La anemia se define como una disminución en el número de glóbulos rojos (o hematíes) en la sangre o en los niveles de hemoglobina respecto a los valores normales. La principal función de los glóbulos rojos es el transporte de oxígeno en la sangre y su liberación en los distintos tejidos. El oxígeno se transporta en el interior del hematíe unido a la hemoglobina. La anemia puede ser la manifestación de una enfermedad hematológica o una manifestación secundaria a muchas otras enfermedades.
Un aporte inadecuado de hierro, un aumento del gasto o la reducción en la producción de sangre son los responsables de las anemias por déficit de hierro, la causa más frecuente de las anemias. Esta enfermedad suele pasar desapercibida si no tiene presentación de urgencia, manifestándose con síntomas comunes como dolores de cabeza, cansancio, fatiga, sensación de falta de aire, poca tolerancia al esfuerzo, taquicardia y calambres musculares que se presentan más frecuentemente por las noches. Ya en casos donde la enfermedad es notable se percibe la palidez en la piel, uñas, labios, boca y conjuntiva ocular.
Afecta principalmente a grupos vulnerables, como los menores de 5 años, las mujeres embarazadas, las mujeres que presentan menstruaciones abundantes o sangrados frecuentes; a los que consumen analgésicos en forma continua. Se incluyen los vegetarianos estrictos y los adolescentes. Aunque hay una gran proporción de personas que no se pueden incluir en estos grupos de riesgo.
La importancia de las anemias es que son muy frecuentes, presentándose en casi 20% de la población. Ante la presencia de algunos de estos síntomas habrá que hacer un examen médico y clínico para hacer el diagnóstico oportuno.
El diagnóstico inicial es aparentemente sencillo, ya que en un análisis rutinario o por otros motivos se detecta una disminución de los niveles de hemoglobina o del número de glóbulos rojos. Sin embargo, los análisis no sólo permiten el diagnóstico de anemia, sino que, a través del examen de una serie de características de esos hematíes, tales como su tamaño o la concentración de hemoglobina que contienen, se pueden conocer muchos datos que permiten iniciar el proceso diagnóstico del tipo de anemia de que se trate.
El estudio completo, una vez detectada la anemia, requerirá ampliar el estudio analítico, examinar una extensión de sangre periférica y, en algunos casos, realizar un aspirado o una biopsia de la médula ósea. Ciertos tipos de anemia pueden ser graves, de larga duración e incluso potencialmente mortales si no se diagnostican, son más complicadas y graves, que incluyen la falla renal, las tumoraciones malignas, complicaciones de la hipertensión arterial, la cirrosis hepática y la diabetes mellitus.
* Titular de Cirugía
Ambulatoria IMSS UMAA.
Máster en Patología
Mamaria y Senología
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