Como parte del Liderazgo Efectivo que podemos desarrollar permanentemente, es necesario que las personas al frente de cualquier organización, pública o privada, le den rumbo y certeza; como cuando utilizamos una brújula para identificar un punto cardinal.
En este sentido y como metáfora de un barco, toda institución requiere de una tripulación que lo ponga en marcha. La relación entre ambos conforma la organización, que, en la práctica, da vida al barco y sin la cual, no sería posible sostenerlo a flote.
Por lo anterior, son los equipos de trabajo, el personal o los miembros, ya sea de un barco, una empresa o una comunidad, quienes la integran y que precisan ordenar sus actividades, asignar tareas y promover diversas actitudes para su buen funcionamiento; asimismo, requiere de elementos que justifiquen su existencia, que sirvan como ejes de su propósito, de sus acciones y del modo que deben y pueden ser ejecutadas.
De este modo, la visión, la misión, los valores y los objetivos son los primeros elementos que le dan forma y perspectiva ya que constituyen su filosofía organizacional. Es importante señalar que los elementos que la conforman no deben verse aislados o desarticulados de los procesos y estructuras que acompañan al líder en un sistema.
Para la o el líder, dicha filosofía sirve de brújula que orienta las acciones de los colaboradores para alcanzar resultados, influir positivamente en su entorno y contribuir con el desarrollo de su comunidad.
En este mismo sentido, la cultura organizacional es un elemento fundamental que todo líder efectivo debe tener en cuenta para darle rumbo al ente o negocio que esté dirigiendo. Ella es el conjunto de valores, tradiciones, creencias, hábitos, normas y practicas que la hacen palpable y que al final son un factor para la supervivencia en el largo plazo.
En ocasiones se llega a creer que dicha cultura y la filosofía son premisas o alegorías que solamente representan un estado deseable de la empresa o negocio, pero que no son posibles. No obstante, estoy cierto que son piedras angulares para brindarle ese norte que requiere cualquier tipo de ente y en cualquier ámbito.
A manera de síntesis podemos plantear que, la o el líder efectivo debe tener claridad en la misión, saber hacia dónde se dirige la organización, asegurarse de que no se pierda el rumbo; además de facilitar los mecanismos e instrumentos que permitan la adopción de la filosofía y de los valores; así como mantener una energía positiva que contribuya a mantener relaciones saludables entre las y los colaboradores.
Sin duda, como líder efectivo dar certidumbre sobre el destino al cual se llegará como organización, como negocio, como actividad empresarial o en el emprendimiento, permite alcanzar los objetivos planteados.
Y tú, ¿qué otras reflexiones nos puedes compartir sobre dar rumbo a las organizaciones? Te invito a dejar tu mensaje en mi página de Facebook David Villanueva Lomelí. Con los Hashtags #Puebla y #VívelaBien.
Como señaló el diplomático estadounidense John Quincy Adams: “Si sus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y convertirse en más, usted es un líder.”
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