/ domingo 11 de agosto de 2024

Pendientes de cartera: SRE entre la profesionalización y el servilismo

Resolver problemas es la máxima que exige el servicio en la Secretaría de relaciones Exteriores. En la historia de la humanidad se ha transitado por guerras que podrían haberse evitado con la intervención de personas con la suficiente preparación y sentido común de las relaciones humanas, cuando se ha pretendido imponer una ideología de forma intransigente. Tal es el caso de las 3 guerras por la religión católica y su influencia en el país, como la Guerra Cristera, iniciada en 1926 y terminó el 21 de junio de 1929, con un arreglo que finalmente el gobierno mexicano no cumplió y murieron más cristeros que en plena guerra (Jean Mayer, 1985).

Desde el siglo XIX, con las asechanzas del exterior, existieron múltiples problemas que debían resolverse evitando la confrontación de cualquier tipo, por supuesto la militar. En 1834 se expide el decreto que estableció la configuración de oficinas consulares, generales, particulares y viceconsulados. Entonces, las designaciones tuvieron que hacerse con encargados que iniciaban experiencias en el ramo. La profesionalización no era posible todavía, los empleados veían designaciones no por méritos sino por conveniencias políticas o acercamientos ideológicos, pero se puso en marcha el Colegio Diplomático “cuyo objetivo era la formación de servidores públicos de lo exterior, por lo que para su ingreso se requería tener 14 años como mínimo, saber leer y escribir, y dominar la gramática y la ortografía castellana, así como la aritmética” (Omar Guerrero, pp. 158). Es una época en la que las desigualdades eran profundas y sólo los privilegiados del poder, hijos de políticos o de hacendados, podían acceder.

Más adelante, a mediados del siglo XX, en el México posrevolucionario y constitucional, faculta al presidente para nombrar embajadores y cónsules generales, bajo el entendido de que los aspirantes debían tener méritos para ser ratificados por el Senado. Así, los que habían hecho carrera en el servicio exterior mexicano podían ingresar al proceso de concurso. En 1970 se fortaleció con instituciones de apoyo como la Comisión de Personal del Servicio Exterior, y el séptimo Reglamento Interior de la Secretaría decretado el 2 de diciembre de 1975, que dio pie a manuales de organización y procedimientos; por lo que en 1976 dejó las tareas asignadas en 1821 y ahora debería velar por el impulso del comercio exterior. La Ley Orgánica del presidente López Portillo distingue tres ramas del Servicio Exterior Mexicano diplomática, consular y administrativa, consideradas para el personal de carrera; pero el personal especial fue nombrado directamente por el presidente, encargado de realizar tareas muy concretas, como lo explica Omar Guerrero en su obra Historia de la Secretaría de Relaciones Exteriores (Guerrero, 1993)

Conocimientos de economía, política, procesos culturales y derecho internacional, pero sobre todo un profundo respeto por el ser humano, alejado de pensamientos parciales que implica una disposición al análisis crítico, son los objetivos que proponen las licenciaturas de Relaciones Internacionales desde los años 70´s para que los egresados tengan capacidades, habilidades y aptitudes para gestionar políticas públicas, agendas exteriores ante agendas globales. Esta preparación que se gestó para el Servicio Civil de Carrera en el Servicio Exterior (Omar Guerrero, 1993).

El triste caso que exhibe mediáticamente al cónsul encargado de México en Shanghái, Leopoldo Michel Díaz, expone el choque de los dos tipos de servidores públicos: unos de Servicio Civil de Carrera y otros designados por la intervención directa de la Presidencia de la República –que tiene el derecho y la autoridad–, nombramientos políticos más enfocados en complacer a la Presidencia que al seguimiento de una política exterior. Mientras tanto, Juan Ramón de la Fuente deberá sortear el comercio y las inversiones exteriores que no cuajan, además del Tratado de Libre comercio que deberá revisarse en 2025 con Estados Unidos y Canadá, pero también con China, para ingresar a la Alianza del Pacífico; además de resolver esta profesionalización de quienes deben resolver problemas ¿Qué servidor se animó a publicar lo que desencadenaría una guerra mediática? Seguramente uno que no tiene la mínima formación de carrera.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y secretaria de Membresías. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Resolver problemas es la máxima que exige el servicio en la Secretaría de relaciones Exteriores. En la historia de la humanidad se ha transitado por guerras que podrían haberse evitado con la intervención de personas con la suficiente preparación y sentido común de las relaciones humanas, cuando se ha pretendido imponer una ideología de forma intransigente. Tal es el caso de las 3 guerras por la religión católica y su influencia en el país, como la Guerra Cristera, iniciada en 1926 y terminó el 21 de junio de 1929, con un arreglo que finalmente el gobierno mexicano no cumplió y murieron más cristeros que en plena guerra (Jean Mayer, 1985).

Desde el siglo XIX, con las asechanzas del exterior, existieron múltiples problemas que debían resolverse evitando la confrontación de cualquier tipo, por supuesto la militar. En 1834 se expide el decreto que estableció la configuración de oficinas consulares, generales, particulares y viceconsulados. Entonces, las designaciones tuvieron que hacerse con encargados que iniciaban experiencias en el ramo. La profesionalización no era posible todavía, los empleados veían designaciones no por méritos sino por conveniencias políticas o acercamientos ideológicos, pero se puso en marcha el Colegio Diplomático “cuyo objetivo era la formación de servidores públicos de lo exterior, por lo que para su ingreso se requería tener 14 años como mínimo, saber leer y escribir, y dominar la gramática y la ortografía castellana, así como la aritmética” (Omar Guerrero, pp. 158). Es una época en la que las desigualdades eran profundas y sólo los privilegiados del poder, hijos de políticos o de hacendados, podían acceder.

Más adelante, a mediados del siglo XX, en el México posrevolucionario y constitucional, faculta al presidente para nombrar embajadores y cónsules generales, bajo el entendido de que los aspirantes debían tener méritos para ser ratificados por el Senado. Así, los que habían hecho carrera en el servicio exterior mexicano podían ingresar al proceso de concurso. En 1970 se fortaleció con instituciones de apoyo como la Comisión de Personal del Servicio Exterior, y el séptimo Reglamento Interior de la Secretaría decretado el 2 de diciembre de 1975, que dio pie a manuales de organización y procedimientos; por lo que en 1976 dejó las tareas asignadas en 1821 y ahora debería velar por el impulso del comercio exterior. La Ley Orgánica del presidente López Portillo distingue tres ramas del Servicio Exterior Mexicano diplomática, consular y administrativa, consideradas para el personal de carrera; pero el personal especial fue nombrado directamente por el presidente, encargado de realizar tareas muy concretas, como lo explica Omar Guerrero en su obra Historia de la Secretaría de Relaciones Exteriores (Guerrero, 1993)

Conocimientos de economía, política, procesos culturales y derecho internacional, pero sobre todo un profundo respeto por el ser humano, alejado de pensamientos parciales que implica una disposición al análisis crítico, son los objetivos que proponen las licenciaturas de Relaciones Internacionales desde los años 70´s para que los egresados tengan capacidades, habilidades y aptitudes para gestionar políticas públicas, agendas exteriores ante agendas globales. Esta preparación que se gestó para el Servicio Civil de Carrera en el Servicio Exterior (Omar Guerrero, 1993).

El triste caso que exhibe mediáticamente al cónsul encargado de México en Shanghái, Leopoldo Michel Díaz, expone el choque de los dos tipos de servidores públicos: unos de Servicio Civil de Carrera y otros designados por la intervención directa de la Presidencia de la República –que tiene el derecho y la autoridad–, nombramientos políticos más enfocados en complacer a la Presidencia que al seguimiento de una política exterior. Mientras tanto, Juan Ramón de la Fuente deberá sortear el comercio y las inversiones exteriores que no cuajan, además del Tratado de Libre comercio que deberá revisarse en 2025 con Estados Unidos y Canadá, pero también con China, para ingresar a la Alianza del Pacífico; además de resolver esta profesionalización de quienes deben resolver problemas ¿Qué servidor se animó a publicar lo que desencadenaría una guerra mediática? Seguramente uno que no tiene la mínima formación de carrera.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y secretaria de Membresías. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com