/ lunes 4 de noviembre de 2024

Todo lo que debes saber sobre la elección en los Estados Unidos

El próximo 5 de noviembre se llevará a cabo el “Supermartes” que definirá la próxima elección en los Estados Unidos, una contienda electoral que debe tener al mundo en vilo, pues a pesar de los grandes problemas que enfrenta ahora la Unión Americana, es indudable que guste o no la geopolítica mundial pasa por la Casa Blanca, pero si un país debe estar al pendiente de lo que se suscite del otro lado de la frontera es ni más ni menos que su principal socio comercial y vecino, México.

Como contexto es importante explicar que el sistema electoral estadounidense es bastante más complejo que el mexicano, mientras que en territorio nacional la presidencia de la república se escoge mediante un sufragio directo, en la Unión Americana la ciudadanía vota indirectamente por sus candidatos mediante la figura de compromisarios o delegados, que son quienes conforman el Colegio Electoral, y cada estado cuenta con un número diferente de delegados dependiendo su extensión territorial y población, debiendo obtener aquel que pretenda llegar a Washington la mágica cifra de los 270 votos dentro del antes mencionado Colegio Electoral, es decir más de la mitad del total de compromisarios a nivel nacional, que son 538.

El truco es que en cada estado quien gane la mayoría de los votos de los delegados se llevará el total de los votos del estado en cuestión, para ejemplificarlo supongamos que el estado “X” tiene un total de 8 delegados, en la contienda compiten el candidato “A” contra el candidato “B”, si el candidato “A” saca 5 votos y el candidato “B” saca 3, no se cuentan los votos tal cual, sino que el candidato “A” por haber ganado 5 a 3 se lleva los 8 votos del estado, por eso en el 2016 Hilary Clinton a pesar de haber sacado casi 3 millones de votos directos más que Donald Trump, perdió la elección tras no conseguir los 270 votos del Colegio Electoral.

Con esto en mente se podría llegar a la conclusión de que ganando algunos estados grandes como Illinois o Nueva York se gana la elección, sin embargo, ocurre todo lo contrario, debido a que en la Unión Americana sus estados tienen una tradición partidista muy marcada. California por ejemplo es un estado santuario del Partido Demócrata mientras que Texas lo es del Partido Republicano, y prácticamente en esas entidades está definida la elección pues no se consideran estados definitorios, razón por la que desde hace tiempo el punto medular donde se deciden los comicios del otro lado de la frontera son los llamados “Swing States” o “Estados Péndulo”, es decir aquellos estados que no tienen una tendencia política definida, que en su momento pudieron haber apoyado a George Bush (Republicano), después a Barack Obama (Demócrata), pero más tarde a Donald Trump (Republicano) y en la última elección a Joe Biden (Demócrata).

Las entidades que representan estos “Swing States” son Arizona, Michigan, Carolina del Norte, Wisconsin, Georgia, Nevada y Pensilvania, y es precisamente en estos estados donde tanto Kamala Harris como Donald Trump han estado enfocados, pues no tiene mucho sentido para Harris, por ejemplo, ir a hacer campaña a lugares como los antes mencionados Illinois y California si sabe que los va a ganar, mismo caso con Trump, por lo que en una elección tan competida como esta, el factor decisivo estará precisamente en los votantes y estados indecisos.

Pero retomando el hecho de lo competido de esta elección ¿Cómo van las encuestas?, difícil escenario pues hablamos de que Harris y Trump están en un empate técnico, de acuerdo al New York Times y ABC News la demócrata cuenta con el 48% de las preferencias del electorado, mientras que el republicano tiene el 46%, sin embargo, estos porcentajes arrojan puntos favorables para ambas candidaturas. Trump por ejemplo ha sabido mantener y aumentar su base de simpatizantes desde su arranque en la vida pública norteamericana en el 2015, mientras que Harris le dio un vuelco a la elección, pues su antecesor Joe Biden se encontraba al final de su candidatura 2 puntos debajo del también expresidente republicano, siendo ahora Harris quien está 2 puntos arriba de él.

No obstante lo anterior, vale la pena mencionar que no hay que fiarnos de las encuestas, pues a nivel mundial los estudios demoscópicos tienen una tendencia reciente a equivocarse, resultando en que la o el candidato que iba adelante en las encuestas finalmente no ganó la elección, teniendo ejemplos palpables en las contiendas electorales de Brasil, Turquía, Portugal, Argentina y Francia, siendo México la excepción a esta reciente regla.

Harris o Trump, ¿quién conviene a México?

Y hablando de México, nuestro país tiene un futuro incierto en la relación bilateral con su vecino del norte, encontrando una amenaza en los dichos y propuestas de Donald Trump, quien sigue fomentando un discurso xenófobo en contra de nuestra gente, quien parece ser que a punta de arancelazos pretende privarnos de la oportunidad de aprovechar el nearshoring al no poder exportar y vender autos a la Unión Americana por ejemplo, además de forzarnos (como pasó el sexenio anterior) a fungir como tercer país seguro y como bloque de contención a las caravanas migrantes que vienen de centro y Sudamérica.

Estas políticas antimigratorias representan un riesgo también para la comunidad mexicana migrante radicada del otro lado de la frontera, quienes tienen la amenaza de que medidas como las leyes SB4 de Texas que autoriza a la policía texana para detener a cualquier persona por el simple hecho de parecer que esta cruzó la frontera ilegalmente, y la SB17 de Florida que penaliza a quienes transporten o empleen migrantes, volviendo así la migración un tema punitivo en donde la condena no sería la repatriación, sino el purgar una pena en prisión, se aprueben ya no solo como medidas estatales sino como leyes federales.

Pero sin duda alguna el tema que más ha causado polémica es que del bando republicano son muchas ya las voces que muestran su respaldo a la idea de catalogar a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas, algo plausible considerando en este sentido detalles altisonantes como los sucedidos estos últimos días en nuestro país, como la explosión de coches bomba en Guanajuato y el arrojar artefactos explosivos desde una avioneta en Durango, situaciones que sin duda podrían enmarcarse como actos terroristas, resultando la pretensión de los Estados Unidos, con esto, la de entrar a territorio nacional a realizar sus operaciones de combate, algo que por lo menos en la retórica está más que justificado, debido a que la fabricación y tráfico de la droga en México se da porque en los Estados Unidos se compra –tan simple como la ley de oferta y demanda—.

Debemos entender que este es un problema binacional, además de aceptar que México está totalmente rebasado por los 155 carteles que operan en los 32 estados de la república, de acuerdo a la FFSS, y que, por acción o contubernio, las autoridades son incapaces de proveer seguridad. Ya se probaron los pactos con los criminales, la guerra contra el narco, el hacernos de la vista gorda, los abrazos no balazos y nada funcionó. El contar con la ayuda de nuestro principal socio comercial, que a parte carga con la mitad de la responsabilidad de lo sucedido, es algo que, si se aplica bien, podría ser positivo.

No obstante esto, aquí no aplica la máxima de que “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”, pues a pesar del actuar y los compromisos que tiene Donald Trump, trístemente por otro lado la candidata Kamala Harris tampoco representa necesariamente un buen augurio para las y los mexicanos, sobre todo si consideramos la cadena de la que viene la candidata demócrata, cuya base fue la presidencia de Barack Obama, que continuó a través de Joe Biden, y ahora mediante ella, una cadena en donde por cierto se deportaron más migrantes que en la administración de Donald Trump, pues de acuerdo a cifras del ICE y el DHS, con Obama se deportaron dos millones 858 mil 980 personas, y por si esto no fuera suficiente, la candidata Harris aseguró que de ganar habría una revisión del Tratado de Libre Comercio, un hecho que no debería sorprendernos si consideramos que cuando ella era congresista en el 2020, votó en contra del T-MEC.

Ahora, indudablemente quien quiera que termine por ganar la elección enfrentará una infinidad de retos, como el flujo migratorio en sus fronteras, la inflación, la inseguridad y la agenda de cambio climático, esto aunado a la búsqueda de atemperar el difícil clima de polarización que se vive dentro de ese país, además de otros problemas mayúsculos a nivel mundial como la guerra comercial con China, el conflicto armado entre Rusia y Ucrania y la cruel cruzada de Israel contra de Palestina, pues la resolución o el empeoramiento de estas y otras circunstancias se definirá en estas elecciones.

Lo anterior a pesar de que realmente no se sepa con exactitud la fecha en la que conoceremos a la o el ganador de esta elección, pues de acuerdo con algunos expertos podríamos demorar hasta cuatro o seis días después del 5 de noviembre. Para quienes piensen que esto es mucho tiempo, cabe recordar que en la elección pasada no supimos sino hasta cuatro días después quién ganó la elección, y es importante mencionar que en ese entonces la ventaja de Joe Biden sobre Donald Trump era un poco más evidente que el tan ajustado porcentaje de ahora entre Harris y el republicano.

De igual manera vale la pena resaltar la importancia de los medios de comunicación en la presente elección, pues aunque el resultado final y oficial es determinado por el Colegio Electoral, cuando se reúne en diciembre para votar formalmente, y que después este proceso es certificado en la Cámara de Representantes el próximo enero, los primeros resultados dependen de las proyecciones realizadas por las principales organizaciones de medios de comunicación, los cuales recopilan datos oficiales de cada estado y los procesan en tiempo real para proyectar a la o el ganador, basándose en la cantidad de votos contados, las tendencias en los estados clave y resultados preliminares.

Otro punto medular también es el hecho de que las instituciones americanas estarán a prueba, pues no sólo no pudieron quitarse la mancha del asalto al Capitolio en el 2021, donde se vieron brutalmente rebasadas en un hecho insólito, sino que sumaron otra tras su impactante e inentendible ineficacia en el atentado en contra de Donald Trump en Pensilvania el pasado verano. Aunque hay que mencionar que el que las instituciones norteamericanas estén a prueba se debe también en buena medida al candidato republicano, pues él tiene en sus manos el detonador de la estabilidad política y social en la Unión americana, que desconoce si en esta ocasión, en caso de perder, aceptará los resultados o, por el contrario, hasta dónde estará dispuesto a estirar la liga antes de romperla. Veremos, pero hay que estar atentos, porque junto con el futuro de los Estados Unidos de Norteamérica se encuentra buena parte del futuro de los Estados Unidos … Mexicanos.

El próximo 5 de noviembre se llevará a cabo el “Supermartes” que definirá la próxima elección en los Estados Unidos, una contienda electoral que debe tener al mundo en vilo, pues a pesar de los grandes problemas que enfrenta ahora la Unión Americana, es indudable que guste o no la geopolítica mundial pasa por la Casa Blanca, pero si un país debe estar al pendiente de lo que se suscite del otro lado de la frontera es ni más ni menos que su principal socio comercial y vecino, México.

Como contexto es importante explicar que el sistema electoral estadounidense es bastante más complejo que el mexicano, mientras que en territorio nacional la presidencia de la república se escoge mediante un sufragio directo, en la Unión Americana la ciudadanía vota indirectamente por sus candidatos mediante la figura de compromisarios o delegados, que son quienes conforman el Colegio Electoral, y cada estado cuenta con un número diferente de delegados dependiendo su extensión territorial y población, debiendo obtener aquel que pretenda llegar a Washington la mágica cifra de los 270 votos dentro del antes mencionado Colegio Electoral, es decir más de la mitad del total de compromisarios a nivel nacional, que son 538.

El truco es que en cada estado quien gane la mayoría de los votos de los delegados se llevará el total de los votos del estado en cuestión, para ejemplificarlo supongamos que el estado “X” tiene un total de 8 delegados, en la contienda compiten el candidato “A” contra el candidato “B”, si el candidato “A” saca 5 votos y el candidato “B” saca 3, no se cuentan los votos tal cual, sino que el candidato “A” por haber ganado 5 a 3 se lleva los 8 votos del estado, por eso en el 2016 Hilary Clinton a pesar de haber sacado casi 3 millones de votos directos más que Donald Trump, perdió la elección tras no conseguir los 270 votos del Colegio Electoral.

Con esto en mente se podría llegar a la conclusión de que ganando algunos estados grandes como Illinois o Nueva York se gana la elección, sin embargo, ocurre todo lo contrario, debido a que en la Unión Americana sus estados tienen una tradición partidista muy marcada. California por ejemplo es un estado santuario del Partido Demócrata mientras que Texas lo es del Partido Republicano, y prácticamente en esas entidades está definida la elección pues no se consideran estados definitorios, razón por la que desde hace tiempo el punto medular donde se deciden los comicios del otro lado de la frontera son los llamados “Swing States” o “Estados Péndulo”, es decir aquellos estados que no tienen una tendencia política definida, que en su momento pudieron haber apoyado a George Bush (Republicano), después a Barack Obama (Demócrata), pero más tarde a Donald Trump (Republicano) y en la última elección a Joe Biden (Demócrata).

Las entidades que representan estos “Swing States” son Arizona, Michigan, Carolina del Norte, Wisconsin, Georgia, Nevada y Pensilvania, y es precisamente en estos estados donde tanto Kamala Harris como Donald Trump han estado enfocados, pues no tiene mucho sentido para Harris, por ejemplo, ir a hacer campaña a lugares como los antes mencionados Illinois y California si sabe que los va a ganar, mismo caso con Trump, por lo que en una elección tan competida como esta, el factor decisivo estará precisamente en los votantes y estados indecisos.

Pero retomando el hecho de lo competido de esta elección ¿Cómo van las encuestas?, difícil escenario pues hablamos de que Harris y Trump están en un empate técnico, de acuerdo al New York Times y ABC News la demócrata cuenta con el 48% de las preferencias del electorado, mientras que el republicano tiene el 46%, sin embargo, estos porcentajes arrojan puntos favorables para ambas candidaturas. Trump por ejemplo ha sabido mantener y aumentar su base de simpatizantes desde su arranque en la vida pública norteamericana en el 2015, mientras que Harris le dio un vuelco a la elección, pues su antecesor Joe Biden se encontraba al final de su candidatura 2 puntos debajo del también expresidente republicano, siendo ahora Harris quien está 2 puntos arriba de él.

No obstante lo anterior, vale la pena mencionar que no hay que fiarnos de las encuestas, pues a nivel mundial los estudios demoscópicos tienen una tendencia reciente a equivocarse, resultando en que la o el candidato que iba adelante en las encuestas finalmente no ganó la elección, teniendo ejemplos palpables en las contiendas electorales de Brasil, Turquía, Portugal, Argentina y Francia, siendo México la excepción a esta reciente regla.

Harris o Trump, ¿quién conviene a México?

Y hablando de México, nuestro país tiene un futuro incierto en la relación bilateral con su vecino del norte, encontrando una amenaza en los dichos y propuestas de Donald Trump, quien sigue fomentando un discurso xenófobo en contra de nuestra gente, quien parece ser que a punta de arancelazos pretende privarnos de la oportunidad de aprovechar el nearshoring al no poder exportar y vender autos a la Unión Americana por ejemplo, además de forzarnos (como pasó el sexenio anterior) a fungir como tercer país seguro y como bloque de contención a las caravanas migrantes que vienen de centro y Sudamérica.

Estas políticas antimigratorias representan un riesgo también para la comunidad mexicana migrante radicada del otro lado de la frontera, quienes tienen la amenaza de que medidas como las leyes SB4 de Texas que autoriza a la policía texana para detener a cualquier persona por el simple hecho de parecer que esta cruzó la frontera ilegalmente, y la SB17 de Florida que penaliza a quienes transporten o empleen migrantes, volviendo así la migración un tema punitivo en donde la condena no sería la repatriación, sino el purgar una pena en prisión, se aprueben ya no solo como medidas estatales sino como leyes federales.

Pero sin duda alguna el tema que más ha causado polémica es que del bando republicano son muchas ya las voces que muestran su respaldo a la idea de catalogar a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas, algo plausible considerando en este sentido detalles altisonantes como los sucedidos estos últimos días en nuestro país, como la explosión de coches bomba en Guanajuato y el arrojar artefactos explosivos desde una avioneta en Durango, situaciones que sin duda podrían enmarcarse como actos terroristas, resultando la pretensión de los Estados Unidos, con esto, la de entrar a territorio nacional a realizar sus operaciones de combate, algo que por lo menos en la retórica está más que justificado, debido a que la fabricación y tráfico de la droga en México se da porque en los Estados Unidos se compra –tan simple como la ley de oferta y demanda—.

Debemos entender que este es un problema binacional, además de aceptar que México está totalmente rebasado por los 155 carteles que operan en los 32 estados de la república, de acuerdo a la FFSS, y que, por acción o contubernio, las autoridades son incapaces de proveer seguridad. Ya se probaron los pactos con los criminales, la guerra contra el narco, el hacernos de la vista gorda, los abrazos no balazos y nada funcionó. El contar con la ayuda de nuestro principal socio comercial, que a parte carga con la mitad de la responsabilidad de lo sucedido, es algo que, si se aplica bien, podría ser positivo.

No obstante esto, aquí no aplica la máxima de que “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”, pues a pesar del actuar y los compromisos que tiene Donald Trump, trístemente por otro lado la candidata Kamala Harris tampoco representa necesariamente un buen augurio para las y los mexicanos, sobre todo si consideramos la cadena de la que viene la candidata demócrata, cuya base fue la presidencia de Barack Obama, que continuó a través de Joe Biden, y ahora mediante ella, una cadena en donde por cierto se deportaron más migrantes que en la administración de Donald Trump, pues de acuerdo a cifras del ICE y el DHS, con Obama se deportaron dos millones 858 mil 980 personas, y por si esto no fuera suficiente, la candidata Harris aseguró que de ganar habría una revisión del Tratado de Libre Comercio, un hecho que no debería sorprendernos si consideramos que cuando ella era congresista en el 2020, votó en contra del T-MEC.

Ahora, indudablemente quien quiera que termine por ganar la elección enfrentará una infinidad de retos, como el flujo migratorio en sus fronteras, la inflación, la inseguridad y la agenda de cambio climático, esto aunado a la búsqueda de atemperar el difícil clima de polarización que se vive dentro de ese país, además de otros problemas mayúsculos a nivel mundial como la guerra comercial con China, el conflicto armado entre Rusia y Ucrania y la cruel cruzada de Israel contra de Palestina, pues la resolución o el empeoramiento de estas y otras circunstancias se definirá en estas elecciones.

Lo anterior a pesar de que realmente no se sepa con exactitud la fecha en la que conoceremos a la o el ganador de esta elección, pues de acuerdo con algunos expertos podríamos demorar hasta cuatro o seis días después del 5 de noviembre. Para quienes piensen que esto es mucho tiempo, cabe recordar que en la elección pasada no supimos sino hasta cuatro días después quién ganó la elección, y es importante mencionar que en ese entonces la ventaja de Joe Biden sobre Donald Trump era un poco más evidente que el tan ajustado porcentaje de ahora entre Harris y el republicano.

De igual manera vale la pena resaltar la importancia de los medios de comunicación en la presente elección, pues aunque el resultado final y oficial es determinado por el Colegio Electoral, cuando se reúne en diciembre para votar formalmente, y que después este proceso es certificado en la Cámara de Representantes el próximo enero, los primeros resultados dependen de las proyecciones realizadas por las principales organizaciones de medios de comunicación, los cuales recopilan datos oficiales de cada estado y los procesan en tiempo real para proyectar a la o el ganador, basándose en la cantidad de votos contados, las tendencias en los estados clave y resultados preliminares.

Otro punto medular también es el hecho de que las instituciones americanas estarán a prueba, pues no sólo no pudieron quitarse la mancha del asalto al Capitolio en el 2021, donde se vieron brutalmente rebasadas en un hecho insólito, sino que sumaron otra tras su impactante e inentendible ineficacia en el atentado en contra de Donald Trump en Pensilvania el pasado verano. Aunque hay que mencionar que el que las instituciones norteamericanas estén a prueba se debe también en buena medida al candidato republicano, pues él tiene en sus manos el detonador de la estabilidad política y social en la Unión americana, que desconoce si en esta ocasión, en caso de perder, aceptará los resultados o, por el contrario, hasta dónde estará dispuesto a estirar la liga antes de romperla. Veremos, pero hay que estar atentos, porque junto con el futuro de los Estados Unidos de Norteamérica se encuentra buena parte del futuro de los Estados Unidos … Mexicanos.