/ lunes 4 de noviembre de 2024

Herencia que arrastra

Se cumplieron los primeros 30 días de la nueva administración federal que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum y a pesar de ser un lapso en extremo corto para evaluar, la verdad es que parece que el nuevo gobierno y la cuarta transformación van contra reloj para sentar las bases de un nuevo marco legal que en la constitución ya rige la vida de 140 millones de mexicanos desde este 2024.

En menos de 1 mes, la impuesta mayoría de MORENA en el congreso de la unión ha aprobado más de 40 nuevas iniciativas de reforma de las que por supuesto destacan la polémica reforma al poder judicial y la denominada reforma de supremacía constitucional aprobada con un cúmulo de errores porque las diputadas y diputados morenistas ni siquiera conocieron la primera hoja de la iniciativa.

La orden fue votar lo más rápido posible y así ocurrió aunque se exhiba ignorancia e ineficacia.

La lealtad ciega y la capacidad por mucho cuestionada en sus diputados y senadores seguirán siendo sin duda el sello de esta nueva administración. La política de 90 por ciento obediencia y 10 por ciento de conciencia se quedará sin duda por muchos años en México.

La cuestión es replantearnos la dirección que lleva este tren de la 4T que marcha a toda velocidad y viaja, claro, sin el menor interés de cuidar las formas, sin atender los marcos legales ni los tiempos lógicos de un régimen democrático.

Los mandatos judiciales están de facto, en el cesto de basura de la 4T, ya no tienen valor ni importancia alguna, el poder judicial en nuestro país agoniza, se vive una ola de renuncias de juzgadores incluidos 8 ministros de la SCJN.

Cada vez son más los que aseguran que en México soplan vientos de un inevitable rompimiento del orden constitucional.

En todo este escenario, la oposición política es una burla cínica disfrazada de gritos y empujones en las tribunas del senado y de la cámara de diputados.

Los partidos de supuesta “oposición” siguen extraviados, no saben cómo ni por dónde y han llegado incluso a faltar a las sesiones donde la aplanadora de morenistas y sus serviles aliados hacen lo suyo sin la menor resistencia, y es que en un acto vergonzoso, las y los legisladores de “oposición” ya encontraron el argumento ideal para no molestar con su presencia al poderoso régimen: “No vamos a las sesiones porque de todas formas, van a arrasar en la votación y no queremos ser parte de esas infamias…”.

Todo un descaro de estos representantes del pueblo que en cosa de 64 días han comenzado a guardar silencio y a dejarse llevar por la corriente dominante.

El dato inquietante es que no son solo ellas y ellos.

La cuarta transformación se está consolidando de manera rápida y está alcanzando mucho más que a la política mexicana. De manera inquietante, casi todos los sectores de la sociedad, todos, estamos viviendo una metamorfosis acelerada por la convicción, la conveniencia, la supervivencia política, el miedo y la resignación.

Muchísimos están enfocados en el aquí y en el ahora para y pocos son los que se están deteniendo a reflexionar sobre las “estaciones” que esta “locomotora” está pasando de largo con el único fin de cumplir con su itinerario, sea cual sea.

Y es aquí donde cobra relevancia la ruta de este bólido que a pesar de tener todas las vías a su disposición parece no querer tomar un tiempo elemental para dialogar con sus pasajeros sobre temas obligados como el estado de derecho, la violencia y la inseguridad que se siguen experimentando en el país.

Y es que si bien la Doctora Claudia Sheinbaum sigue mandando señales de querer llevar su presidencia con otras formas para poder resolver las múltiples crisis que vive el país, la herencia infame dejada en materia de inseguridad por López Obrador sigue y seguirá trastocando la tranquilidad aún a los más fieles y fanáticos a su persona.

El gobierno de la única presidenta científica en el mundo arrancó con una grave ola de violencia encabezada por Sinaloa y seguida de cerca por otros estados como Guanajuato, Chiapas, Tabasco, Sonora, Jalisco, Estado de México, Guerrero y Veracruz.

En 30 días, las cifras oficiales reportan un acumulado de 2 mil 223 asesinatos dolosos en todo el territorio nacional, esto significa un promedio de 74.1 homicidios diarios. El dilema es que la septicemia de la violencia sigue contaminando a otros territorios del país como Puebla, donde los picos de eventos que alteran la tranquilidad de la población son cada vez más frecuentes y más similares a los reportados a diario en el centro y norte del país.

Al igual que López Obrador, la presidenta Sheinbaum inició su mandato con una muy alta aprobación de popularidad y confianza por parte de sus simpatizantes, sin embargo es evidente que la presidenta no puede ni podrá sola contra toda esta sólida estructura de complicidades, protecciones, omisiones y muerte.

Pretender evaluar el inicio de un nuevo gobierno federal a 30 días de su arranque pareciera un despropósito, sin embargo, en este breve espacio hay razones de sobra para cuestionar cual será el costo político que se pagará si no se modifican aún más las estrategias del nuevo gobierno y sobre todo, si no se deja de priorizar una agenda heredada desde el encono, la división y la venganza.

Se cumplieron los primeros 30 días de la nueva administración federal que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum y a pesar de ser un lapso en extremo corto para evaluar, la verdad es que parece que el nuevo gobierno y la cuarta transformación van contra reloj para sentar las bases de un nuevo marco legal que en la constitución ya rige la vida de 140 millones de mexicanos desde este 2024.

En menos de 1 mes, la impuesta mayoría de MORENA en el congreso de la unión ha aprobado más de 40 nuevas iniciativas de reforma de las que por supuesto destacan la polémica reforma al poder judicial y la denominada reforma de supremacía constitucional aprobada con un cúmulo de errores porque las diputadas y diputados morenistas ni siquiera conocieron la primera hoja de la iniciativa.

La orden fue votar lo más rápido posible y así ocurrió aunque se exhiba ignorancia e ineficacia.

La lealtad ciega y la capacidad por mucho cuestionada en sus diputados y senadores seguirán siendo sin duda el sello de esta nueva administración. La política de 90 por ciento obediencia y 10 por ciento de conciencia se quedará sin duda por muchos años en México.

La cuestión es replantearnos la dirección que lleva este tren de la 4T que marcha a toda velocidad y viaja, claro, sin el menor interés de cuidar las formas, sin atender los marcos legales ni los tiempos lógicos de un régimen democrático.

Los mandatos judiciales están de facto, en el cesto de basura de la 4T, ya no tienen valor ni importancia alguna, el poder judicial en nuestro país agoniza, se vive una ola de renuncias de juzgadores incluidos 8 ministros de la SCJN.

Cada vez son más los que aseguran que en México soplan vientos de un inevitable rompimiento del orden constitucional.

En todo este escenario, la oposición política es una burla cínica disfrazada de gritos y empujones en las tribunas del senado y de la cámara de diputados.

Los partidos de supuesta “oposición” siguen extraviados, no saben cómo ni por dónde y han llegado incluso a faltar a las sesiones donde la aplanadora de morenistas y sus serviles aliados hacen lo suyo sin la menor resistencia, y es que en un acto vergonzoso, las y los legisladores de “oposición” ya encontraron el argumento ideal para no molestar con su presencia al poderoso régimen: “No vamos a las sesiones porque de todas formas, van a arrasar en la votación y no queremos ser parte de esas infamias…”.

Todo un descaro de estos representantes del pueblo que en cosa de 64 días han comenzado a guardar silencio y a dejarse llevar por la corriente dominante.

El dato inquietante es que no son solo ellas y ellos.

La cuarta transformación se está consolidando de manera rápida y está alcanzando mucho más que a la política mexicana. De manera inquietante, casi todos los sectores de la sociedad, todos, estamos viviendo una metamorfosis acelerada por la convicción, la conveniencia, la supervivencia política, el miedo y la resignación.

Muchísimos están enfocados en el aquí y en el ahora para y pocos son los que se están deteniendo a reflexionar sobre las “estaciones” que esta “locomotora” está pasando de largo con el único fin de cumplir con su itinerario, sea cual sea.

Y es aquí donde cobra relevancia la ruta de este bólido que a pesar de tener todas las vías a su disposición parece no querer tomar un tiempo elemental para dialogar con sus pasajeros sobre temas obligados como el estado de derecho, la violencia y la inseguridad que se siguen experimentando en el país.

Y es que si bien la Doctora Claudia Sheinbaum sigue mandando señales de querer llevar su presidencia con otras formas para poder resolver las múltiples crisis que vive el país, la herencia infame dejada en materia de inseguridad por López Obrador sigue y seguirá trastocando la tranquilidad aún a los más fieles y fanáticos a su persona.

El gobierno de la única presidenta científica en el mundo arrancó con una grave ola de violencia encabezada por Sinaloa y seguida de cerca por otros estados como Guanajuato, Chiapas, Tabasco, Sonora, Jalisco, Estado de México, Guerrero y Veracruz.

En 30 días, las cifras oficiales reportan un acumulado de 2 mil 223 asesinatos dolosos en todo el territorio nacional, esto significa un promedio de 74.1 homicidios diarios. El dilema es que la septicemia de la violencia sigue contaminando a otros territorios del país como Puebla, donde los picos de eventos que alteran la tranquilidad de la población son cada vez más frecuentes y más similares a los reportados a diario en el centro y norte del país.

Al igual que López Obrador, la presidenta Sheinbaum inició su mandato con una muy alta aprobación de popularidad y confianza por parte de sus simpatizantes, sin embargo es evidente que la presidenta no puede ni podrá sola contra toda esta sólida estructura de complicidades, protecciones, omisiones y muerte.

Pretender evaluar el inicio de un nuevo gobierno federal a 30 días de su arranque pareciera un despropósito, sin embargo, en este breve espacio hay razones de sobra para cuestionar cual será el costo político que se pagará si no se modifican aún más las estrategias del nuevo gobierno y sobre todo, si no se deja de priorizar una agenda heredada desde el encono, la división y la venganza.