/ miércoles 17 de enero de 2018

Preparándonos

La preparación es un tema en el que he ahondado con recurrente anterioridad, es una exigencia de los nuevos tiempos que es clamada desde la sociedad, los esquemas de gobierno y hasta los nuevos usos y costumbres de los partidos. Esto tiene una estrecha similitud con el proceso administrativo, que a simples palabras es la manera de organizarse para cualquier empresa, -entiéndase como pública o privada-, para alejar de la improvisación y las suertes charras, y convertir las acciones en una sinergia.

El propósito es el de trazar el camino y los medios para un futuro posible, puntualizando el cómo integrar todos los factores que construirán cada parte de ése camino, contemplando las vías y recursos que se requerirán. A su vez, no habrá que dejar de lado la observancia constante, ese interés que evalúa los avances y el alcance de las metas y objetivos.

A partir de la moraleja de la fábula “La cigarra y la hormiga”, donde una cigarra que se pasaba el día cantando y holgazaneando se asombró y burló de una hormiga que sin descanso trabajaba preparándose para el reto que presenta el invierno. La hormiga, que recogía afanosamente granos de trigo mientras el resto de los animales habían dejado de lado sus faenas para dedicarse a la diversión y al descanso, ya que en ese momento existían alimentos de sobra.

Ante las burlas de la cigarra, la hormiga se quedó callada y continúo trabajando sin descanso, hasta que llegó el invierno y se comenzaron a escasear las provisiones. Entonces, la cigarra acudió a la hormiga a pedirle alimentos, misma petición a la que respondió con un; “si hubieras trabajando en momento oportuno, hoy no carecerías de alimento, mientras yo tengo lo suficiente para el enfrentar el invierno”.

A su vez y en un enfoque histórico; en el pensamiento de las culturas nativas de América, la importancia del trabajo determinada por los ciclos del año, marca la forma de confrontar el mundo por medio de la preparación que se ve reflejada en sus prácticas rituales.

Dichas culturas, a sabiendas que hay tiempos de siembra y tiempos de guerra, integraban sus provisiones y entrenaban a sus guerreros, pues el resultado final de las acciones se media por la preparación. En este caso los tiempos destinados para sembrar exigían la preparación correcta de la tierra, garantizada por medio de danzas y ofrenda, que sirven para organizar socialmente, poniendo las cosas en su lugar.

Y para los tiempos de guerra, primero pasaban a sus niños a adultos por medio de rituales que los integraban a la caza, encaminándolos a mediano plazo a la defensa o ambiciones de sus pueblos.

Ambos ejemplos llevan a la reflexión de que el éxito es producto de la causalidad, no de la casualidad. Puesto que contrario a la coyuntura y la suerte, los buenos resultados finales de un buen trabajo se logran por medio del esfuerzo y la preparación, una preparación con visión, determinada por tiempos y ciclos.

Es ahí donde el proceso administrativo, la fábula y la conducta historia de nuestros pueblos convergen en una formula estratégica del éxito; una configuración minuciosa donde el esfuerzo premeditado que integra las distintas capacidades, representa el éxito del valor agregado, generando con antelación las oportunas respuestas para las adversidades venideras.

Valor agregado que para estos tiempos de contiendas resulta de vital importancia, pues en cada arena en la que nos enfrentamos, se presenta cada vez es más competitiva, observada y medida. Pues la población –que simpatiza o no- no se dejará sorprender por la parafernalia de la palabrería improvisada.

Planeemos como los administradores, anticipémonos como la hormiga, sembremos con cautela como los nativos y luchemos como los guerreros. Construyamos una generación diferente que encause el camino al éxito a través de la preparación, pues los tiempos de siembra y cosecha terminaron, dejando la primera batalla en puerta.

*Coordinador del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal.