El nado sincronizado entre los actores de poder siempre ha llevado a sospechas, como la que este fin de semana se generó después de que tres de los cinco candidatos al gobierno del estado “coincidieran” en cuestionar la honradez de Luis Miguel Barbosa Huerta, abanderado de la coalición Juntos Haremos Historia y discípulo de Andrés Manuel López Obrador, por su presunta riqueza inexplicable.
Maximiliano Cortázar, vocero de la candidata panista Martha Érika Alonso; Enrique Doger Guerrero, aspirante del PRI, y Michel Chaín Carrillo, abanderado del Verde, ofrecieron conferencias de prensa para tundirle al senador con licencia en un episodio que recordó a la disputa presidencial, donde todos le tiran al tabasqueño como un ejercicio cotidiano de competencia electoral.
Barbosa no debe ser un santo, pero que tres de cuatro de sus rivales se sumen en su contra, en el mismo día y con una línea discursiva similar, obliga a plantearse una interrogante: “¿de parte de quién?”
No obstante, al margen del interés común que agrupe a sus rivales en su contra, y que podría tener su origen en el coordinador general de campaña apostado en Las Fuentes, Miguel Barbosa no saldrá bien librado de ningún señalamiento mientras insista en reaccionar con descalificaciones en lugar de hacerlo con explicaciones.
Sin hacer diferencias en el tipo de información, cada vez que se siente agredido o arrinconado, el ex perredista acusa a cuatro personajes morenovallistas por orquestar una campaña negra en su contra para ayudar a Martha Érika.
Casi sin respirar, Barbosa suelta metralla contra Rafael Moreno Valle, Eukid Castañón Herrera, Marcelo García Almaguer y Maximiliano Cortázar.
Puede ser que tenga razón.
El problema es que ese contraataque no lo librará de las acusaciones que lleven datos duros e información real.
Si no se refuta de manera razonada y creíble, el tema de los gastos excesivos en viajes, hospedaje, compras y adquisición de bienes inmuebles puede permear de manera negativa en el electorado.
Ahí está el ejemplo de Blanca Alcalá en la elección de gobernador de 2016.
Esa vez llovieron acusaciones en contra de la candidata del PRI que, por no hallar la manera efectiva para contestar y dar explicaciones, sufrió fuertes e irreparables heridas en su imagen.
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Con Javier Casique Zárate en la presidencia del PRI, posición que dejó acéfala Jorge Estefan Chidiac para irse a la Secretaría de Operación Política del CEN, Enrique Doger ya no tendrá argumentos para culpar a la dirigencia estatal por los traspiés que vayan a ocurrir durante su campaña.
Casique es el operador político de cabecera de Doger desde que el candidato a gobernador fue rector de la BUAP hasta 2004, cuando renunció a la institución para incursionar en la arena política y contender por la presidencia municipal de Puebla.
Antes de la salida de Estefan, Casique ya era secretario general del partido, por lo que fue simple recurrir al recurso jurídico de la prelación para ascenderlo a la posición de mayor rango en el PRI.
Ahora sí, Doger Guerrero será el mandamás del priismo, o de lo que queda del priismo, en los cruciales 54 días por venir.
Habrá que ver si eso le alcanza para algo y para qué.
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Si entre los dos principales candidatos de la coalición Por Puebla al Frente, Martha Érika Alonso y Eduardo Rivera Pérez, hay diferencias, más alimentadas por el esposo de la candidata que por ella misma, entre los abanderados del PRI las condiciones no son mejores.
Doger Guerrero y Guillermo Deloya Cobián salen juntos, se toman la foto y hasta invitan al acto de presentación de la propuesta de gobierno del candidato a la presidencia municipal de Puebla, que se realizará mañana en la Universidad Cuauhtémoc, pero eso no significa que se asuman como verdaderos aliados y camaradas.
En el cuarto de guerra del aspirante que calza los tenis rojos le atribuyen a los muchachos de Doger esa especie que presupone el inminente cambio de candidato ante la debacle de la intención de voto priista en la capital del estado.
No lo dirán en público, pero los colaboradores de “Memo” Deloya se asumen víctimas del “fuego amigo”.
Por supuesto, están molestos.
Aunque su jefe salga en la foto con el jefe de Casique.
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