Más allá de la victoria de Donald Trump, considero pertinente a través de la presente opinión, entender el voto mayoritario de la clase media de raza blanca a favor de Trump y; que a pesar de su ataque a las instituciones el 6 de enero de 2021 y a los delitos por los que estaba siendo procesado ganara ampliamente.
El discurso del candidato republicano con la promesa de generar un mayor número de empleos y recuperar la grandeza de los Estados Unidos hizo eco entre los integrantes de esa clase media trabajadora en particular en aquellas comunidades rurales y semirurales de la franja del centro de aquel país, así como los estados de la cuenca del Mississippi y aledaños al Golfo de México.
Prácticamente para esos habitantes los últimos años han sido difíciles por la escasez de empleos y oportunidad de movilidad, situación que se agrava por su tendencia a un conservadurismo de fuertes raíces locales.
En campaña Trump reprodujo con insistencia el mensaje y la visión de un sistema político corrupto y superado por una realidad social y en particular exhibió a una clase política ineficiente e incompetente.
Discurso que le ha generado buenos dividendos, desde gano por primera vez la presidencia estadounidense, la cual creció a través de los diversos medios en las plataformas sociales una “necesidad” que caló de manera certera entre los integrantes de esa clase trabajadora.
Las encuestas de salida el día de la elección el tema más mencionado por quienes votaron por Trump para justificar su voto fue la economía, para estos grupos sociales la expectativa de un “cambio”, que se traduzca en más empleos y en el resurgimiento de la grandeza de Estados Unidos, fueron los argumentos y razones que impulsaron la participación masiva el pasado martes cinco de noviembre.
En el imaginario colectivo de estos grupos Trump es un personaje rebelde que rompe con los esquemas tradicionales, reta al sistema y al final se sale con la suya. No es una situación extraordinaria, en muchos países la población ha decidido votar por candidatos probadamente autoritarios, incompetentes y populistas.
Los personajes populistas y ajenos a la práctica política de sus sistemas como Trump basan su oferta electoral en una serie de promesas agresivas, que generan altas expectativas en grandes sectores y grupos sociales.
Y sin duda, pocos personajes en la historia política contemporánea de aquel país han causado tal polémica y división como Trump incluso alcanzando a la opinión internacional.
Sin embargo, en un realismo diplomático estos representantes o actores internacionales ya han establecido contacto con Trump, no tan solo para felicitarlo por su triunfo, sino para establecer desde ahora los canales de comunicación que permitan continuar o en su caso mejorar las relaciones con los Estados Unidos.
Sin embargo, su impericia política y su muy volátil temperamento presagian una gestión plena de desencuentros y estridencias no solo con su equipo de trabajo sino también con otros actores claves como los integrantes del Congreso a pesar de que su partido cuenta con la mayoría en ambas cámaras.
Todo parece indicar que la paradoja del caso Trump consiste en que el triunfo del republicano es ya su principal reto aún antes de iniciar su administración, pues tendrá que negociar políticamente y construir alianzas.
Es decir, que en el escenario internacional su gran reto será el de proyectar una política firme, pero a la vez de alianzas y consensos, congruente con la tradición discursiva de su país en torno a conceptos como la libertad, la paz y la democracia.
Trump durante su campaña planteó tres amenazas para México, incrementar los aranceles, detener a cualquier costo la migración y perseguir a los narcotraficantes; sin embargo, esperamos que mejore la relación con nuestro país.
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