Hola queridos lectores, gracias por recibirme, como siempre con mi entrega dominical y con el deseo de que ésta les agrade, les voy a narrar la historia de distinguidos alemanes que no solamente cambiaron su residencia por nuestro país, sino que lo adoptaron como su patria, y sobre todo, como su nuevo hogar a nuestra ciudad de Puebla, comencemos:
HUGO BREHME (1882-1954)
Fotógrafo alemán, arriba a México siendo muy jovencito en busca de aventura, se adentra en la fotografía de la época, y sobre todo se vuelve un importante cronista gráfico de absolutamente todas las obras del gobierno de Porfirio Díaz; al término de su mandato se dedica a ser testigo gráfico de todos los momentos más importantes de la vida revolucionaria del país.
Se enamora perdidamente de la campiña oriental, la cual reproduce en cientos de imágenes, tomando especial énfasis en la zona oriente del estado de Puebla colindante con Veracruz, resaltando la zona geográfica de las cumbres de Maltrata, Tehuacán, Orizaba, entre otras; reproduce además en postales cientos de imágenes de templos poblanos. Sus obras actualmente son altamente coleccionables, sobre todo las que retratan escenas poblanas.
GUILLERMO KAHLO (1871-1941)
Arriba al país en el año de 1891, al no poder entablar amistad con su madrastra, su padre le financia el viaje al país, donde se dedica en cuerpo y alma en aprender el oficio de fotógrafo, y aprende el arte que en sus tiempos era de alto riesgo, ya que los químicos que se manejaban en aquella época eran altamente peligrosos, en su mayoría ácidos corrosivos.
Aprende el oficio de revelar placas de daguerrotipo, antecesoras a los negativos; dentro de su estilo de fotografiar está el hacer tomas panorámicas en exteriores y sobre todo el lograr una excelente exposición de balances de blancos y negros, logrando bellísimas imágenes ricas en matices de grises, es el único fotógrafo en reproducir el total de los templos católicos del estado de Puebla, construidos hasta 1905.
No se sabe de algún otro fotógrafo que haya logrado formar un catálogo tan completo como el de Kahlo, casado dos veces, padre de la que fue esposa de Diego Rivera, Frida Kahlo.
HUGO LEICHT MEYER (1881-1952)
A este señor yo lo llamaría el padre de la historia biográfica de la ciudad de Puebla, después de pasar penurias en Europa por la Primera Guerra Mundial, se asienta en la ciudad de Puebla, donde aplica los muy amplios estudios cursados en su vida: biólogo, historiador, pedagogo, filósofo, espeleólogo, egiptólogo, doctor en letras, doctor en lenguas, hablando a la perfección inglés, español, francés, latín, griego, portugués, árabe, y ya estando en México, otomí, náhuatl, mexicano, entre otros dialectos.
Por azares de la vida cae víctima de un fraude, y al consultar a un abogado para que lo asesore, al estar en su sala de espera, se encuentra con dos revistas que publicaban breves historias de la ciudad de Puebla, y es tanto el interés que se le despierta, que se dedica en cuerpo y alma a escribir el que quizás sea la biblia de la ciudad: “Las Calles de Puebla”, libro que deja en herencia a los poblanos al morir.
Actualmente se puede descargar de internet en formato PDF, de forma gratuita; de hecho, no es un libro de historias, es una completísima recopilación de miles de detalles de las calles de la ciudad, casa por casa. No existe en ninguna ciudad del país algún otro libro de idénticas características, ni en la misma ciudad de México.
Es muchísimo lo que le debemos a este germano-poblano, el cual como dato triste, cada 16 de abril, aniversario de la fundación de Puebla, es el primero en ser ignorado, tan ignorado que ni siquiera existe una plaza pública con su nombre, mucho menos un busto en su memoria, solo existe en alguna colonia de la ciudad una pequeña calle que lleva su nombre y para colmo, con su mal escrito.
Muchas gracias queridos lectores, soy su servidor Jorge Eduardo Zamora Martínez, mi correo a su disposición profelalo2002@hotmail.com, mis páginas Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora, WhatsApp: 22 12 532690, y Twitter @elbaronrojo62, se despide de ustedes El Barón Rojo, hasta la próxima.
