El mayor riesgo de decirle a alguien que es el mejor, es que no sepa diferenciar si es verdad o simple cumplido y al procesarlo tiene la opción de asumirlo como compromiso para seguir mejorando o acrecentar su vanidad, característica innata de los seres humanos.
Chapingo es la mejor universidad de México y Latinoamérica en materia agroalimentaria, la más antigua y de gran tradición, la mejor equipada, la mejor biblioteca, campos experimentales, laboratorios y con un gran equipo humano de gran preparación técnica. Su presupuesto considerado para 2023 es de 3 mil 342 millones de pesos.
Contrariamente a lo que ocurre en otras escuelas, en Chapingo pagan por estudiar. Es un sistema educativo único en México, pensado para apoyar a hijos de campesinos sin posibilidades de seguir estudios universitarios.
Recordemos que en nuestro país, solo 17 de cada 100 que se inscriben a primaria lograr terminar una licenciatura.
Aún recuerdo con gran claridad las respuestas predominantes que pusimos en nuestras libretas ante la pregunta que nos formuló el ingeniero Efraín Hernández Xolocotzi en 1976: ¿para que vinieron a Chapingo?, preguntó. La mayoría contestamos que veníamos para prepararnos y regresar a nuestras comunidades a ayudar a nuestras familias y a los campesinos de nuestros estados.
Lamentablemente muy pocos tuvimos la posibilidad de hacerlo, porque las oportunidades laborables para las que fuimos formados no estaban en los pueblos de donde somos originarios, y no tuvimos la formación ni la visión para verlas y crearlas porque, ni por equivocación, se hablaba de crear empresas o hacer agronegocios, siempre se habló de ir a ayudar a los campesinos. Solo eso, a secas, sin propuestas y sin herramientas.
Además, la formación profesional que recibimos era y sigue siendo, una enseñanza informativa, desarticulada, poco formativa, altamente cargada de teoría y con reducida práctica que dificulta desarrollar la capacidad emprendedora de los egresados. La formación crítica y nacionalista, sólo están en el estatuto de creación de la Universidad.
Nos han formado, al menos desde 1976, con una excesiva carga informativa y teórica que poco tiene que ver con las necesidades de las familias del campo de dónde venimos, ni con las necesidades de los sectores productivos. Se enseñan unas cosas, pero se requieren otras.
Nos han formado con la orientación de incorporarnos a laborar al gobierno, pero los gobiernos se han adelgazado significativamente en sus plantillas de personal y, la asistencia técnica, en donde podrían incorporarse los ingenieros agrónomos, ha interesado muy poco a los gobiernos que privilegian la entrega de apoyos económicos y materiales sobre los apoyos intelectuales indispensables para el desarrollo productivo.
Un factor no menos importante es que las condiciones y apoyos asistenciales que Chapingo brinda para sus estudiantes son extraordinarias, aun con sus posibles precariedades. Estudiantes de escasos recursos, encontramos allí un paraíso que nos resuelve necesidades de alojamiento, alimentación, lavandería, zapatería, como no lo hay en otras partes.
Este afortunado apoyo nos resuelve la vida, pero nos reduce la capacidad creativa y emprendedora; al egresar nos convertimos en personas temerosas de la realidad con limitada capacidad para tomar decisiones y buscar soluciones a los problemas cotidianos. El asistencialismo crea también una sensación de que lo merecemos todo y que, los maestros y trabajadores de la universidad deben estar a nuestro servicio y deseos.
Al egresar, consideramos que por el esfuerzo y gran sacrificio que hicimos durante siete años, todo se nos dará sin esfuerzo porque somos los “chingones” de Chapingo. La realidad es muy distinta, muy cruda y avasalladora de la falta de vinculación universidad-campo.
Hace varias semanas me enteré que los estudiantes habían iniciado un paro de labores en demanda de otro comedor, aumento en el monto de las becas y reactivar los viajes internacionales de estudio. En materia política se reclamaba la falta de voluntad del anterior rector a dar posesión a una parte de consejeros universitarios electos.
Ahora sabemos que una asamblea general destituyó al rector en funciones y nombró uno interino. La estabilidad política es fundamental para la buena marcha institucional y la atención de las necesidades de la sociedad rural. Me tocó vivir una época (1978-1990) en la que, en 12 años hubo 8 rectores. Algo hay que revisar y mejorar para no volver a repetir.
Hacen muchas cosas para los estudiantes, los trabajadores o los maestros, pero de lo que no podemos apartarnos es que la pobreza, el deterioro ambiental, la baja productividad agroalimentaria, la migración, la inseguridad alimentaria y pública, siguen siendo los problemas más importantes de México, tanto con gobiernos de antes y con los de ahora.
La escuela es el espejo de la sociedad, lo que se haga o enseñe adentro se refleja hacia las comunidades y éstas están urgidas de soluciones, innovaciones y servicios que las universidades pueden ofrecer directamente o a través de proponer políticas públicas ante el poder ejecutivo y legislativo.
La escuela está obligada a formar los líderes que habrán de encabezar las soluciones a los problemas del país y que hoy no se está haciendo.
Deseo mucho éxito a Ángel Garduño García, nuevo rector de la Universidad Autónoma Chapingo.
¡Enhorabuena!