Como líderes efectivos tenemos la responsabilidad de aprender continuamente, evolucionar e identificar áreas de mejora en lo individual y en lo colectivo, a fin de generar mejores resultados.
En esta oportunidad, abordo el tema de la autoevaluación como un ejercicio racional, crítico y positivo. Es decir, una especie de reflejo de nuestras actitudes, habilidades y conocimientos, que nos permite identificar en qué aspectos podemos mejorar o cuáles tenemos que cambiar.
Por ello, se considera que dichos ejercicios son fundamentales porque reafirman el camino tomado o nos ponen en perspectiva la toma de decisiones; sirven de guía para cambiar el rumbo tanto personal, como de la organización a la par de brindarnos información valiosa.
De igual forma, la autoevaluación es una dinámica que nos permite reconocer los avances o retrocesos que tenemos como seres humanos, en particular como líderes efectivos; contribuye a dimensionar el impacto de nuestras acciones y del papel que estamos desarrollando en un negocio, oficina o comunidad. Es una fotografía que tomamos periódicamente para medir los resultados de nuestras acciones en el tiempo, para verificar si somos eficaces y eficientes.
Un punto importante, es que este tipo de ejercicios empiezan en la individualidad del propio líder, cuando es capaz de escucharse y analizar su comportamiento, su desempeño en su cotidianidad, la manera en que trata a los demás, sus posturas respecto a ciertos temas y frente a la diversidad.
Para John Maxwell, una de las cualidades fundamentales del líder es su humildad. La vocación del líder no es exclusivamente construir una red de seguidores, sino de impulsar el liderazgo y el crecimiento de otros líderes, que a su vez puedan ser mentores que orienten e impulsen a otros.
Asimismo, dicho especialista hace referencia a que el liderazgo comienza con la manera en que nos valoramos a nosotros mismos. Es en este valor que se integra el ser conscientes de las cualidades que tenemos y las que no, situación que, además, nos representa un impedimento para desarrollarnos.
En este mismo sentido, siguiendo los planteamientos de Maxwell se puede hacer referencia a que para realizar una autoevaluación necesitamos:
Reconocer nuestro valor, incrustado en la dignidad humana de la propia persona, sin importar los errores que pudiera cometer.
Aceptar nuestro valor, es decir nos aceptamos, nos sentimos a gusto con nosotros mismos y somos auténticos.
Incrementar ese valor, implica procurar que se fortalezca e incremente, a la par de hacerlo inquebrantable. Aprendemos a distinguir entre una crítica constructiva, de un comentario que nos juzga.
Creer en ese valor, significa saber y tener presente que somos importantes.
Sin duda, la autoevaluación requiere de un grado de madurez sólido para aceptar lo que tenemos que modificar y tomar en cuenta nuestros aspectos positivos, a fin de mejorar como personas y como líderes efectivos.
Y tú, ¿cómo te autoevalúas? Te invito a dejar tu mensaje en mi página de Facebook David Villanueva Lomelí con los Hashtags #Puebla y #VívelaBien.
Como mencionó el escritor y poeta francés Victor Hugo: “La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo.”
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