Comenzó ya el proceso electoral rumbo a las elecciones federales que se llevarán a cabo el próximo año. Las visiones de país entre las que los mexicanos decidirán están perfectamente delimitadas. Por un lado, la doctora Claudia Sheinbaum defenderá la continuidad del proyecto de transformación que en 2018 inició nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador. Claudia, como afectuosamente la llama la gente, imprimirá su energía, preparación y sensibilidad para que la defensa de los derechos de los más necesitados de este país se fortalezca, el combate a la corrupción se intensifique y se viva como parte de la cultura de la honestidad, respeto y patriotismo que la Cuarta Transformación promueve.
Soy un convencido de que la política se hace en el contacto cercano con la gente, viviendo su realidad y necesidades. Por supuesto que comprendo la fuerza de las redes sociales y del “aire”, como se le llama a los mensajes en medios masivos, que sin duda forman parte de toda estrategia de posicionamiento de hombres y mujeres que aspiran a recibir el voto popular o que quieren estar en el ánimo de quienes contestarán una encuesta.
La realidad está ahí y la comprendo, pero enfatizó que el famoso “aire” se está convirtiendo en una trampa para la democracia moderna, por el abuso de recursos para crear personajes que son sólo eso, caracterizaciones de personas que en realidad no existen.
El “aire” no sustituye el caminar, el platicar y convivir con seres humanos que sienten, sonríen, viven y experimentan triunfos, anhelos y fracasos; no se sustituye con un video que se sube y pauta en historias de Instagram. Mucho menos creo en la política que se “construye” con la compra de seguidores y el uso de bots. Repito y soy enfático, comprendo el mundo actual de la comunicación instantánea y masificada, pero para mí las métricas en redes sociales no se comparan con una buena plática tomando un café o echar un taco con los y las poblanas que me hacen el honor de estar en mis recorridos por Puebla.
La trampa del “aire”’ parece que hoy tiene atrapados y cautivados a algunos. Les ocupa el número de seguidores, likes, engagement rate y shares, en vez de ocuparles el ver en persona los problemas de las y los ciudadanos. La política se está transformado en un juego de personajes, más que de personas, y eso debe tener un equilibro sano.
En lo que a mí respecta, continuaré recorriendo Puebla como llevo años haciéndolo, hablando con personas de carne y hueso, compartiendo con mis paisanos la generosa comida que preparan e invitan, aprendiendo de las historias que me cuentan los abuelos y abuelas, y llenándome de energía con la sonrisa de los niños y jóvenes a los que anhelo apoyar para tener un mejor futuro.
Las redes sociales son un gran medio para compartir con el mundo quiénes somos, qué proponemos, qué nos mueve. Pero como muchas cosas en la vida depende de la ética y la visión de cada persona el uso que se le dé a la tecnología.
Invito a todos los que me leen a verificar la veracidad de lo que ven en redes, a ser prudentes al momento de compartir algo que pueda afectar a terceros, a no utilizar la tecnología de comunicaciones con la que hoy contamos todos para difundir violencia ni imágenes que discriminen, lastimen o atenten contra la dignidad de otros.
Los invito de todo corazón a que el acceso que nos da hoy un teléfono para saber casi cualquier cosa, se utilice con criterio y responsabilidad. Hagamos de las relaciones personales y de la convivencia, los pilares para aprender, divertirnos, reír y evolucionar como seres humanos. No permitamos que la trampa del “aire” nos haga vivir vidas virtuales, cuando en la realidad podemos conocer cosas y sobre todo personas maravillosas más allá de una pantalla y de un like.