Nadie puede decirse sorprendido en el Bachillerato vespertino Octavio Paz Lozano, localizado en Sanctorum, Cuautlancingo, mucho menos el director del plantel que ya había recibido oficios de unos padres de familia sobre una conducta poco didáctica y humillante de una de sus profesoras hacia su hijo de 17 años.
Aldo era un estudiante destacado, así lo recuerdan sus compañeros, pero tuvo la mala fortuna de toparse con una maestra, la de Matemáticas y Cálculo Integral, que lo excluyó del grupo, lo discriminó y afectó en lo emocional.
La familia del menor no encuentra otra explicación distinta para entender el por qué decidió arrebatarse la vida el pasado viernes en su domicilio de la junta auxiliar Ignacio Romero Vargas.
Mientras los más allegados al joven sufren su duelo, padres de familia y alumnos de la escuela no dejan de mostrar su preocupación frente a lo que ocurrió en las aulas que llegó al extremo de romper la estabilidad emocional de quien ya no volverá a clases.
El bachillerato tiene antecedentes sobre el profesorado que recurre a prácticas humillantes hacia los alumnos que comenten errores o tienen dificultades en algunas asignaturas. Incluso, la venta de estupefacientes a los alrededores y consumo dentro del plantel se realizaba ante los ojos de todos, sin que nadie se preocupara por la disciplina.
Padres de familia refieren que hace un año hubo cambio de director por esa circunstancia.
Pero volviendo al caso de Aldo, la investigación quedó radicada bajo el número FGEP/EAT/FIM/HOMICIDIOS-I/015056/2022 y aunque a primera instancia quedó bajo el supuesto de suicidio, la familia ha presentado los escritos de los antecedentes de bullying como elementos para la debida investigación.
Otra alumna ha presentado su declaración en la que también señala haber sido objeto de agresión de la maestra Hada N. y un tercero podría hacer lo propio.
Coincidencia o no, si asume cierto sentido de culpa o no, lo cierto es que la docente no se presenta desde el lunes a dar las clases que le corresponden y se salió de los grupos de Whatsapp relacionados con su trabajo.
Si en algo tuvo que ver la maestra con el fatal desenlace y más allá de alguna responsabilidad legal, la Secretaría de Educación Pública, a cargo de Melitón Lozano Pérez, podría tomar este caso para reflexionar sobre la necesidad de concientizar al profesorado sobre la posición de poder que tienen en el aula y los abusos que no deben ocurrir desde quienes son contratados para normar, orientar y enseñar.
Bastante se tiene con las prácticas “comunes” y difundidas en redes sociales sobre actos de violencia entre alumnos, como para que a ello se agregue que sean maestros los que vulneren a los educandos.
Al cierre de esta columna, la SEP estatal no confirmó si ya estaban tomando cartas en el asunto central narrado en este texto, aunque padres de familia aseguraron que personal de la dependencia ya se entrevistó con estudiantes del bachillerato.
Hasta la próxima.