Hace unos días, se conmemoró el Día Mundial de la Alimentación, una fecha promovida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con el objetivo de disminuir el hambre en el mundo.
La propia FAO vaticina que el problema no está tanto en el suministro de los alimentos, ya que se estima que hoy en día hay para todos, sino más bien en la disponibilidad y el acceso.
Desafortunadamente, en la actualidad, muchas familias no pueden permitirse tener una alimentación sana, y eso repercute directamente en su salud. Según los datos de la misma FAO, se estima que en el mundo 672 millones de adultos y 124 millones de menores de edad son obesos y 40 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso.
Esto se debe principalmente a un cambio en la dieta de las personas, ya que en los últimos años la comida rápida ha desplazado a la comida casera y se han privilegiado ingredientes como la harina, azúcar, grasas y sal.
Sin embargo, en la propia naturaleza o también denominada “Madre Tierra” es que encontramos los insumos necesarios para una mejor alimentación. Como una madre, la tierra nos dota, así como a todas las demás especies, del sustento para el día a día.
La madre tierra nos brinda alimentos que son 100 % orgánicos y que por tanto ofrecen un alto contenido nutrimental para el ser humano.
Porque más allá de la carne, hay alimentos como las frutas, verduras y granos que dotan al organismo de nutrimentos imprescindibles para el adecuado desarrollo.
Incluso la industria de la carne es uno de los sectores que más contribuye al cambio climático. La publicación Livestock and climate change de Goodland y Anhang, concluye que a nivel mundial el ganado y sus subproductos emiten el 51% del total de gases de efecto invernadero.
Es por ello que los alimentos provenientes de la tierra se convierten en la mejor opción para tener una buena alimentación y combatir los efectos adversos de los ultra procesados.
La mejor forma de obtener estos insumos es a través de la agricultura orgánica, que es un sistema de producción que trata de utilizar al máximo los recursos naturales, dándole énfasis a la fertilidad del suelo y la actividad biológica y al mismo tiempo, a minimizar el uso de los recursos no renovables y no utilizar fertilizantes y plaguicidas sintéticos para proteger el medio ambiente y la salud humana.
Es por ello que ante la crisis alimentaria que existe en el mundo, a causa de la baja calidad de los alimentos, una alternativa amigable con la naturaleza y la Madre Tierra es iniciar un huerto familiar, a través del cual se puede proveer a la familia una importante variedad de alimentos durante todo el año, además de ingresos adicionales en el caso de tener excedentes.
La prioridad del huerto es asegurar una disponibilidad sostenible de alimentos para la familia, que proporcionen una cantidad y variedad adecuadas de productos para el autoconsumo.
Sin embargo, esta iniciativa conlleva grandes retos como lo es actualmente la escasa disponibilidad de espacio para las familias que viven en las ciudades, ya que muchos hogares urbanos no cuentan con un patio o jardín, o incluso si lo llegan a tener éste tiende a ser muy pequeño.
Afortunadamente, hoy en día existen diversas técnicas para emprender un huerto familiar urbano, que si bien no generará una gran producción, si permite obtener insumos de gran calidad nutricional y asequibilidad.
Al final de cuentas, el huerto urbano es un sistema que promueve el consumo responsable y sostenible de alimentos de alta calidad, es amigable con el ambiente y puede ser el perfecto complemento de una alimentación saludable para las personas que radican en ciudades.
Considero que hoy, más que nunca, podemos visibilizar la indisoluble interdependencia que existe entre los seres humanos, las demás especies vivas, los recursos naturales y el planeta que todos habitamos.
Por ello tengamos presente que si cuidamos a la Madre Tierra también estaremos cuidando nuestra salud y con ello a la propia subsistencia de la humanidad.