/ martes 5 de noviembre de 2024

La oportunidad de Morena

Los partidos políticos en México no han sido una herramienta democratizadora para llevar al poder político a la ciudadanía, solo Morena en 2018 logró ese cometido para después convertirse en un partido atrapa todo “catch all”. La inercia electoral ha desprovisto de contenido ideológico e identidad al partido de la Cuarta Transformación, convirtiendo en su principal reto el ganar elecciones sin dejar trozos de dignidad en el camino.

Uno de los antivalores más generalizados del sistema político mexicano es la simulación. Esa regla no escrita ha llevado a hablar de los poderes metaconstitucionales, del “obedézcase pero no se cumpla” y de una justificación para burlar el orden legal. La hegemonía del partido único se sostuvo bajo esta máxima: alternancia, elecciones periódicas, pluralidad de partidos, etcétera, aunque en el fondo un régimen autoritario y represor imperaba.

Con la larga e inacabada transición a la democracia, del régimen de partido único pasamos al pluralismo democratico que consolidó un sistema de intercambio de componendas de 3 partidos políticos, prácticas que provocaron una crisis de legitimidad y credibilidad institucional que favoreció la irrupción de un movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador en 2018.

Ahí todo cambió y hay que entenderlo. Más allá de una deriva autoritaria, México se encuentra ante el surgimiento de un régimen más participativo, democrático donde se reivindican los derechos sociales a través del impulso de nuevas prácticas de gobierno, políticas públicas e instrumentos de política macroeconómica, aún queda un largo camino, y la mejor forma de invertir el gran bono democrático del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es a través de profundas reformas constitucionales y legales para desmontar el esquema neoliberal que nos contempló como un país propicio para el extractivismo y la explotación.

Sin embargo la Cuarta Transformación tiene en su partido su principal talón de Aquiles o bien su principal clave de fortaleza democrática. Es importante para empezar que el gobierno y el partido cuenten con distancia e independencia, más no una dinámica de enfrentamiento, el partido debe ser un garante del ejercicio de gobierno de sus administraciones ejecutivas y legislativas, e incluso del comportamiento de los miembros de la coalición Juntos Haremos Historia.

Por otro lado, para ser un instrumento auténtico de empoderamiento ciudadano, Morena debe reafirmar su vocación popular, la vocación por el territorio y su carácter propositivo y crítico como escuela de gobierno, por ello, el proceso que se avecina para la renovación de las dirigencias estatales es fundamental para dar seguimiento a la auténtica consolidación de la Cuarta Transformación.

Los partidos políticos en México no han sido una herramienta democratizadora para llevar al poder político a la ciudadanía, solo Morena en 2018 logró ese cometido para después convertirse en un partido atrapa todo “catch all”. La inercia electoral ha desprovisto de contenido ideológico e identidad al partido de la Cuarta Transformación, convirtiendo en su principal reto el ganar elecciones sin dejar trozos de dignidad en el camino.

Uno de los antivalores más generalizados del sistema político mexicano es la simulación. Esa regla no escrita ha llevado a hablar de los poderes metaconstitucionales, del “obedézcase pero no se cumpla” y de una justificación para burlar el orden legal. La hegemonía del partido único se sostuvo bajo esta máxima: alternancia, elecciones periódicas, pluralidad de partidos, etcétera, aunque en el fondo un régimen autoritario y represor imperaba.

Con la larga e inacabada transición a la democracia, del régimen de partido único pasamos al pluralismo democratico que consolidó un sistema de intercambio de componendas de 3 partidos políticos, prácticas que provocaron una crisis de legitimidad y credibilidad institucional que favoreció la irrupción de un movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador en 2018.

Ahí todo cambió y hay que entenderlo. Más allá de una deriva autoritaria, México se encuentra ante el surgimiento de un régimen más participativo, democrático donde se reivindican los derechos sociales a través del impulso de nuevas prácticas de gobierno, políticas públicas e instrumentos de política macroeconómica, aún queda un largo camino, y la mejor forma de invertir el gran bono democrático del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es a través de profundas reformas constitucionales y legales para desmontar el esquema neoliberal que nos contempló como un país propicio para el extractivismo y la explotación.

Sin embargo la Cuarta Transformación tiene en su partido su principal talón de Aquiles o bien su principal clave de fortaleza democrática. Es importante para empezar que el gobierno y el partido cuenten con distancia e independencia, más no una dinámica de enfrentamiento, el partido debe ser un garante del ejercicio de gobierno de sus administraciones ejecutivas y legislativas, e incluso del comportamiento de los miembros de la coalición Juntos Haremos Historia.

Por otro lado, para ser un instrumento auténtico de empoderamiento ciudadano, Morena debe reafirmar su vocación popular, la vocación por el territorio y su carácter propositivo y crítico como escuela de gobierno, por ello, el proceso que se avecina para la renovación de las dirigencias estatales es fundamental para dar seguimiento a la auténtica consolidación de la Cuarta Transformación.