de San Pedro como las de San Andrés, donde Tonantzin Fernández y Guadalupe Cuautle llevan mano y tendrán la última palabra.
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José Felipe Velázquez Gutiérrez ofreció una conferencia de prensa para presentar su propuesta de plan de trabajo como eventual presidente del Comité Directivo Estatal del PAN. En caso de que, como se sabe, le gane a Mario Riestra Piña la contienda que se realizará el próximo 15 de diciembre.
Entre las propuestas destacadas hubo una que tiene que ver con la postulación de candidatos a puestos de elección popular. Velázquez dijo que con él se acabarán los “dedazos” para la designación de candidatos.
El pronunciamiento es interesante porque implícitamente reconoce que en el partido blanquiazul se han postulado personajes de esa manera y el golpe –o la crítica– va dirigida a quienes en la actualidad detentan el poder dentro de ese partido, es decir, Eduardo Rivera Pérez (en los hechos) y Augusta Díaz de Rivera (en la formalidad).
La expresión ha de haber incomodado un poco al expresidente municipal de Puebla y quizá hasta un reclamo le ha de haber manifestado más tarde.
Pero ese es un asunto que tendrá que resolver los dos, en corto y en privado.
Lo interesante de esa rueda de prensa fue el reconocimiento de Felipe Velázquez al comunicado del Comité Ejecutivo Nacional emitido el día anterior, sábado, que dejó como inamovibles a los 114 integrantes del Consejo Estatal que habrán de definir al relevo de Augusta Díaz de Rivera.
“Yo me allano (sic) a lo establecido por el Comité y seguiré con mi trabajo. No me ocupa estar más tiempo en este tema. Seguiré convenciendo consejeros”, dijo.
Aunque recibió un severo revés en sus intenciones de debilitar a Mario Riestra, en realidad no le quedó de otra más que aceptar la indicación.
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A propósito del grupo de Eduardo Rivera y su “gallo” Felipe Velázquez.
Entre los panistas causó extrañeza el apoyo de la exdiputada “Lupita” Leal Rodríguez a las aspiraciones del exsecretario de Desarrollo Urbano, dado que hasta hace apenas unos meses había sido una militante (muy) crítica de la actuación de Rivera Pérez como jefe político del partido.
Movidos por la curiosidad, los panistas sorprendidos se apresuraron a indagar por su cuenta qué fue lo que llevó a la exlegisladora local a cambiar de opinión de esa manera radical.
Cuentan que la propia Leal Rodríguez se ha sincerado con sus interlocutores y que ha confesado, por anticipado, que cuenta con la promesa de Eduardo Rivera para hacerla presidenta del Comité Municipal de Puebla del partido en 2025, cuando tenga que celebrarse la renovación de dirigente en la capital del estado.
Duda resuelta.