Los números son fríos y guardan la cualidad de ser contundentes cuando se saben presentar en tiempo y forma, y eso fue exactamente lo que sucedió en las elecciones de este histórico 2 de junio del 2024 en las que una indiscutible mayoría decidió respaldar el la cuarta transformación encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El pueblo de México salió a votar como nunca a pesar de las numerosas dificultades para instalar casillas y después, para ejercer el voto; millones y millones se volcaron a las urnas no sin antes esperar por una, dos o tres horas para cumplir con su obligación y depositar sus boletas en esas rebosantes urnas.
Casi todos los formados a pleno rayo del sol, hablaban de la importancia de esperar lo que fuera necesario para garantizar su participación en las elecciones más importantes de nuestro país y así lo hicieron, en libertad, en paz y en plena conciencia.
Mexicanos de todas las clases sociales votaron como nunca para darle a MORENA su respaldo en el proyecto de nación que han prometido para los próximos años y al que ellos mismos llaman: “El segundo piso de la 4T”.
Claudia Sheinbaum es ya la primera mujer presidenta de México, pero no solo eso, es también la candidata con más votos en la historia de las elecciones democrática de nuestro país y por si eso no fuera suficiente, la doctora se convierte en la política con mayor respaldo político por el tsunami que fue capaz de despertar en todo el país.
La legalidad y contundencia de su triunfo le dan también la legitimidad tan necesaria en un país dividido como el nuestro. Ese aplastante triunfo explica el reconocimiento de la candidata que desde el inicio, siempre estuvo sola, siempre fue engañada por los voraces dirigentes de la mal llamada “oposición”; del otro personaje, no hace falta ni citarlo, porque hacerlo le resta a la virtual presidenta.
Claudia es ya, la mujer más poderosa de América Latina no solo por su victoria, sino por la claridad indiscutible del respaldo entregado por millones y millones de mexicanos que apostaron por el proyecto político que ya encabeza a nivel nacional.
Lo mismo ocurrió con el gobernador electo Alejandro Armenta, quien en los números oficiales es también, el candidato con más votos obtenidos en la historia moderna y contemporánea de nuestro estado, a la presidenta electa, Puebla le aportó más de 2 millones de votos y todas las posiciones en San Lázaro.
La legitimidad de los resultados también blinda al virtual gobernador y por eso de manera muy hábil le extiendió la mano al candidato perdedor quien por supuesto, de inmediato la estrechó reconociendo su derrota y ofreciendo su trabajo político por el bien de Puebla.
En el siguiente escalón, el alcalde electo Pepe Chedraui repite la misma historia de triunfos arrolladores, de números indiscutibles, de legitimidad plena para encabezar la autoridad que significa ser el presidente municipal de la cuarta ciudad mas importante del país.
En general y con la contundencia que dan los números de votantes convencidos de su decisión, MORENA es el nuevo partido hegemónico de México. De manera sorprendente, en 6 años ya son la fuerza política en el poder federal, gobernarán en prácticamente todos los estados del país, son mayoría irrefutable en el Congreso de la Unión y son también el referente de un modelo de gobierno viable para otras naciones.
A partir de hoy, lo deseable es que la convulsa división y polarización entre “chairos” y “fifís” se quede en el olvido porque con los resultados electorales queda claro que una gran mayoría de unos y de otros, hoy, en el fondo desean el mismo destino para sus familias y para la nación.
Desde ya, no deben caber más los reproches y las guerras en redes sociales entre conocidos, amigos o familiares. Los números y las voluntades ya han quedado plasmadas en unos resultados electorales sin precedente en nuestra historia.
En adelante, se podrá discutir pero no balcanizar por el futuro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, o del Instituto Nacional Electoral o del INAI; ya no deberá ser bien visto quejarse amargamente por la violencia o la inseguridad, protestar por la falta de hospitales o medicinas.
No deberán ser blanco de criticas mal intencionadas proyectos como el tren maya, la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto internacional Felipe Ángeles o cualquier otro que haya emprendido este gobierno.
No hay lugar para la queja sistemática ni para la hipocresía, México decidió con absoluta libertad su futuro y su destino para los próximos años.
Ahora, y ante la nueva realidad política que tenemos, solo resta aceptar la voluntad mayoritaria y trabajar intensamente por alcanzar ese país justo y libre que por tantas décadas se ha soñado.