Aventura con tiburones (parte 1) | DESCUBRIENDO CON PACO NORIEGA

Redacción

  · martes 14 de noviembre de 2017

Foto: Paco Noriega

Hola, compañeros lectores. ¿Cómo se encuentran? Espero quemuy bien y empezando a organizarse para pasar vacaciones en algúnlugar diferente en este diciembre que se aproxima.

Como ya algunos saben, me gusta el buceo y he ido a diferenteslugares de México a practicar esta hermosa actividad. Siempre quehe estado en el fondo del mar he tenido esperanza de encontrarme algran tiburón blanco; inclusive ya fui a buscar al tiburón toro enPlaya del Carmen y no he tenido suerte de toparme con alguno.

Obviamente he visto muchos documentales y he leído algunosartículos sobre este extraordinario animal, que cada vez mecautiva más, no sé si por la leyenda que existe detrás de él opor ser enigmático.

Existen tres sitios en el mundo donde se le puede observar entoda su majestuosidad en su hábitat natural y sin manipulación:costas de Australia, de Sudáfrica y mexicanas (para mayorexactitud, en Isla Guadalupe, cerca de Ensenada, BajaCalifornia).

Desde hace muchos años había querido hacer esta expediciónpara tener la oportunidad de verlo de cerca, así que me puse ainvestigar quién me podría llevar hasta ese lugar. Encontrépocas opciones; para ser más exacto, son tres empresas las que tellevan a observar al tiburón en su hábitat natural en una jaulasumergida en el mar, en una travesía de seis días en un granbarco; solo una es mexicana, y las demás, gringas.

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Me puse en contacto con la compañía mexicana, y después dealgunos correos e intercambio de información pude contactar aldueño, y así acordamos fechas con tres meses deanticipación.

Planeamos actividades para disfrutar de esta expedición, cuyatemporada es solo de tres meses.

Durante los tres meses previos pude documentarme un poco mássobre la isla a la que iba a ir, y fue así como encontréinformación sobre el Dr. Mauricio Hoyos y su organización, todauna autoridad actual en el tema del tiburón blanco y otrasespecies marinas. En sus artículos y en su página obtuve mayorinformación y un poco más de conocimiento sobre este animal.

Él estudia el comportamiento de varias especies en México,Costa Rica y Venezuela; trabaja actualmente con 10 especies,principalmente con el tiburón martillo y el blanco; ha participadocomo científico en documentales nacionales e internacionales (conNG, Discovery Channel, Canal 11...); es joven, reconocido a nivelmundial, y afortunadamente es mexicano.

Finalmente llegó la fecha. Tomé mi vuelo hacia Tijuana y luegoun camión para Ensenada, donde me esperaban mi sobrina Fer y sunovio, Anto, que son biólogos marinos; allá residen, trabajan yestudian en diversos asuntos del mar, y, pues, aprovechando, meiban a pasear.

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Al principio, Ensenada no me gustó mucho, pero poco a poco lefui agarrando el modo, y terminó por gustarme. Fuimos a comer aalgunos restaurantes de mariscos que verdaderamente estándeliciosos; uno de ellos, que recomiendo mucho, es Muelle 3: estájunto al muelle, y es muy pequeño -creo que solo tiene ochomesas-. Mientras esperábamos a que nos dieran mesa, tomábamosunas cervecitas muy cerca de yates, y me llamó la atención elsonido de los leones marinos; los fui a ver, y estaban nadandoentre los barcos; se me figuraron perritos -hay muchos y están portodos lados-.

Terminamos de comer y fuimos al mercado negro, que es dondevenden todos los mariscos fresquecitos. Justo en un puestecito nosrecomendaron un restaurante en Puerto Nuevo para ir a comerlangosta; tomamos nota y fuimos al día siguiente.

Puerto Nuevo está muy cerca de Rosarito (de hecho, pertenece asu municipio y está a unos 30 minutos de Ensenada). El pueblitoestá completamente lleno de restaurantes que ofrecen variosplatillos de mariscos, el principal es langosta con frijolitos ytortillas de harina.

Encontramos el lugar que nos habían recomendado; obviamente,todo el pueblo estaba lleno de gente, que a mi entender viene deSan Diego a comer. Para qué les comento lo rico que estaba: tresórdenes de sopa de tortilla, tres langostas de muy buen tamaño,tres órdenes de arroz, tres órdenes de frijolitos refritos, tresmargaritas y unas exquisitas tortillas de harina. Todo esto por milpesos. ¡No lo podíamos creer!

Así pasamos la tarde, y regresamos temprano a Ensenada, pues aldía siguiente tenían que dejarme en el puerto a primera horaporque empezaba la expedición.

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¡EMPIEZA LA AVENTURA!

Muy emocionado, alisté mis cosas temprano y chequé una vezmás que no se me olvidara nada. Me llevaron al puerto en dondezarparía el barco; ahí me encontré con Fernando, y me explicórápidamente cómo sería la expedición. Me invitó a subir albarco y me presentó al capitán.

En lo que llegaban los demás pasajeros me puse a caminar unpoco por la proa y la popa, observando cada uno de los detalles delas jaulas, equipos de buceo y trajes de neopreno.

Cuando por fin estuvimos todos juntos, nos sentaron en la saladel barco, y nos explicaron todo lo que íbamos a hacer, dóndedormiríamos, las horas de comida, lo que no se podía hacer en elbarco y lo que sí. Una vez terminada la explicación y después deacomodarnos en nuestros camarotes, nos fuimos hacia la parte altadel barco, donde podíamos empezar a disfrutar del viaje -que iba adurar 20 horas para llegar a Isla Guadalupe-; teníamos cervezas,botanas, música y buen ambiente; todo el grupo de buzos que iba yase conocía -son buenos amigos y han hecho infinidad de buceos endiferentes partes del mundo-.

Poco a poco me fui integrando con ellos, y me fueron platicandode muchas experiencias que han tenido. La verdad, me cayeron muybien. Había de todas edades: desde 35 hasta 80 añosaproximadamente; abuelos, padres, nietos, esposas, solteros… Laverdad, muy padre grupo.

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El atardecer fue inmejorable, y se me hizo algo nostálgico omelancólico. Hacía frío, por lo que todos estábamos conchamarra, gorro y pantalón. Una vez que el sol se habíaescondido, poco a poco se fueron asomando las estrellas; como lohabía imaginado, fue uno de los cielos más estrellados y con másclaridad que he visto en mi vida. Entendí por qué la UNAMconstruyó el observatorio astronómico más importante de Méxicoen Baja California: el cielo está completamente limpio yverdaderamente parece que las estrellas se caen.

Llegó la hora de la cena, que estuvo muy rica; había de todo:pastas, ensaladas, carnes… En un momento entramos en mar picado,y el barco se hacía de un lado al otro, y, por ende, nosotrostambién. Recordé por un momento a Kobalsky y al almirante Nelson,de la serie “Viaje al fondo del mar”, que siempre se movían deun lado a otro chocando con la pared.

Cuando estábamos terminando de cenar se nos acercó Jonathan,el responsable de la expedición, y nos dijo: “No se vayan adormir, viene a bordo un personaje que les quiero presentar”.Para nuestra sorpresa, era el Dr. Mauricio. Nos reunió en la salade tele y nos dio una pequeña conferencia sobre su trabajo y eltiburón; todo esto, acompañado de fotografías, videos,anécdotas, preguntas y respuestas. Fue sorpresivo y nos enseñótodavía más sobre el animal que íbamos a ver.

La hora de dormir fue de lo mejor. El movimiento del barco y elsonido de las máquinas me arrullaron, y caí en un profundosueño; en menos de dos minutos dormía como bebé.

Repentinamente, las maquinas callaron, y el barco empezó adetenerse; sonó el repicar de la campana, que indicaba que eldesayuno estaba listo. Ya habíamos llegado.

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Al salir fuera del barco pude ver la isla. Nada como lo que mehabía imaginado: no tiene playa ni palmeras ni nada verde; esrocosa, árida, alta. Anclamos a unos 200 metros de la costa, yenfrente de unas paredes muy grandes podíamos escuchar el sonidode los leones marinos que la habitan.

Jonathan nos reunió en la sala nuevamente para explicarnos quéera lo que íbamos a hacer y cómo nos íbamos a organizar paraentrar en las jaulas; nos explicó medidas de seguridad, señas,controles etc.

Son dos jaulas que se encuentran en la popa (parte posterior delbarco), en las que entran cómodamente cuatro buzos; midenaproximadamente 3 metros de alto por 3 de ancho. Los buzos tenemosque ponernos trajes de neopreno de 7 milímetros, guantes, botaspara agua y gorro porque el agua está fría, y el tiempo de unainmersión es de aproximadamente 45 minutos.

Se respira con regulador normal, con una manguera de variosmetros que llega a los tanques que siempre tienen aire para quepodamos respirar con normalidad. También usamos unos chalecosespeciales en los que se les ponen unos plomos grandes para queestemos en el fondo de la jaula y no flotemos.

A mí me tocó estar en el tercer grupo, por lo que vi cómo sepreparaban mis compañeros de los dos primeros. Fui a la partesuperior del barco y me fijé que a los costados del barco secolocan ayudantes en una especie de balcones, que lanzan al mar unpedazo grande de atún con un lazo, en espera de que llegue elinvitado principal.

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Mis compañeros ya estaban en las jaulas, pero aun no aparecíanada. Los ayudantes seguían lanzando carnada, y no se veía pordónde llegara el tiburón. Finalmente, de manera sigilosa ytratando de alcanzar la carnada, apareció uno; luego, otro;después, otro, y luego, otro más.

La emoción que nos llenaba a los que estábamos afuera eraindescriptible. Todos ya lo queríamos ver.

Hasta aquí llegamos por hoy al relato de la expedición enbusca del tiburón blanco. La próxima semana les seguiré contandomi experiencia con esta oportunidad que había esperado por años.¡No dejen de leerla!

Nos vemos pronto, y que estén muy bien.paco_noriega2001@yahoo.com