Las elecciones 2021 han sacado a flote lo peor de la política mexicana, ahora de la mano de Morena, pero además han fortalecido el presidencialismo rancio del “viejo PRI”, recargando en el Poder Ejecutivo las decisiones partidistas que de pronto intentan ser tropicalizadas por “Varguitas” que siendo presidentes municipales o personajes cercanos al poder intentan asestar un golpe a la democracia.
El caso más claro a nivel nacional es el de Félix Salgado Macedonio quien, tras no poder concretar su candidatura morenista al gobierno de Guerrero, lanzó a su hija Evelyn para hacerse del poder. Sin embargo, el mismo “modus operandi” ya es repetido en Puebla por el presidente municipal de Francisco Z. Mena, Pascual Morales Martínez, que buscaba la reelección pese a haber sido señalado por violencia política de género de manera recurrente durante su gobierno.
La afrenta democrática quedó amarrada el domingo, luego de que el Instituto Electoral del Estado (IEE) avalara la sustitución del candidato por su esposa, Laura Escudero Guzmán, misma que hasta hace unos días se desempeñaba como presidenta del DIF municipal.
El cambio solicitado –otra vez por Morena- se convierte en una muestra clara de prácticas ampliamente criticadas por la cuatroté antes de ser gobierno, tales como el “dedazo” y la imposición, incluso violentando las reglas del mismo partido político.
El efecto macedonio también buscó espacio en Atlixco, donde el expresidente municipal Eleazar Pérez buscó la candidatura del PT-Morena, y al no poder participar por tratarse de un espacio para mujeres por cuestión de género, decidió lanzar a su hija Esmeralda, pero con él dentro de la planilla.
Si bien, el voto de las mayorías en México se volcó por un cambio de gobierno, ante una sarta de corruptelas y abusos cometidos desde los gobiernos federales, representados en la última década por Felipe Calderón (PAN) y Enrique Peña Nieto (PRI), el cambio de partido en el poder no ha representado una transformación en la administración pública ni en la forma de hacer política, sino más bien revivió las viejas prácticas y las remarcó, generando con ello otra profunda y desesperanzadora herida a la democracia del país, de la cual tardará varios lustros en arrancar.
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