Cuando López Obrador mencionó en sus últimos días como presidente de la república que él era “fresa” en comparación a Claudia Sheinbaum, muchos dieron esta declaración por falsa, lo anterior aunado a que el ánimo en la mayoría de los votantes (Que no son la mayoría del pueblo), iba en el sentido de tener una presidenta con un perfil mucho más moderado, empático y honorable, sin embargo a prácticamente un mes de su mandato México está al borde del colapso, presa del pánico por la violencia que ahora emplea hasta ataques terroristas, además de un poder extasiado, fuera de sí, que amenaza con más fuerza que nunca con romper el orden constitucional y destruir el estado de derecho, emprendiendo de una manera feroz y cínica, el camino del no retorno hacia la dictadura.
Lo anterior debido a una andanada de hechos uno cada vez más atroz que el otro en un lapso de apenas 28 días, y es que cuando creemos haber visto lo peor y que nada más grave podría ocurrir, pareciera que no hacemos más que estar retando al destino a que nos sorprenda, o mejor dicho a que nos aterre, en este sentido el sexenio inició bajo el marco de la reforma al Poder Judicial que buscaba una sola cosa, que la Cuarta Transformación tuviera el control absoluto de quien se ostenta como el último contrapeso ante un gobierno que cuenta con vía libre para convertirse en la reencarnación de aquel viejo PRI hegemónico que tantas décadas le costó a nuestro país sacar del poder.
Esta situación ha desatado niveles de incertidumbre como no se veían desde hace mucho tiempo, puesto que el debate en materia jurídica ahora se centra en si la Suprema Corte tiene la facultad para desechar el también conocido como Plan C por ser anticonstitucional, una posibilidad que el oficialismo trata de blindar mediante su reforma de “Supremacía Constitucional”, la cual básicamente impide que el Poder Judicial pueda promover acciones de inconstitucionalidad, controversias constitucionales ni amparos interpuestos por particulares o instituciones, un golpe de estado franco y directo hacia nuestra división de poderes, lo cual podría ser solo el inicio de la pesadilla.
Además de que la reforma a los artículos 105 y 107 de la constitución mexicana, que supone un tema de extrema delicadeza y complejidad, fue aprobada en poco menos de una semana, sin foros, sin debates, sin parlamento abierto y sobra decir que lo que mal inicia mal termina, con esta reforma materializada si el gobierno decide el día de mañana que las mujeres no puedan ejercer su derecho al voto lo pueden hacer, si el gobierno decide otorgar amnistía a un criminal peligroso y premiarlo con un cargo público lo puede hacer, si el gobierno decide que los periodistas y medios de comunicación que lo cuestionan deben ser perseguidos, censurados y castigados lo puede hacer, si el gobierno decide que él debe ser quien organice las elecciones para nunca dejar el poder, no habrá nadie que pueda evitarlo.
Esto no se trata de una reforma en beneficio de un partido u otro, de una ideología política u otra, este es directamente el fustigar el futuro del país sin importar desde qué óptica se mire, hay una máxima que afirma que en la vida no hay victorias eternas ni tampoco derrotas eternas, ahora el partido en el poder es Morena, pero imaginemos si mañana ganara el PAN o regresara el PRI, ¿Creen correcto que tengan esta facultad de ir encima de la ley? Nunca bajo ningún escenario la historia termina bien cuando el poder absoluto recae en unas solas manos.
Ahora por si esto no fuera suficiente, México enfrenta el peor momento en cuanto a inseguridad y violencia de su historia, llegando a extremos que coquetean con el terrorismo, esto debido a la explosión de dos coches bomba en las localidades de Acámbaro y Gerécuaro en el estado de Guanajuato, una acción que ejecutaba el estado islámico y hasta el mismísimo Pablo Escobar para sembrar miedo en la población, en lo que para todo el mundo son actos terroristas, bueno, para todo el mundo menos para la presidenta Claudia Sheinbaum, quien se remitió a decir que son enfrentamientos entre grupos criminales que se pelean la zona, e instó a la población a la que le urge una solución a esperar al día de mañana martes, para que su secretario de seguridad Omar García Harfuch presente un nuevo informe general sobre su estrategia de seguridad.
Y como para no perder la costumbre, Sinaloa. Este estado cumple un mes bajo una ola de terror desde la fractura entre el grupo de El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán, lo que ha llevado a su gobernador Rubén Rocha Moya a una crisis brutal, que lo enfrenta a un mar de críticas, cuestionamientos y reclamos luego de que la Fiscalía General de la República desmintiera el montaje de la fiscalía local de esta entidad, que encubría el deceso de Héctor Melesio Cuen (Rival político de Moya) y liga al gobernador morenista con grupos del crimen organizado, ante esto Rocha Moya se refugió un par de días en la capital del país para reunirse con la secretaria de Gobernación y legisladores de Morena, que terminaron aplaudiéndole y gritándole que no está solo, en lo que pareciera ser el mundo al revés, pues mientras las y los sinaloenses llevan un mes viviendo un episodio de terror, la víctima es el gobernador.
De este modo es que entramos al segundo mes de mandato de Claudia Sheinbaum en lo que pareciera ser más bien un séptimo año de AMLO, con la diferencia de que cada vez con menos frecuencia pueden usar el argumento de decir que se les entregó un país en crisis, esto a menos que acepten todos los errores y omisiones del sexenio anterior, y si no es así, ¿Cuánto tiempo más necesita la Cuarta Transformación para transformar un México que se le cae a pedazos?