Hola queridos lectores gracias nuevamente por recibirme en la calidez de sus hogares, esta nota, narra la historia de la vivienda popular por excelencia: “las vecindades”, así que les relataré una breve historia de estas famosas viviendas poblanas, comencemos.
EL ORIGEN
Nos trasladamos en el tiempo a la época colonial, es decir, los siglos XVI, XVII y XVIII. En estas épocas el status en la sociedad se demostraba con la cantidad de cuartos que tenía una casa, mientras más habitaciones, mas alto el status en la sociedad. Comerciantes, empresarios, industriales y funcionarios del gobierno, realizan una competencia no declarada por ver quién construía la casona más impresionante. Llega la época del gobierno de Benito Juárez, y para recaudar más impuestos, establece el impuesto predial, y es aquí donde se produce el primer freno a la construcción de estas enormes casas.
EL PORFIRISMO EN LAS CONSTRUCCIONES
Durante el gobierno de Porfirio Díaz cambia la mentalidad de los propietarios, ahora se busca que el inmueble produzca. Se construye la casa con locales comerciales en la planta baja, así surgen los centros históricos comerciales en todas las ciudades del país, con locales comerciales en la planta baja y, en la planta alta, la mansión del dueño. Esta figura inmobiliaria permanece hasta finales de la primera década del siglo XX.
LA REVOLUCIÓN EN LAS CASONAS
La segunda década del siglo XX, no solo fue de revolución económica y social, sino también el cambio de un estilo de vida centenario. Miles de propietarios de estas casas huyen del país, abandonan los inmuebles, algunos fallecen, los heredan, los dejan intestados y el gobierno revolucionario los incauta, los revenden y otras causas distintas cambian el estilo de vida. Los herederos, los ganadores en los intestados y los beneficiarios de las incautaciones del gobierno de la revolución, rentan entonces las casas, habitación por habitación, como siempre , la ambición por delante, fundando un estilo de vida familiar que popularmente se les llamó familias acomodadas, pero acomodadas en un cuarto, generando miles de vicios, con las consecuencias lógicas.
NACEN LAS VECINDADES
Al final de la revolución y como consecuencia de las miles de muertes de gente del pueblo, las familias de soldados, campesinos y obreros que participaron en la revuelta, a la que popularmente se le llamaba “andar en la bola”, por necesidad, emigran a todas las ciudades del país en busca de oportunidades de trabajo, buscando un modesto hogar que, lógicamente, encuentran en esas enormes casas, las cuales por una módica suma, les rentaban un cuarto, estableciendo así, su humilde hogar. Los casa tenientes, por ambición, comienzan a subir las rentas de forma indiscriminada, surgiendo una carestía de viviendas increíble, provocando casi casi un nuevo estallido social, falta de empleos, carestía en las rentas, en los alimentos, etc.
EL TATA LÁZARO
En 1934, llega a la presidencia Lázaro Cárdenas del Rio, un presidente con ideas socialistas que aplica toda clase de disposiciones populistas, sin ningún sustento económico. Dentro de estas disposiciones aplica una que viola una ley económica no escrita, dice “existen dos maneras de destruir una ciudad, a cañonazos o congelando las rentas”, y por supuesto, aplica la segunda.
Establece el decreto de rentas congeladas, dándole al traste a todas las intenciones de los casa tenientes de reparar y mejorar sus casas, provocando, por causa del tiempo y el deterioro, la destrucción de miles de inmuebles coloniales, convirtiéndolas en viviendas ruinosas, al borde de su destrucción por falta de mantenimiento, los inquilinos, al ver que de por vida pagarían rentas de 20 centavos, 50 centavos, las más caras un peso, 5 pesos, ni de broma desalojan sus habitaciones, aún con el predecible peligro de arriesgar la vida, ¿resultado? cientos de inquilinos fallecen por caídas de techos, muros, portones podridos, etc.
LA VECINDAD ACTUAL
La clásica vecindad subiste hasta principios de los años 70, concretamente 1971. Sube a la presidencia Luis Echeverría, estableciendo el sistema de créditos llamado INFONAVIT y esto provoca que millones de familias, al contratar estos créditos emigren hacia la periferia de las ciudades, provocando otro fenómeno social que es el abandono de los Centros Históricos de todas las ciudades.
Actualmente miles de casonas en todos los Centros Históricos, permanecen abandonados, las que tienen suerte, son convertidas en hoteles y restaurantes, las que no, duermen el sueño de los justos, en espera de una futura época de oro para revivir.
Si tú, querido lector, en tu paso por las calles del Centro Histórico, te encuentras con uno de estos antiguos inmuebles, visítalo, pues solo así podrás valorar la cantidad de historias que se encierran en sus paredes.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón rojo y nos leemos la próxima semana.
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Fotos: Cortesía Eduardo Zamora Martínez